Tedi López Mills - AMBOS MUNDOS
Tropiezo
Así como hay versos desnudos, igualmente hay prosa desnuda o descuidada, en la que un tema no lleva a otro; o lo hace, pero no recurre a la simple lógica
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Iniciar sesiónSi voy a ser oscura es fundamental que no sea clara. Nadie percibe las aspas que cortan el aire en el espacio cerrado donde no se introduce ni un filón de luz. Nadie tampoco imagina un río o un arroyo cuando observa los residuos de ... agua en la cubeta y recuerda el célebre vaso lleno antes de que se quedara vacío y fuera simbólico o relativo. Nadie oye el ruido del otro lado de la barda cuando me acerco para vigilar a mi vecino mientras poda su yedra. Nadie nota la silla debajo del toldo rojo. Nadie se ocupa de correr la cortina. Nadie me ve cuando entro. Nadie sabe que estoy aquí. Nadie me pregunta por el humo ni busca huellas en el lodo para clamar con soberbia que fue justo en ese sitio donde comenzó la historia.
Por lo tanto, puedo fingir que se trata de la primera vez . La liebre viene a cuento porque apunta hacia el embuste del gato que, por otra parte, en un poema de Lezama Lima , se extiende en el aire para que yo lo defina: gris sobre el charco gris o negro sobre el agua negra que circunda el barrio colonial al sur de mi ciudad donde me conmueve el pequeño empedrado de las calles, aunque sólo sirva para que se tuerzan mis tobillos mientras me encamino hacia la plaza con el cuerpo ya cubista luego de recorrer tres o cuatro cuadras.
Al estilo no tiene que corresponderle un significado, si bien es útil a la hora de que uno opina o juzga. Según Juan Ramón Jiménez , «las imágenes locas parecen más locas en verso descuidado que en verso regular» , parámetro que puede establecerse también para la prosa si uno de veras aspira a la locura o la descubre como un hecho demostrable, sin olvidarse nunca de la intervención primordial de la imagen: ¿se fabrica o se atisba, como dirían los expertos en el arte de la casuística? Por ejemplo: ayer en una avenida cercana explotó un transformador de luz y los chispazos en el cielo nocturno se mezclaron con el estallido de un rayo y el grito de la portera. ¿Es una imagen y se presta a la creación o a la dispersión de la locura?
En todo caso, yo sugeriría que, así como hay versos desnudos, igualmente hay prosa desnuda o -lo admito- descuidada, en la que un tema no lleva a otro; o lo hace, pero no construye puentes o pasadizos ni recurre a la simple lógica, siempre incómoda cuando el asunto atañe a la libertad de expresar lo que a uno le viene en gana. «No nos interesan superficiales mutaciones» -escribe Lezama Lima- «sino ir subrayando la toma de posesión del ser» , que ocurre, supongo, en una zona invisible; de otro modo sobraría anunciarla. Si el ser que menciona Lezama Lima abriga ambiciones territoriales, habrá un momento en que invada toda la superficie y no tenga sentido seguir hablando elusiva o metafóricamente ni aludiendo a regiones inefables donde «el puro mármol de los adioses» no es representativo sino literal. Las estatuas son la gente y no se despiden por más que uno las llame y agite pañuelos en medio de la nada.
Pensar o matizar resulta casi imposible a causa de las trincheras que se instalaron desde un principio. Ya se me dijo, además, que los abogados del diablo son títeres. ¿Para qué darse a entender entonces?
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