CÓMIC

Mayte Alvarado: «Me parece importante dejar espacio al lector»

Mayte Alvarado presenta «La isla», su obra más extensa hasta ahora y una historia sobre el aislamiento y el acercamiento

El dibujo de Mayte Alvarado destaca por difuminar los límites entre paisaje y personajes

Un hombre loco de dolor, una muchacha perdiéndose en el amor, un misterioso perro y, ante todo, una isla que vive gracias al mar, pero al mismo tiempo lo teme. Esas son las piezas con las que Mayte Alvarado (Badajoz, 1978) ha construido ‘La isla’ ... (Reservoir Books), un cómic en el que paisaje y personajes se influyen tanto mutuamente que llegan a confundirse.

¿Cómo acaba una extremeña haciendo un cómic tan marinero?

Toda esa simbología del mar es algo que va más allá de lo geográfico, es algo compartido. De hecho, esa era la idea, partir de algo compartido. Yo conozco el mar desde niña, me acuerdo del momento en que lo vi por primera vez y fue algo muy emocionante. Pero también es un libro que trata sobre el aislamiento, es algo entendible más allá de la circunstancia de ser una isla.

Aparte del aislamiento, otro tema que se ve en el libro es el de la maternidad y la paternidad, tanto el quererla como el haberla perdido.

Realmente, el personaje que existe desde el principio es el masculino, el señor que ha perdido un hijo y a quien acompaña el perro. Es el que marcó cómo iba a ser la historia. El personaje femenino al principio era distinto en cuanto a las circunstancias de lo que le sucedía: era una historia más romántica, pero no terminaba de cuadrarme. Mi intención era establecer un vínculo entre los dos personajes, que las circunstancias les llevasen a un sitio –no geográfico, sino a un sitio dentro de ellos– en el que se crease un vínculo entre ambos. Y me pareció bonito establecerlo desde la paternidad perdida y la maternidad no deseada, sin querer comparar las dos cosas, pero sí estableciendo lazos. No me pregunté mucho por qué decidí de repente que ella iba a quedarse embarazada y, cuando decido que la historia va a ir así, tampoco me planteo hacerlo porque me interese hablar de ese tema en concreto, sino porque todo cuadraba mejor si había ese embarazo.

Llama la atención la cantidad de paralelismos que hay en todo el cómic.

Como he dicho, todo va sobre una conexión entre dos personas, sobre cómo se van acercando y se van pareciendo. Hay algo de lo que yo no siquiera me había dado cuenta hasta que me la comentó mi editor: el último texto de ella en el capítulo ‘El mar’ está en bocadillos; hasta ese momento, cuando ella hablaba, el texto no iba en bocadillos, el único personaje que tiene bocadillos cuando habla solo es el hombre, el loco. Eso muestra el acercamiento entre esas dos personas, es una forma de establecerlo de una manera no verbal. Esto es un cómic, es narrativa visual y quería que eso fuese patente.

«Esta historia sale del paisaje, es este quien domina lo que se va contando»

En ‘La isla’ emplea más el texto que en otros de sus trabajos. ¿Se vas sintiendo más cómoda con las palabras?

No es la parte en la que me siento más cómoda. Yo empecé haciendo historias prácticamente -o totalmente- mudas y lo que más me interesa son las posibilidades de narrar con imágenes. Pero, para este proyecto, un paso que quería dar era introducir algo más de texto. Pero es un texto no muy narrativo, la narración sigue estando más en las imágenes. Pero era importante para mí ver cómo resultaba, si conseguía equilibrar las dos cosas.

E incluso dentro de elementos que normalmente serían textuales, hay juegos muy interesantes, como representar los ladridos del perro con bocadillos vacíos, en vez de onomatopeyas.

Me parece importante dejar mucho espacio al lector. Y establecer un bocadillo vacío incluye a los lectores, hace que tengan que pensar en cómo suena eso. Podría haber usado una onomatopeya –como hago, por ejemplo, con las campanas–, pero pensé que cuadraba mejor así. Y, como la del perro también es la ‘voz’ que le habla al loco, prefiero dejar que el lector interprete lo que hay en el cómic y creo que esta era la mejor manera.

Pasando al dibujo, es muy interesante el uso del color, cómo en cada capítulo cambia el color dominante.

Hay varios motivos para ello. Por un lado, la función narrativa, el color es un elemento tanto expresivo como narrativo. Y es un elemento fácilmente entendible, puedo aportar mucha información si utilizo los colores para contar cómo están los personajes, qué está pasando o cuáles son las emociones predominantes en un capítulo concreto. Por otra parte, como el apartado gráfico de la isla es tan escueto, tan reducido a lo esencial, me gustaba darle algo de vida, de variedad. Por lo que también hay una función estética. E incluso hay otra función más, que es lograr que yo me divierta trabajando, que esos cambios impliquen tener que probar qué es lo que va mejor para cada capítulo.

Pese a que el paisaje de la isla es escueto, juega mucho con la forma en que personajes y paisajes se van fusionando, cambiando. Es algo que ya estaba presente en trabajos suyos anteriores, pero aquí lo lleva a un nuevo nivel.

Creo que la historia de ‘La isla’ sale del paisaje, es este quien domina lo que se va contando. Es mi trabajo sobre esos dos elementos, las rocas y el mar, lo que marca lo que pasa en el libro y cómo se cuenta. Aunque en este cómic hay muchas ideas flotando, una de las ideas básicas que tenía era que lo de dentro es lo de fuera y lo de fuera es lo de dentro. La isla es un lugar si tú quieres entenderlo así, pero lo puedes entender de otra manera. Por ello, la isla debía cambiar, todo se va fundiendo. Tenía que ser algo orgánico.

«Quería establecer cosas de manera no verbal. El cómic es narrativa visual»

Llama mucho la atención una doble página, prácticamente a la mitad del libro, que -en medio de ese despliegue de formas y colores- es casi blanca, con un par de pequeñas viñetas y textos breves.

La historia se desarrolla de forma prácticamente continua, en la primera parte los personajes entran y salen de escena casi como si fuera teatro. Y, casi a la mitad, se producía un corte en el que sí que había un transcurso de tiempo entre una parte y otra. Probé varias cosas, pero pensé que lo mejor era hacer algo que indicase visualmente que había una ruptura. Y me pareció que quedaba bonito así, con esas pequeñas viñetas centradas en el perro.

Antes de este cómic, había creado una pequeña editorial y formado parte de un proyecto de publicación ‘online’. ¿Es necesario recurrir a este tipo de cosas para sobrevivir como autor de cómic?

No sé muy bien qué contestar a eso, porque yo empecé ya montándomelo por mi cuenta y he tardado mucho en publicar con una editorial grande. Así que, viniendo como vengo de la autoedición, es algo que nunca se llega a abandonar de pleno. O, al menos, yo no tengo la intención de hacerlo. Siempre hay cosas que no encajan en los formatos más comerciales, o momentos en los que simplemente me apetece hacer algo y publicarlo. La editorial El Verano del Cohete ya la cerramos, pero el otro proyecto, ‘spiderland/snake’ , es un campo de juego para hacer lo que me apetezca sin pensar si se ajusta o no al mercado. Así que nunca he pensado en dejarlo completamente aparte, aunque a veces no le pueda prestar la atención que me gustaría.

Artículo solo para suscriptores
Tu suscripción al mejor periodismo
Anual
Un año por 15€
110€ 15€ Después de 1 año, 110€/año
Mensual
5 meses por 1€/mes
10'99€ 1€ Después de 5 meses, 10,99€/mes

Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras

Ver comentarios