PERIODISMO
El periodismo de investigación y la salud de una democracia
El 'busque las mentiras' de Ben Bradlee es el nuevo mantra de los reporteros
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Iniciar sesiónLo dijo Jonathan Franzen en estas mismas páginas hace un par de semanas: Estados Unidos cambió como consecuencia del desastre de la guerra de Vietnam. «Creo que una parte de la pérdida de confianza en el Gobierno empieza ahí, porque mintió una ... y otra vez sobre la guerra». Dicho de otro modo, un país que había camuflado su corta historia entre delirios de grandeza, había perdido la inocencia. Esta ruptura tiene nombre de película: los papeles del Pentágono , con el periodismo de investigación como cooperador necesario.
Estos papeles hacen referencia a decenas de miles de páginas de dosieres que contenían la estrategia militar de Estados Unidos durante la guerra de Vietnam. Incluían acciones reprobables y el bombardeo de aldeas con civiles, justo lo contrario de lo que el presidente Johnson decía públicamente. Eran la prueba de que el Gobierno mentía. Cuando 'The New York Times' comenzó a publicarlos, el Ejecutivo hizo todo lo posible para silenciar estas informaciones, e incluso consiguió que un tribunal obligara al periódico a cesar su publicación.
Si la prensa salió victoriosa fue porque un diario de la competencia, el 'Washington Post', se hizo con esos papeles y le dio continuidad a la investigación. Hubieron de darse varias circunstancias, entre ellas la audacia de un director único, Benjamin Bradlee , y su sintonía con la propietaria, Katharine Graham , que ignoró las presiones y judiciales cuando pronunció unas palabras que todo CEO sueña con decir alguna vez: «Adelante. Publícalo». El caso llegó hasta el Tribunal Supremo, que en una sentencia histórica ratificó que la libertad de prensa estaba por encima de las artimañas de la Casa Blanca.
Sin los papeles del Pentágono, el caso Watergate, el otro gran hito del periodismo de investigación, no habría salido a la luz. «El periodismo cambió para siempre por la presunción –por parte de la mayoría de los periodistas– de que, después del Watergate, los funcionarios del gobierno tienden a mentir de manera instintiva cuando se enfrentan a hechos vergonzosos. 'Busque las mentiras' reemplazó al 'busque a la mujer' o 'siga el dinero' como nuevo mantra del periodismo».
La traslación de los papeles del Pentágono al escenario español, si entendemos que esta investigación fue la primera que descubrió las vergüenzas de la naciente democracia, tiene que ver con el caso GAL. Durante meses, periodistas como Ricardo Arques y Melchor Miralles fueron desvelando una trama que usaba fondos reservados del Estado para cometer delitos de sangre. En la guerra soterrada contra ETA hubo dinero para pagar a mercenarios, para pagar silencios y para el enriquecimiento personal de altos cargos del Gobierno.
Cuando el caso saltó a los tribunales, se alargó más de diez años, e incluso acabó con Felipe González declarando ante el Supremo en calidad de testigo. No hay tanto glamur en esta historia como en el antecedente americano: el presidente no cayó (o no solo) por este escándalo, a Pedro J. lo destituyeron de la dirección de 'Diario 16' por pasarse de la raya y a las informaciones les acompañó un antagonismo político muy español, de desprestigio y caricatura.
España, no obstante, había aprendido la lección: toda institución que esté en aprietos, por pura reacción instintiva, tiende a mentir. El 'busque las mentiras' de Bradlee se había instalado en el periodismo de investigación, germen de otras grandes exclusivas como los papeles de Bárcenas o los recientes papeles de Manglano , que estas semanas, en ABC, han alumbrado los muchos oscuros que rodean a la transición española.
A primeros de octubre el Congreso de Periodismo Miguel Delibes reunió en Valladolid a algunas de las firmas más reputadas del periodismo español. Allí se habló de compromiso, independencia y rigor como antídoto a la institucionalización de la mentira. De Nixon a Trump, de Suárez a Sánchez, la sociedad siempre «va a reclamar periodistas en defensa propia», dijo Iñaki Gabilondo .
Hoy, igual que en los años setenta, sigue siendo igual de cierto que el estado de salud de una democracia se mide por el vigor de su periodismo. Pero esto solo son teorías sobre periodismo, que diría Ben Bradlee, una mera imitación de lo que supone el oficio: «Las teorías son para críticos y profesores. Las exclusivas son cosa de reporteros y editores».
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