POP
C. Tangana y la anatomía de la nueva canción española
A punto de lanzar su tercer disco, el madrileño bate récords mientras reinventa bolero, copla y rumba
C. Tangana
Apuntaba no hace mucho el periodista Xavi Cervantes una interesante teoría que venía a decir que el gran acierto de Antón Álvarez (Madrid, 1991), Pucho para sus amigos y C. Tangana para el resto de los mortales , es haber sabido mirar más allá ... de parques y plazas cementadas, hábitat más o menos natural de las llamadas músicas urbanas, para colarse con habilidad de contorsionista oriental en los patios de luces de media España. «En lugar de buscar sólo los móviles de los adolescentes, amplía el radio de acción con canciones de amor, desamor, deseo y despecho que también suenan cuando abrimos la ventana de la cocina o cuando tendemos la ropa, ahí donde mandan artistas como Pablo Alborán y Rosalía », apuntaba el cronista y crítico catalán.
No siempre fue así, claro, pero es ahí, a esa banda sonora de sofritos y clases de autoescuela , de ritmos que lo mismo invitan a encamarse que a brincar ahora con la derecha ahora con la izquierda en una clase de aquagym , a donde apunta con paso firme y ambición desmedida El Madrileño , última mutación de un artista al que 2021 ha sorprendido en decidido y estilizado asalto al mainstream. Música popular en el mejor sentido del término que no desentonaría -de hecho, no lo hace- junto a clásicos disruptivos como Veneno , Nuevo día , Échate un cantecito , Lujo ibérico o, claro, El Mal Querer . Así que ahora que tenemos a la vuelta de la esquina El Madrileño , disco con el que Tangana quiere apuntalar su asalto a lo cielos del pop con la ayuda de, entre otros, Kiko Veneno , Andrés Calamaro , Los Gipsy Kings , La Húngara y Toquinho , no está de más acercar el microscopio para intentar comprender cómo aquel joven rapero crecido en el underground se ha construido un espacioso adosado en la cima de la nueva canción española. «El madrileño es un cantante de coplas y boleros que nació en los noventa. Tiene la ambición de hacer una música que trascienda a su tiempo y a los tiempos anteriores. Este quizás sea el retrato más espontáneo de mi carrera», constataba el cantante en una entrevista a finales del año pasado.
Pareja de moda hasta que dejaron de serlo, Rosalía y C. Tangana fraguaron una alianza artística que arrancó en 2016 con «Antes de morirme» y llevó al madrileño a coescribir ocho canciones de «El Mal Querer»
Castizo y electrónico
Un baile de heterónimos como el que llevó a Sisa a transformarse en Ricardo Solfa que, en el caso de Tangana, implica un concienzudo chapuzón en boleros y baladas, sí, pero también en bossa nova, son cubano, bachata, rumba y pasodoble . Jaleo de palmas y samples de Joselito. Folclore castizo con injertos electrónicos, pespuntes pop y ecos cada vez más lejanos de ese trap en el que, según parece, dejó de reflejarse hace tiempo. «Que aquel artista que quería ser Drake hace cinco años ahora quiera reescribir el legado de la cultura popular más genuinamente española según la sintaxis del siglo XXI produce una atractiva sensación de familiaridad y novedad a la vez» , escribía Joan Pons en Rockdelux , donde el madrileño hizo historia al despedir 2020 con el primer ex aequo de publicación en el número 1 de la lista de mejores canciones nacionales. Una hazaña que, de la mano de «Demasiadas mujeres» y «Tú me dejaste de querer», primeros adelantos de El Madrileño y cohetes que salieron de órbita por obra y gracia de la dinámica viral , venía a escenificar una jugada maestra. A saber: copla y rumba, Camela y Los Chichos , para disparar todos los sismógrafos y batir unos cuantos récords. ¿Un ejemplo? «Tú me dejaste de querer», probablemente la canción más cantada, silbada y tarareada de lo que va de año, anda ya cerca de las 100 millones de escuchas en Spotify. Y todo gracias al efecto infeccioso de una bachata rumbera que se sacude el desamor entre palmas y pellizcos sintéticos.
El cantante quiere asaltar los cielos del pop con la ayuda de Calamaro, Kiko Veneno y Toquinho
Veneno en la piel
«Yo me he dado cuenta de que, aunque rapeara, mi bagaje cultural era el de la música popular. A veces lo noto: me sale una melodía y digo ‘‘esto parece Los Secretos, esto parece no sé qué’’. Cuando ya estoy buscando El Madrileño en concreto, después de escribir ‘‘Un veneno’’, me doy cuenta de todo eso», reconocía Tangana. No hay duda de que «Un veneno», su colaboración de 2018 con El Niño de Elche a ritmo de son cubano, es un buen punto de partida para esta nueva anatomía de la canción española, pero en realidad las migajas vienen de lejos y se puede seguir el rastro desde «Antes de morirme», su mano a mano con Rosalía justo antes de El Mal Querer (Álvarez aparece acreditado como coautor de ocho de las once canciones del disco de la de Sant Esteve Sesrovires, aunque ni él ni ella han querido hablar demasiado al respecto), a «Nunca estoy» y sus guiños nada velados a Alejandro Sanz y Rosario Flores . Y de ahí, ancha es Castilla y aún más la chistera de Alizz, productor de confianza de Tangana, a «Comerte entera», burbujeante bossa nova a medias con Toquinho y bajo el influjo de El Pescaílla .
«Siempre me he considerado una persona romántica, he tenido gusto por la cultura folclórica y he creído que tenía una forma sobria y elegante de hacer música», razonaba un C. Tangana que, además de rizar el rizo del éxito, va camino de encontrar la fórmula secreta que hace que la tradición suene arrebatadoramente moderna . Ante la duda, no hay más que asomarse a la lista de reproducción que ha publicado para contextualizar sus últimas canciones, una ilustrativa declaración de intenciones en la que Kanye West comparte protagonismo con Los Panchos, Willie Colón y Navajita Plateá .