El polisémico cuerpo del ladrillo

No resulta, pues, nada descabellado, y menos aún impertinente, que este proyecto que ahora se presenta con el nombre de Postcrisis , y que trata de aportar una mirada crítica y reflexiva, desde áreas tan diversas como la arquitectura, las artes visuales y el pensamiento , sobre algunos de los cambios y transformaciones que han venido produciéndose después del inicio de esa crisis, se focalice precisamente en el ladrillo , ese elemento tan humilde, y al tiempo tan necesario en cualquier construcción, y del que, durante ese boom (otro término más que añadir), no solo se hizo uso sino más bien abuso, y lo convierta en un simbólico hilo conductor que dé coherencia y significado a las diferentes intervenciones artísticas de esta propuesta.

Una propuesta ideada por Dilalica , colectivo curatorial formado por Cati Bestard, Marta Sesé y Louis-Charles Tiar , realizada con el apoyo del Ayuntamiento de Madrid y la colaboración de la Escuela de Arquitectura de la Politécnica de Madrid, y concebida para un total de siete espacios independientes de Madrid ( El Cuarto de Invitados, Nadie Nunca Nada No, Alimentación 30, Casa Banchel, Nigredo, D11 e Hiato ) en los que se activan de forma simultánea una serie de proyectos situados en distintos barrios de Madrid, alejados del circuito galerístico habitual, lo que supone proponer otras formas -llamémoslas periféricas- de presentar planteamientos creativos fuera de los nodos tradicionales. Ese es uno de los principales haberes del proyecto.

Es también digno de mencionar el hecho de que los ocho artistas participantes: Marlon de Azambuja, Tamara Arroyo, Iñaki Domingo, Mario Espliego, Esther Mañas, Clara Montoya, Rafa Munárriz y Agnès Pe , llevaron a cabo hace unos meses, en mayo, una serie de actividades formativas, como un seminario o una visita a una fábrica de ladrillos, con el objetivo de familiarizarse con este objeto. Una táctica muy curiosa y, con toda seguridad, iluminadora y sugerente.

Resulta obvio que, pese a emplear como leitmotiv fundamental este objeto, las propuestas se mueven en torno a muy diferentes enfoques y miradas , que en algunas obras están alejadas de las características más físicas, tangibles y visibles de los ladrillos. Así, oscilan entre su uso real y palpable, como es el caso de De Azambuja (Alimentación 30), Domingo (D11) y Montoya (C. Banchel), hasta una utilización bastante más simbólica y desmaterializada, visible en las piezas de Arroyo (Nigredo), Espliego (C. Banchel), Agnès Pe (ECDI), Esther Mañas y A. Moori (Madie Nunca), e incluso en la plasmación de la presencia de su ausencia, tal como plantea Munárriz (Hiato). De cualquier forma, una interesante y necesaria reflexión sobre la crisis de un sector que afectó sobre todo al sufrido ciudadano de a pie. Como siempre.