Tom Petty, sonidos del corazón roto

Dispuestos a grabar un disco, el primero que se dio cuenta de su potencial fue el productor junto a Leon Russell del sello Shelter. La discográfica estaba ubicada en la lejana Tulsa, Oklahoma, así que hasta allí fueron en una furgoneta desde Florida para grabar por primera vez en los legendarios Church Studios, una especie de castillo de piedra algo siniestro pero con un sonido fuera de lo común.

Era un momento en el que la industria apostaba fuerte por artistas en solitario y el destino le puso a Petty en un dilema moral: le acababan de ofrecer un contrato discográfico para grabar un álbum, pero debía ser él en solitario. Petty lo pensó mucho y vio que ese no era el camino con el que había soñado, no quería ser famoso de esa manera, él quería tener una banda . Habló con sus compañeros que, sorprendidos, agradecieron ese gesto de fraternidad propia de piratas y bandoleros. Así el joven Tom consiguió una unión de fuerzas propio de una armada invencible. Tal romanticismo le ha acompañado siempre como un viento a favor, del mismo modo que el tatuaje del corazón roto ha sido el símbolo inequívoco de la banda.

El éxito le llegó a Petty un tanto por sorpresa, el mercado había cambiado y su sueño de tener una banda resultó adecuado a los nuevos tiempos posteriores al «punk» donde volvía a recuperarse la urgencia de las melodías más pop de los sesenta incluso en el corazón del «rock & roll». Las historias de encuentro, pérdida, optimismo, esperanza y desasosiego de Petty resultaron entrañables, retratos de la vida cotidiana con los que era fácil identificarse. Anticipando la aparición de Bruce Springsteen como fenómeno de masas, los rompecorazones se convirtieron en banda querida, favorita y admirada por público y crítica. A partir de ahí, una historia dulce, el sueño realizado de cualquier músico.

A Tom Petty, de 66 años, la muerte le ha visitado demasiado pronto. Se encontraba descansando en su casa de Malibú en la fase final de su gira por el 40 aniversario de la aparición de «Damn The Torpedoes» cuando, súbitamente, fue víctima de un ataque cardíaco. Su último legado fue la producción de «Bidin’ My Time», el reciente trabajo de Chris Hillman.