ARQUITECTURA
Rafael Moneo: «Las casas y los espacios públicos tienen un valor del que no debemos prescindir»
La Bienal de Venecia, que abre sus puertas el día 22, premia con un León de Oro la trayectoria de uno de nuestros mejores arquitectos. El español Rafael Moneo se reconoce como parte de una generación que aún aprende y aporta a la disciplina
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Iniciar sesiónRafael Moneo (Tudela, 1937) confiesa que le emociona profundamente haber sido galardonado con el León de Oro a la trayectoria de la Bienal de Arquitectura de Venecia . «Me ha alegrado mucho que hayan pensado en mí porque es un galardón que tiene un ... carácter muy diverso. La Bienal es un obligado punto de peregrinaje para estudiantes y amantes de la disciplina en todo el mundo. Que se haya pensado en mí como la persona que en este momento identifica a la comunidad de arquitectos me hace sentirme incluso conmovido», dice.
Más allá de la bienal, ¿la sociedad entiende qué es la arquitectura y se habla adecuadamente sobre ella?
El ciudadano de a pie no precisa estar al tanto de cuáles son nuestros problemas como arquitectos, pero seguramente los percibe. Sin embargo, explicar cómo se difunde actualmente la arquitectura, cómo es aprendida es más difícil, ya que hoy no se dispone de cánones que den a quienes se inician en la disciplina unos conocimientos que les ayuden en el ejercicio de la profesión.
¿Cómo incide esto en la definición contemporánea de la profesión?
Hoy la arquitectura se aprende de un modo menos preciso, teniendo en cuenta cuestiones que abarcan la estricta moda, las técnicas constructivas e inclusive las formas de vida que contribuyen a definir los programas que el arquitecto necesita como punto de partida. El conocimiento arquitectónico es hoy menos específico de lo que lo era ayer. No obstante, todavía se le sigue pidiendo al arquitecto, aunque su figura se haya difuminado, que se haga cargo de concretar ese último aspecto que lo construido tiene. Esa labor difícil, mereciendo el respeto de los demás, y desde cierta sensación de saber qué se está haciendo, es resultado de una educación amplia y abierta a muy distintos cambios e intereses.
¿Que ese conocimiento sea menos específico ha supuesto que en las escuelas pierda importancia el estudio sólido de la Historia?
No me atrevería a decir que hoy en las escuelas no interese la Historia de la arquitectura. Otra cosa es lo que se dio en llamar ‘estilos’, y que en el pasado tuvieron una expresión concreta y clara, pero que ya no sirven hoy. Los estilos han dejado de ser tan fácilmente asimilables y utilizables por los arquitectos a partir del Modernismo.
Dicho esto, tampoco debe entenderse que, en este momento en que todo parece estar más abierto, no esté presente todo lo de la Historia que gravita sobre nosotros. Por esa razón, el estudiante de arquitectura no puede perder tampoco el contacto con ella.
Otra cosa es que el valor que se dio a determinados elementos del pasado haya de seguir vigente hoy. Seguramente, el arquitecto actual no tiene responsabilidad sobre tantas cosas en el proceso de construcción. En los edificios más importantes, polémicos y provocadores, incluso en aquellos que pueden representar con mayor claridad lo que es nuestro tiempo, el considerado ‘arquitecto’ no es el único responsable de todo lo que allí ocurre.
Actualmente, la construcción es el resultado de un esfuerzo colectivo en el que, al final, alguien infunde criterios de forma que acaban configurando lo que es el edificio. Ese a quien se llama ‘arquitecto’ es una figura muy distinta de aquella a la que el término designaba en el siglo XIX y la primera parte del XX.
¿Se considera usted parte de esa última generación de arquitectos?
Muchos arquitectos de mi generación aún nos hemos criado y hemos desarrollando nuestro ejercicio profesional dentro de un entendimiento de lo que significaba serlo desde una noción efectivamente más próxima a lo que fue en el pasado.
Que no está necesariamente obsoleta, en mi opinión.
Ese modo de ser arquitecto seguirá estando presente. El cambio de escala, y que los edificios más provocadores se resistan a ser vistos como próximos a la arquitectura antigua, no significa que no haya muchas otras ocasiones en que la arquitectura tal como era entendida en el pasado no tenga mucho que decir, ni que el mundo avance olvidando completamente lo que las cosas han sido. El mundo avanza manteniendo muchos mundos vivos a la vez, y en él sigue habiendo sitio para esos arquitectos a los que yo pertenezco.
Por otra parte, me parece que los arquitectos de mi generación tienen la obligación de aprender que la ciudad que viene no tiene que ver con la del pasado. Sin embargo, también estamos llamados a defender los atributos de la ciudad antigua y evitar que se olviden. Recordar que quienes construyen tienen que incorporar y absorber esa ciudad antigua. Explicar y tratar de hacer inteligible y accesible el conocimiento de cómo se ha construido en el pasado es también una lección valiosísima y esencial para explicar cómo se construirá en el futuro.
Usted ha sido autor no sólo de muchos nuevos edificios, sino también responsable de numerosas rehabilitaciones. ¿Estamos en Europa en un momento más de rehabilitación que de construcción?
Siempre he tenido un enorme interés en construir sobre lo construido. Creo que el problema de la ciudad futura es el de absorber debidamente la ciudad que heredamos. No debemos prescindir de lo construido sin detenernos a pensar dos veces cómo puede sernos útil, no en términos estrictamente económicos, sino desde el valor configurante que todo edificio cumple en la ciudad. Comprender la ciudad como resultado del proceso evolutivo de un ser diverso ayuda a pensar que toda intervención y edificio no es un elemento autónomo, sino uno que debe integrarse en ella.
Hoy se está produciendo un proceso que debería obligarnos a ser rigurosos y exigentes. Ser respetuosos en términos ecológicos cuando se construye implicaría involucrar los desplazamientos, a las propias técnicas utilizadas… Sin embargo, actualmente se están dando muchas propuestas que son ecológicas a costa de un gran nivel de artificialidad con el objetivo de permitir al usuario último presentarse como responsable.
¿Las circunstancias de la actual pandemia han puesto de manifiesto la necesidad de repensar seriamente la arquitectura y la ciudad?
La reacción al coronavirus debe ser una respuesta global y, personalmente, no dejaría que una actividad como la construcción del medio físico fuera la que tuviera que tener claramente establecido el programa para actuar tras la pandemia. Esa actuación debería afectar, y seguramente a lo hará, a nuestras vidas de manera total. Durante la pandemia se nos ha enseñado que nuestras casas, que los espacios públicos tienen un valor del que no deberíamos prescindir… Pero creo que muchas otras actividades humanas van a tener que reaccionar y abordar los mismos cambios que deberá hacer la arquitectura.
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