LA FIESTA DEL DÍA DEL LIBRO REGRESA
Sant Jordi retoma el pulso de la calle sin restricciones
Libreros y editores confían en igualar o superar los registros de 2019, cuando se vendieron 1,6 millones de libros, en una diada en la que autores y lectores celebrarán el libro sin límites
Si esto fuera una novela, no habría mejor título que ‘El regreso’. O, si me apuran, ‘El reencuentro’. Porque vuelve la Semana Santa, calientan ya en la banda los festivales de verano y el bochinche San Fermín y regresa también Sant Jordi. El de ... toda la vida. O, mejor dicho, el de antes de la pandemia. Sant Jordi a. C. Antes del coronavirus. Sin restricciones. Sin limitaciones de aforo. Sin molestos toques de queda. Por no haber, ni siquiera habrá mascarillas obligatorias, por lo que lectores y escritores, editores y libreros, podrán volver a verse las caras. Y las sonrisas. Sobre todo las sonrisas. «Hay muchas ganas de recuperar Sant Jordi, de encontrarse con las librerías y los autores y autoras. La gente está pensando en salir, salir, salir. Estamos seguros de que se traducirá en mucha participación», subraya M.Carme Ferrer , presidenta del Gremio de Libreros de Cataluña.
Así que, dos años después, vuelven las ganas y las sonrisas, los libros y los lectores, y lo hacen con una consigna muy clara: hacer borrón y cuenta nueva. «Este Sant Jordi puede ser un punto de inflexión en la consolidación del incremento de los índices lectores consignados en los dos últimos años y para ayudar a la recuperación del sector del libro», constata Patrici Tixis , presidente de la Cámara del Libro. La lectura, faltaría más,es importante, pero no nos engañemos: si algo distingue un día como el de Sant Jordi, con sus ríos de gente culebreando por las calles y cientos de escritores dejándose la muñeca firmas tras firma, son las ventas. Millones de ejemplares despachados, facturación final, proporción de libros en castellano y en catalán, podios de los más vendidos…
Los números, en este caso, son casi tan importantes como las letras y también ahí confían editores y libreros en hacer, nunca mejor dicho, borrón y cuenta nueva. «El año pasado teníamos una previsión de facturar el 60% de 2019 y al final hicimos el 75%, así que este año creemos que podemos igualar las cifras de antes de la pandemia», reconoce Tixis. La fortaleza que ha exhibido el libro en los últimos meses y el asombroso cierre de 2021 con un 15% más de facturación que en 2019, sólo pueden invitar al optimismo.
De ahí que el objetivo, insiste el también presidente del Gremio de Editores de Cataluña, sea dejar atrás cuanto antes 2020 y 2021 y enfilar una senda de la recuperación que, en realidad, sigue siendo la misma en la que el libro se quedó a vivir después de la crisis de 2008. Desde entonces, todo ha sido una remontada que no acababa de llegar.
Para este año, la ecuación es clara: si el año pasado, con restricciones aún vigentes y una celebración a medio gas, se superó el millón de libros vendidos, no hay razón para que el próximo 23 de abril no se igualen los 1,64 millones de ejemplares que pasaron por caja en 2019. El otro número mágico es el de los 22,16 millones de euros, facturación final del último Sant Jordi prepandémico que el sector confía en superar o, como mínimo, igualar.
El desierto de 2020
Pero antes de seguir, un poco de memoria. 2020, cómo olvidarlo, fue un desierto. Con las librerías cerradas a cal y canto y la gente encerrada en sus casas, libros y rosas languidecieron y se marchitaron. En el centro de Barcelona, donde cada año había trasiego de lectores y escritores al trote, no había nada. Ni siquiera gente. Nada de nada. Sólo miedo a una pandemia que, aunque aún no lo sabíamos, apenas había empezado a calentar, y el lamento sostenido de una industria editorial que vio desplomarse los balances de ventas.
