UNA MIRADA ACADÉMICA
Las palabras no descansan, bullen
José María Merino reflexiona sobre el mágico mundo de los vocablos
José María Merino
¿Qué es una palabra? Cuando yo era niño, me fascinaba que, con menos de 30 letras, las personas mayores fuesen capaces de componer un universo tan rico en palabras, la mayoría de las cuales yo no era capaz de entender... Y ya adolescente ... en ciernes, comenzaron a fascinarme los diccionarios y las enciclopedias. Como tuve la suerte de un padre que consideraba que los libros eran la mejor riqueza que podía tener una familia, y de una madre que no tenía nada que oponer a aquella segura obsesión, disfruté desde muy pronto de la cercanía de novelas, libros de teatro y de poesía, otros especializados en el mundo jurídico -mi padre era abogado- pero también de varios diccionarios y de una inolvidable colección, llamada Enciclopedia Universal Ilustrada, que todo el mundo denominaba «Espasa».
Todavía hoy, en que utilizo habitualmente Wikipedia, el ‘Espasa’ me ilumina en numerosos momentos de información histórica dudosa. Yo era el encargado de buscar en el Diccionario de la RAE o en el ‘Espasa’ las palabras raras que surgían en las conversaciones familiares. Pero mis lecturas también me llevaban a ellos . Por ejemplo, la de ‘La isla del tesoro’ me hizo apreciar mucho las palabras marinas, y su etimología. Pero también me interesaban muchas palabras agrícolas, y me seducían las relacionadas con el mundo vegetal o animal. Buscaba palabras antiguas en el ‘Tesoro de la Lengua Castellana o Española’ de Sebastián de Covarrubias, en la edición de 1943, donde, entre otras cosas, descubrí que los macarrones ya estaban en nuestro léxico a principios del siglo XVII...
Cuando entré en la RAE, lo que más me deslumbró de las palabras fue su continua ebullición
Sin embargo, lo que más tarde me deslumbraría de las palabras, cuando entré en la RAE, es su continua ebullición. Lo constato todos los jueves en la comisión a la que pertenezco, donde e l repaso del léxico nos obliga de continuo a matizar acepciones que parecían inmutables. Porque palabras con aspecto de tener un significado inamovible -pienso en lujuria, por ejemplo, cuyo sentido parecía irremisiblemente pecaminoso- el tiempo, al obligar a matizar aspectos contemplados solo desde lo religioso, nos obliga a descartar lo ‘pecaminoso’ y a centrarnos en lo excesivo...
Pero lo más sorprendente de mi trabajo académico, de mi relación ‘profesional’ con el Diccionario, ha sido comprender mucho mejor el sentido de la literatura. Es cierto que el uso colectivo determina la consolidación de las palabras, y que muchas de ellas provienen de la ciencia, de la filosofía, de la medicina, de la tecnología, del derecho... mas todas las referentes al mundo de los sentimientos, expresados o mantenidos en secreto, de las relaciones, de la comunicación entre nosotros, están en la literatura, desde la clásica a la contemporánea. Las palabras no descansan, y la literatura es la mejor muestra de su movimiento.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete