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ARTE

Traducciones de la realidad en el Museo Ruso de Málaga

El museo rota sus fondos y pone el acento en los maestros del Realismo ruso, muchos de ellos desconocidos por el carácter propagandístico de su obra y el peso de las vanguardias

«Cola» (1986), de Sundukov

Juan Francisco Rueda

La exposición anual de la Colección del Museo Ruso en Málaga atiende esta temporada al Realismo, un aspecto central y, en función a su instrumentalización política durante el periodo soviético, conflictivo del arte de aquel país. Sin embargo, el montaje no sólo se halla facultado para enunciar un relato historiográfico acerca de las muy distintas estribaciones del Realismo en tres siglos de arte ruso (desde finales del XVIII hasta la actualidad); también se convierte en un ejercicio que cuestiona un concepto tan complejo y consustancial a la creación artística, y otros análogos, como mímesis, iconicidad, fidelidad, copia o verdad.

Por tanto, esta muestra adquiere una valiosa condición de ensayo. Esto es: se pregunta a través del arte por la propia naturaleza y finalidad del arte. De hecho, en el trayecto inicial encontramos obras alegóricas acerca del oficio de pintor, e incluso una esculto-pintura de Lerman (1988) que bien pudiera ser, gracias al pájaro que picotea unas uvas, la ilustración del mítico enfrentamiento que contara Plinio el Viejo entre Zeuxis y Parrasio (siglo V a. C.) en pos de la copia de la realidad, que devenía ilusión y engaño.

La imitación fue durante siglos el concepto esencial de la creación . En la Antigüedad, Filóstrato ya advertía que la imitación no es sólo copiar un referente sino que, en ese ejercicio, se incorporaba la creatividad del autor y la imaginación del espectador. Aristóteles , en Poética , observaba cómo la imitación puede tener distintos registros: «De ahí que debamos representar a los hombres mejor que en la vida real, o peor, o tal como son. Ocurre lo mismo en la pintura. Polignoto representa los hombres más nobles; Pauson, menos nobles; Dionisos los mostró tan reales como la vida misma». Estos tres niveles pueden responder al Realismo, al Naturalismo y al Idealismo o al heroísmo «homérico».

El extensísimo conjunto de obras (cerca de 170) evidencia cómo eso que llamamos Realismo resulta amplísimo y acepta múltiples traducciones de la realidad. Y ya saben, cualquier traducción contiene una «traición» -llámenlo si prefieren desviación o libertad del intérprete/hacedor- respecto al referente. En esa traición o desviación hallamos la maniera del artista y el aire del tiempo ; es decir, el cambiante modo de entender y proyectar la realidad.

La exposición malagueña se articula por géneros, lo que permite que en cada sección podamos observar esas traducciones y modulaciones de la realidad a lo largo del tiempo, desde un Barroco tardío al hiperrealismo último de la pareja Péstov y Péstova . Como suele ser habitual, las citas de esta institución posibilitan el descubrimiento.

Tarkovsky durante el rodaje de «Stalker»

En esta ocasión, nos asaltan excelentes pintores que se adentran en una suerte de Nueva Objetividad durante los años veinte y en los primeros treinta. Los ecos de esa «Neo-objetividad» germana llega a los confines del continente: en España, en 1927, Revista de Occidente publica el capital Realismo mágico. Post expresionismo , de Franz Roh , en el que se recogen casos rusos, como Schujáiev, al cual vemos aquí junto a otros como Lébedev, Kléver, Serebriákova o Shenderov . Hemos de pensar cómo esa nómina de pintores rusos que abrazan las figuraciones de nuevo cuño son prácticamente desconocidos debido a la aplastante vanguardia rusa.

Lo tomas o lo dejas

A partir de 1934, el Realismo socialista pasó a ser la única opción estética válida, lo que conllevó la prohibición no sólo de la abstracción, sino de otros discursos figurativos que no obedeciesen el control del Estado. Se argumentó maniqueamente que el Realismo socialista era heredero de cómo se había entendido el Realismo en la segunda mitad del XIX: un ejercicio ético mediante el cual el artista reflejaba el mundo para transformarlo . Los artistas conocidos como Peredvizhniki (Itinerantes) se opusieron entonces al zarismo y pasaron a ser señalados como antecedentes de los realistas socialistas.

Podemos ver un ejemplo magnífico en Pago a los trabajadores en el Volga (1890), de Kornéiev , imagen de la dureza y explotación. Mientras que los Itinerantes fueron disidentes, los pintores del Realismo socialista acatarían el poder y se convertirían en aparato del Estado. El realismo crítico anti-zarista fue pervertido y descafeinado en pos de una suerte de escenas de costumbres y panegíricos del líder y la patria. En cualquier caso, no debemos menospreciar el arte del Realismo socialista por su instrumentalización: supondría obviar a algunos de los grandes pintores figurativos, como Deineka .

Son muy interesantes algunas obras del Inconformismo , el heterogéneo movimiento de contestación al Realismo socialista que se desarrollaría desde 1953. Piezas en las que los artistas juegan con los mínimos márgenes que permitía la represión para, desde el Realismo, imprimir carga crítica a sus imágenes. Intuimos esa crítica en el Carné del Partido , que, ajado y viejo, pinta Grigóriev en 1972.

Vasos comunicantes

Acompañan a esta muestra dos exposiciones dedicadas al cine, medio que se nutre de la realidad y que transformó la comprensión del mundo. De hecho, en la cita dedicada al Realismo se reúnen obras de los años diez del siglo XX que evidencian ese nuevo modo de mirar la realidad. La primera repasa la filmografía muda rusa de una década y media a través de 93 carteles, fechados entre 1915 y 1930, y de algunas de las películas icónicas , como El acorazado Potemkin (1925). Apreciamos cómo el diseño gráfico acepta progresivamente las innovaciones vanguardistas y cómo, gracias a las sinopsis de las películas, existió un profundo interés por trasladar lo cotidiano y las costumbres al celuloide.

La segunda está dedicada a una figura de culto como Tarkovsky , del cual se pretende mostrar, a través de fotos de sus rodajes, de fotogramas de sus películas y de pinturas de sus inicios, su proceso de trabajo y cómo la educación artística plástica pudo marcarle para configurar un universo propio.

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