El sistema de la Restauración, revisado

Ahora el libro de Roberto Villa se retrotrae a 1917, como el hito que marca el fracaso de la democracia liberal. Villa es un joven profesor de la Universidad Rey Juan Carlos con una obra importante, en la que destaca el libro que escribió junto a Álvarez Tardío: ‘1936. Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular’ , un aldabonazo en el discurso frentepopulista que sitúa la República como el modelo de la pureza democrática. Villa vuelve sobre los pasos de la trayectoria histórica española, con enorme aparato documental, para situar en 1917 el principio del fin de la democracia en el siglo XX. Ese año queda impresionantemente desbrozado para enmarcar en él los acontecimientos que acabaron por descarrilar el tren de la democracia.

Se pone en evidencia la proyección de la revolución soviética en España que incide en el sindicalismo revolucionario de UGT y CNT que explosionará en un conflicto social de intenso radicalismo en un agosto catastrófico, en que se produjeron situaciones de extrema violencia y que tendría efectos dentro del ámbito militar, con todo un aparato liderado por el coronel Benito Márquez con reuniones de junteros con golpe militar incluido en octubre que forzaría la dimisión de Dato y todo un soviet de sargentos que tenían previsto dar un golpe militar en enero de 1918. Todo ello en el marco de una sociedad inmersa en la neutralidad difícilmente sostenible de la I Guerra Mundial que acabaría agravando la tendencia al ombliguismo. Villa pone especialmente el acento en el rol jugado por Cambó , convirtiéndolo en el pionero del Estat Català de 1934, y rompe la imagen clásica tan positiva del político catalán .

La Lliga de Cambó pretendía que el Gobierno central renunciara en Cataluña a sus funciones básicas de recaudar impuestos o habilitar el ejército. El catalán debía ser la lengua oficial. Todos los funcionarios deberían haber nacido en Cataluña, que tendría Cortes con poder legislativo y fiscal. Villa defiende el sistema de la Restauración establecido en 1876, del que alaba hasta su régimen electoral (considera las elecciones de 1918 como las primeras elecciones democráticas en España) y dedica páginas extraordinariamente favorables a Alfonso XIII del que exalta su escrupuloso constitucionalismo y su disponibilidad a la hora de abdicar, lo que dignifica su figura.

Dos lecciones pretende subrayar el libro. Lo primero es que el debate Monarquía-República no tiene sentido y que lo trascendente es la garantía de la democracia frente al caos de la demagogia . Lo segundo es que no hay nacionalismo moderado. Todo nacionalismo disfraza sus objetivos para barrer siempre para casa. Cambó queda como el antecedente de la estrategia pujolista. De la paciencia a la independencia.

La crisis de 1917, a través de la mirada de Villa, constituye un ensayo general de lo que sobrevendría en los años treinta: la fractura de un régimen democrático que la Monarquía de Alfonso XIII intentó sostener inútilmente. El libro deja el regusto amargo de las dificultades para consolidar en nuestro país los regímenes democráticos y la inutilidad del esfuerzo voluntarista de determinados actores políticos como Eduardo Dato, presidente del Gobierno en momentos difíciles, con una política reformista encomiable y tristemente asesinado el 8 de marzo de 1921. Hace poco más de cien años.