¡Volviste. ¿Y qué encontraste?
La sombra del pasado.
en un perfil de muerto.
Cráneos lavados. Tristes,
si entra, sale sordo,
sin música, sin eco.
Deshabitados ojos, gargantas
que sin grito no emiten ni el silencio.
Larga afonía a punto
de perder hasta el nombre.
Fragmento de ‘una temporada en el infierno’
¡Atrás! ¡Atrás! ¿Qué dices?, dijo el Ángel de piedra,
la Implacable dulzura más feroz que ha existido.
Mírame. Yo he surgido de las simas más hondas,
de los derrumbaderos más ciegos de la muerte.
Tú tendrías, tal vez, que haberme siempre amado,
doblado ante un oscuro e implacable designio.
Mas te odio, te odio… Y en su helada sonrisa
brillaba el doble filo de una abierta navaja.
¿Qué vas a hacer? ¿Qué has hecho? Se oían los aullidos del Gorgojo avanzando, cómplice en la penumbra.
Míralos bien, son esos los gritos que te cercan,
que a la Impasible empujan a arrojarte a la nada.
Tú entraste en el delito de amar unos cabellos,
una belleza joven de precisa figura.
Su fragancia infinita envenena mis noches,
su futuro es el rayo fatal que me aniquila.
¡Oh, qué crimen amar cuando las sombras llegan,
decidir que la vida de pronto ha terminado,
que los años que vienen, sin morir, ya se han muerto,
que es todo anticipada y ansiosa sepultura.
Yo voy a destruirte. Tu imagen será menos
que el polvo derribado de una estatua de aire.
Serás en el recuerdo menos de lo que eras
en el túnel materno, antes de haber nacido.
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