ARTE
Un Surrealismo objetivamente subjetivo
CaixaFórum convierte su sede en Madrid en caja de resonancia del objeto surrealista, aquel que aparcó su utilidad para dar pie a fogonazos mentales increíbles
Francisco Carpio
El enigmático Isidore Ducasse , alias Conde de Lautréamont , fue el primero que en pleno siglo XIX, y con esta bien conocida afirmación: «Bello como el encuentro fortuito de un paraguas y una máquina de coser sobre una mesa de disección», percibió ... el desplazamiento simbólico de los objetos respecto a su clasificación genérica. Después, y tras una primera oleada subversiva dadaísta que liberó a los cotidianos de su esclavitud funcional para dotarlos de nuevos significados y lecturas, serían los surrealistas quienes habrían de tomar el testigo en esa transvaloración del objeto a sujeto artístico y simbólico , no de una manera mítica (símbolos generales y espirituales), sino dentro de la esfera freudiana en la que la libido, el deseo y el fetiche iban a ser partes integrantes del juego.
Camino de conversión
Así, el propio André Breton , gurú y sumo sacerdote del Surrealismo , con sus encuentros casuales ya intuidos en su novela Nadja (1928), el agudo dardo gigante del Objeto desagradable de Giacometti , el teléfono-langosta y el sofá labios de Mae West de Dalí , los utensilios forrados de piel de Meret Oppenheim o algunas piezas de Miró y Óscar Domínguez , entre otros muchos ejemplos, suponen nuevos hitos en este camino de conversión del objeto en sujeto.
Esta voluntad de subvertir , e incluso de pervertir el significado originario y pragmático de los objetos , dándoles otras lecturas y contenidos, también acercará las prácticas surrealistas -si bien de una manera inusual pero sugerente- al propio ámbito del diseño.
En este sentido, la exposición Objetos de deseo. Surrealismo y diseño (1924-2020) , tal como ya indica su enunciado, analiza el fecundo y enriquecedor diálogo que a lo largo de la Historia han compartido ambas esferas de creación, y que curiosamente sigue siendo todavía un fenómeno poco estudiado y revisado, aunque fuese clave, entre otros aspectos, en la liberación del diseño de su excesiva servidumbre funcional y utilitaria.
La propuesta presenta un total de 279 obras de arte y objetos que abarcan una amplia gama expresiva, entre pinturas, esculturas, dibujos, carteles, revistas, libros, fotos, películas, muebles y objetos, y acoge un nutrido grupo de artistas y diseñadores de primer nivel, tales como Duchamp , Man Ray , Magritte , De Chirico , Miró, Dalí, Le Corbusier , Meret Oppenheim, Claude Cahun , Shiro Kuramata , Ray Eames , Carlo Mollino , Gae Aulenti , Achille Castiglioni o Isamu Noguchi .
La muestra se articula en cuatro capítulos. El primero, «Sueños de modernidad », presenta una panorámica general sobre el propio movimiento surrealista dentro de un espectro cronológico que va desde los años veinte a la década de los cincuenta del siglo XX, y también indica cómo ese peculiar universo iba a traspasar los límites del arte para contaminar positivamente la esfera de los objetos y los diseños cotidianos.
Se plasman algunas de sus principales pulsiones formales y conceptuales, como el imperio de la emoción en detrimento de la razón , el halo orgánico de las cosas, y la vertiente no funcional sino simbólica de los objetos. Pueden verse obras, algunas ciertamente referenciales, de artistas como Duchamp -de quien se echa de menos su famoso urinario-, Dalí (ampliamente representado, aunque de quien también falta alguna pieza tan emblemática como su teléfono-langosta), Oppenheim, auténtica Venus de las pieles , o Gaudí, que cohabitan en gran armonía con diseños de importantes figuras tales como Ray Eames, Isamu Noguchi y Frederick Kiesler.
«Imagen y arquetipo» , segundo ámbito expositivo, centra sus intenciones en demostrar cómo el Surrealismo deposita otra mirada sobre los objetos de uso diario, liberándolos de su mera significación lógica para dotarlos de una nueva lectura en la que el absurdo, lo azaroso y lo complejo juegan sus cartas. Así, podemos ver trabajos de Man Ray o Matta en convivencia con diseños de Gae Aulenti , Achille Castiglione (excelentes ejemplos) o el caballo lámpara de La Font.
La pulsión erótica
Erotismo y Surrealismo fue siempre un certero pareado que se repitió con abundancia desde los inicios de este movimiento. «Surrealismo y erotismo», tercera parada de esta cita, da buena cuenta de ello. La sexualidad, la pulsión erótica, el deseo y el amor están presentes en innumerables obras surrealistas y, consiguientemente, en muchos ejemplos de diseño. Como la daliniana cara de Mae West, o inquietantes fotos de Lee Miller , Dora Maar , Claude Cahun o Hans Bellmer , que conviven aquí con objetos ideados por importantes figuras del diseño, caso de Carlo Mollino , Gaetano Pesce , Wieki Somers o Rei Kawaubo .
El último apartado, «El pensamiento salvaje» , título debido al antropólogo Claude Lévi-Strauss , propone un siempre atractivo acercamiento a todo ese universo en el que el azar, lo arcaico y primigenio, y lo irracional construyen unos mundos paralelos que, parafraseando a Eluard , al final resultan estar en este. Trabajos artísticos de Max Ernest , Man Ray y Miró se interrelacionan con piezas diseñadas por destacados autores como los hermanos Campana o los franceses, también hermanos, Ronan y Erwan Bouroullec.
En paralelo a esta iniciativa, el Círculo de Bellas Artes de Madrid ha programado asimismo Surrealistos , una serie de actos, entre ellos, un par de conferencias, un concurso literario, un ciclo de cine y un proyecto artístico.
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