LIBROS
Todos los universos de Manuel Padorno
Un poeta desbordante y un pintor sorprendente. Así fue el canario, cuyas obras completas van por su tercer volumen recopilatorio. Una vida de excesos literarios y vitales, que aún nos deja textos inéditos, como el que publicamos
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Iniciar sesiónManuel Padorno era la fuerza, el entusiasmo por vivir. Sus días no tenían veinticuatro horas sino veinticuatro mundos. Por eso tal vez no vivió una vida sino muchas . Fue finalmente un poeta con una voz reconocible que se buscó en las distintas ... voces de su tiempo. Fue el creador de una geografía muy personal en la que tuvo que borrar los límites entre poesía y pintura para dar cauce al universo que llevaba dentro.
Nos sentimos atraídos por su biografía porque en ella hay excesos, olvido, búsqueda, desazón, amistad. Como gran optimista le gustaba juntar los días y las noches, hablar y beber hasta las tantas, crear proyectos, ser incluso en la estricta sociología literaria un apasionado de los demás. Perteneció a la generación de los 50 y para ella fundó aquella emblemática colección llamada Poesía para todos donde dio cabida a los nombres fundamentales del medio siglo, de Valente o Brines a Gil de Biedma, pero su generación se olvidó de él o tal vez fue Padorno el que no quiso saber de su generación.
Cuando recibió un accésit del Premio Adonais por un libro absolutamente brillante como fue A la sombra del mar (1963) no sirvió para colocarlo en el lugar que se debía. Como los grandes solitarios tuvo que olvidarse de todo para encontrarse a sí mismo, incluso tuvo que olvidarse de gran parte de la poesía española para encontrar su poesía. La poesía canaria de las últimas décadas no se podría entender sin él.
Furor creativo
Solo desde mediados de los 80 del pasado siglo, y debido al esfuerzo de Pre-Textos, Hiperión o Tusquets el nombre de Padorno empezó a ser admirado entre nosotros. Hasta llegar a la publicación de estas poesías completas que, precisamente, Pre-Textos lleva a cabo desde hace años y de las que ahora aparece el tercer volumen. Un volumen donde se recogen los numerosos inéditos que fue dejando en todas sus existencia, por decirlo con Rilke, y que prueban en él un furor creativo, una necesidad de escritura, y una forma de entender la poesía como una pasión irrenunciable.
El animal pasional que había en él vivió la poesía como la utopía diaria, como la aventura por dar sentido a una inteligencia que se desbordaba. Hizo, como Lezama con Cuba, un mito de las islas , y encontró esa alta tensión del lenguaje para expresarlo, le dotó de una sabia textura de geometría y de furor visual. Desde su casa en la Avenida de los Toreros de Madrid, o desde su preciosa casa colonial en la Playa de las Canteras de Las Palmas trazó un mapa de mar, de luz, de realidades que eran puente o símbolo de realidades ocultas. Como ocurría en Claudio Rodríguez , era una poesía de la mirada que al pasar al poema adquiría una dimensión nueva. Las barcas de pescadores que aran el mar, el yodo blanco que florece, la claridad como una casa dan prueba de que la poesía era para él no solo una mera potencia expresiva sino una indagación en lo real.
El animal pasional que había en Padorno vivió la poesía como la utopía diaria
Padorno estaba convencido de que cualquier metafísica es una cuestión física, de que cualquier pensamiento debe ser un viaje en busca de la cara oculta que hay en la naturaleza. Cada día se acercaba a la playa y, en su paseo, rescataba de la arena los objetos que devolvía el mar. Eso es su poesía, un rescate, una escucha de los mensajes que hay en la claridad atlántica, en los colores marinos, en el aire, en las tierras litorales y en el agua. Decía Yves Bonnefoy que la poesía moderna es la creación o el descubrimiento de un lugar. Como los grandes poetas Padorno creó un lugar propio, absolutamente personal, con sus códigos y sus leyes . Un lugar que, como ocurre en Edenia, es una arquitectura mítica. Para él el mundo sensible es el puente hacia el mundo de las ideas, esa otra realidad que se forma en el poema, solo en el poema, cuando se alteran o se potencian los modos habituales de percepción y, por lo tanto, de expresión.
Por eso no se conforma nunca con la percepción establecida sino que echa mano de asociaciones inéditas, mezcla sentidos físicos con sentimientos y eleva la sinestesia, la peculiaridad sintáctica, la lengua coloquial y la narratividad a un habla propia, conmovedora y sorprendente. Padorno vive el optimismo y la pasión de las cosas y de lo oculto de las cosas porque busca finalmente una especie de locus amoenus, un lugar donde la armonía sea posible. Frente a la tragedia de vivir, frente a la erosión de la vida diaria, él finalmente crea un lugar habitable, un espacio de plenitud. Podía decir, como António Ramos Rosa antes de morir: estoy vivo y escribo sol.
Esta edición es importante porque nos muestra al Padorno sumergido entre los papeles de su gabinete, al Padorno que quería más, siempre más
Como se comprueba en este volumen el inquieto Padorno se creó muchos poetas porque tuvo la ambición de descubrir al poeta único, original y cautivador que necesitaba. Esta edición es importante porque nos muestra al Padorno sumergido entre los papeles de su gabinete, al Padorno que quería más, siempre más. Su exceso era una manera profunda de autoexigencia, escribía y se preguntaba si lo escrito estaba a la altura de la aspiración, del sueño de su proyecto. Y naturalmente estos Padornos que quedaron en las carpetas, esta parte del iceberg que quedó bajo las aguas, este Padorno oculto como la cara oculta de la luna, tienen tanta valía como el que fue querido por tantos lectores, el que se impuso con su grandeza. Guía del desvío (1988), El libro invisible (1989) o Vir heroicus sublimes (1989-1990) son títulos ineludibles, libros donde el buscador de esa otra mirada vuelve a levantar la arquitectura de la gran poesía.
Las olas y la luz
Padorno fue además un poeta que nos trajo nuevas maneras de leer, de pensar, nuevas lecturas y nuevos poetas y algo de eso se comprueba en esa breve muestra de sus ensayos. Él que habló tanto y tan apasionadamente en cafés nocturnos y en madrugadas de alcoholes, que disfrutaba tanto compartiendo sus ideas, fue siempre un pensador del fenómeno poético, un gran intuitivo y, por supuesto, alguien con pensamientos originales, no intelectualizadas, pensamientos más allá de los tópicos de manual y los preceptos de la poesía moderna.
Le gustaban los libros bellamente editados, por eso, agradecería mucho el esfuerzo de Pre-Textos por acogerle de nuevo de esta manera en su catálogo. Precisamente las ventanas de su casa de Las Palmas unían su biblioteca con el mar, su escritura al ritmo de las olas y de la luz. En ellas puso siempre el entusiasmo y la quietud de sus poemas.
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