ILUMINACIONES
Salvados por el jazz
Chet Baker y Paul Desmond pusieron fin a su enemistad y grabaron ‘Togheter’ en los años 70, un disco monumental e irrepetible
Pedro García Cuartango
Chet Baker, el rey de la trompeta, y Paul Desmond, el maestro del saxo alto, nunca se llevaron bien. Eran de carácter opuesto y sentían una fuerte animadversión personal. Uno y el otro se había vetado mutuamente en el pasado. Es imposible saber ... por qué el saxofonista decidió llamar por teléfono al trompetista en 1974 para pedirle que grabaran juntos en un estudio. Tal vez porque le habían diagnosticado un cáncer de pulmón y le faltaba poco tiempo para morir , tal vez porque quería reconciliarse con su enemigo, tal vez porque le admiraba como músico.
Baker que había estado en la cárcel por narcotráfico y que intentaba superar su adicción a las drogas, aceptó la invitación. Ambos tocaron juntos el 17 de julio de 1974 ‘Tangerine’ y ‘Hojas de otoño’, dos temas que forman parte del álbum ‘Togheter’, editado por Epic, un sello de Sony, en la década de los 90. El lugar escogido para la cita fue el estudio Van Gelder , situado en Englewood (Nueva Jersey), muy cerca de Nueva York. Baker y Desmond volverían a reunirse en dos ocasiones más: una, en abril de 1975 y otra, en febrero de 1977. En esta última cita, grabaron ‘You Can’t Go Home Again’, otro de los temas de este disco, en el que contaron con la colaboración de amigos y colegas ilustres como Jim Hall, Kenny Barron y Ron Carter.
Conmueve escuchar el juego de la trompeta de Baker y el saxo de Desmond al tocar ‘You Can’t Go Home Again’
Conmueve escuchar el juego de la trompeta de Baker y el saxo de Desmond al tocar esta composición de Don Sebesky, un clásico en el repertorio del jazz. ‘You Can’t Go Home Again’ suena como una despedida, ya que Desmond moriría en Nueva York cuatro meses después. Baker comienza interpretando este tema de una forma intimista y desgarradora, dando entrada al saxo de Desmond, que se suma en un brillante dialogo musical entre ambos genios. Imposible tocar mejor, con mayor sentimiento e inspiración. No puedo dejar de emocionarme cada vez que oigo las notas de los instrumentos de Desmond y Baker, que le sobreviviría al saxofonista 11 años más. Falleció en 1988 a los 58 años al caerse por una ventana en un hotel de Ámsterdam, aunque hay quien sostiene que se suicidó. Uno de los últimos temas que tocó en la ciudad holandesa fue este himno a la tristeza que evoca el hogar perdido y la nostalgia por un pasado que nunca volverá. El disco se cierra con una impresionante versión del ´Concierto de Aranjuez´ de 20 minutos de duración.
Desmond había desarrollado su carrera junto a Dave Brubeck, su amigo y mentor. Era un hombre muy religioso y también un solterón mujeriego y empedernido, dotado de una profunda ironía. Cuando su médico le diagnóstico el cáncer, exclamó: «Menos mal que mi hígado está muy sano». El saxofonista no sólo era adicto al whisky Dewars y a los cigarrillos Pall Mall. Había tomado todo tipo de drogas y había experimentado con LSD. En sus últimos años, se atiborraba de estimulantes para poder tocar. Por el contrario, Baker pasó la etapa final de su vida luchando contra su adicción a la heroína. Había pasado por un auténtico infierno en los años 60 cuando fue detenido y encarcelado en Italia durante un año y medio por tráfico de estupefacientes.
Intelectual
Desmond era un intelectual, culto y refinado. Baker había nacido en el seno de una familia muy modesta en Oklahoma, donde su padre de ganaba la vida como guitarrista. Se casó tres veces, tuvo cuatro hijos y numerosas amantes mucho más jóvenes que él . Hay pocos datos sobre la vida del saxofonista, que era una persona muy reservada y solitaria, mientras que se han escrito varías biografías sobre la difícil existencia de Baker. Unos meses antes de que muriese, Bruce Weber rodó un documental titulado ‘Let’s Get Lost’ , en el que le filma al trompetista en un estado de decrepitud.
Hay una secuencia en el que le ve paseando en un descapotable bajo las palmeras de Beverly Hills, mecidas por la brisa. Es de noche, parece enajenado y va acompañado de dos mujeres que ríen. Luego se le ve jugando en la playa con su primera mujer cuando era una joven estrella y un mito sexual. Nunca vería esas imágenes porque, cuando se estrenó el trabajo de Weber, nominado para un Oscar, había ya fallecido.
Los amantes del jazz tuvimos la suerte de que ambos juntaran su talento en aquellas sesiones neoyorquinas en los años 70, recopiladas en ‘Togheter’, una joya discográfica que hoy se ha convertido en un clásico que testimonia el talento de estos dos seres que buscaron su salvación en la música .
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