Richard Osman, un crimen nada serio

Valiéndose de estos dos puntos de partida, misterio y senectud, Osman no necesita apoyarse en las cifras de ventas para demostrarnos que, si se hace con inteligencia -y, sin duda, este es el rasgo que más destaca en la voz narrativa de ‘El jueves siguiente’- el humor nos permite adentrarnos en los rincones más oscuros y sensibles de la tragedia, tanto natural -así son el envejecimiento y la muerte-, como imprevista -aquella que provoca la violencia-.

Explorar una y otra parece ser el objetivo fundamental del novelista, que resulta más original y estimulante en la irónica y a menudo sorprendente reflexión generada al hilo de la acción, que en el desarrollo de un relato no demasiado espectacular, pero sí correcto y bastante entretenido, al servicio de un conjunto de perfiles destinados a despertar nuestra empatía.

El resultado, una novela amable, en la línea de clásicos del siglo XX como ‘El asesino vive en el 21’, de S. A. Steeman, publicada por Siruela, o ‘Delicioso suicido en grupo’, de Arto Paasilinna, disponible en Anagrama, pero con un toque canalla que impregna especialmente el pasado de Elizabeth, cuya trayectoria profesional se asocia con sutileza a un MI5 más cercano a los espías descritos por Mick Herron en ‘Caballos lentos’ (Salamandra) que a los tormentosos agentes, peones de la Guerra Fría, imaginados por John le Carré. En este sentido, ‘El jueves siguiente’ supone también un bienvenido homenaje a la tradición del suspense británico , pasto, por su diversidad, longevidad y riqueza, de revisiones infinitas y, por desgracia, no siempre tan acertadas como esta.