Para entonces ya se sabía que, como por arte de ensalmo, en un solo mes ya se había esfumado el 30% de la facturación anual. Quizá por eso se hizo todo lo posible por achicar agua y evitar el naufragio anunciado: charlas virtuales, zooms a tutiplén, firmas de libro ‘online’, encuentros con autores en Instagram y Facebook… Se activó la operación salvar al soldado San Jordi y tal fue el brote de hiperactividad que la mayoría de autores, acostumbrados muchos de ellos a la tecnología punta del lápiz y el papel, tuvieron que reciclarse a toda prisa en tuiteros, instagrammers, bloggeros… Lo que fuese con tal de amortiguar el batacazo en una jornada que tradicionalmente representa para el sector entre el 5% y 8% de las ventas anuales. Casi nada. Por poner un ejemplo, mientras que la Feria del Libro de Madrid acostumbra a cerrar cada una de sus ediciones con unos diez millones de euros en caja, Sant Jordi concentra en un único día (o, si somos generosos, en una semana) más del doble.
A falta de un 23 de abril como Dios manda, el sector improvisó un Día del Libro bis el 23 de julio: un Sant Jordi de verano que salió regular
A falta de un 23 de abril como Dios manda, el sector improvisó un Día del Libro bis el 23 de julio: un Sant Jordi de verano que salió regular al coincidir con el enésimo rebrote de la pandemia. Había ganas, sí, pero faltaban autores, y sobre todo, faltaban rosas . De hecho, si por algo se recordará esa diada será por las colas kilométricas a las puertas de unas floristerías a las que sólo les faltó cotizar en bolsa.
Sin control
2021 ya empezó a parecerse algo más al Sant Jordi de toda la vida: volvieron los autores, regresaron las firmas y la gente se echó de nuevo a la calle. «Que Cataluña entera esté en pie de guerra para celebrar los libros es algo extraordinario», celebraba Javier Cercas . Con todo, fue aquella una diada aún condicionada por las restricciones y la pandemia: controles de aforo, colas para casi todo, zonas de venta y de firmas de libros encerradas en zonas perimetradas… Se vendieron un millón de libros, sí, pero hubo también mucha extrañeza y dosis extra de cautela. Una coraza de la que, ahora sí, espera desprenderse definitivamente el día del libro y la rosa.
Una buena noticia es que desaparecen las limitaciones y crece el número de puestos y casetas: sólo en Barcelona, donde se estrenará una suerte de ‘supermanzana literaria’ equivalente a 20 campos de fútbol que ocupará el tramo central del Eixample, se habilitarán casi 300 ‘stands’, 170 de ellos con firmas de autores y otros 103 situados frente a librerías. Se esfuman los cercados, la oferta se atomiza por toda la ciudad -además de ese eje central, Sant Jordi contará con otra docena de espacios en diferentes barrios de la ciudad- y regresan los escritores internacionales, ya sea para participar en unos Diálogos de Sant Jordi recuperados tras dos años de sequía o para reencontrarse con sus lectores.
Es el caso, por ejemplo, del Nobel Orhan Pamuk , el superventas Jo Nesbo o el ruso Maxim Ósipov, tres de los autores que se dejarán caer por una diada que libreros y editores ya conciben como «una de los más relevantes de la historia». El viernes 22 de abril, horas antes de que arranque oficialmente Sant Jordi, la novelista y ensayista Imma Mons ó leerá el pregón de la diada en el Saló de Cent del Ayuntamiento, pistoletazo de salida para que los libros se echen a la calle.
Antes de eso, autores y lectores empezarán a calentar en Madrid, donde La Noche de los Libros concentra cerca de 400 actividades y dará voz a Mario Vargas Llosa, Annie Ernaux, Andrés Trapiello, Elvira Sastre, Manuel Vilas, Isaac Rosa, Lara Moreno y Ana Iris Simón, entre muchos otros. Madrid de noche, Sant Jordi de día. Como siempre.