ARTE Y LIBROS

Norah Borges y Guillermo de Torre: un amor ultraísta

El ultraísmo, movimiento literario nacido hace un siglo al calor de la tertulia de Rafael Cansinos Assens en el café Colonial de Madrid, atrajo a un joven Jorge Luis Borges y a su hermana Norah, talentosa artista. Recorremos aquellos caminos vanguardistas

La pintora e ilustradora argentina fue retratada por Gisèle Freund en 1942. A su derecha, el ensayista, poeta y crítico literario y de arte Guillermo de Torre (Madrid, 1900-Buenos Aires, 1971), con quien Norah estuvo casada

Juan Manuel Bonet

Luis María Marina , nuestro muy activo consejero cultural en Buenos Aires, lleva meses intentando conmemorar, telemáticamente, el centenario de la importación del ultraísmo al Nuevo Mundo , que se produjo en 1921, cuando la familia Borges volvió de España con ... esa tendencia en sus maletas. El primer fruto porteño de ese regreso fueron los dos números de una revista mural, ‘Prisma’, en la que se publicaron versos de los ultraístas españoles dejados atrás (entre ellos, Jacobo Sureda , Guillermo de Torre y Adriano del Valle ), y de Jorge Luis Borges y de conversos locales como su primo Guillermo Juan , Eduardo González Lanuza o Norah Lange ... Más, como ilustradora única, Norah Borges.

A esta primera publicación periódica impulsada por el indiscutible líder de la versión porteña del ultraísmo le seguirían una primera ‘Proa’ , también ilustrada por Norah, y que en lo tipográfico era una copia exacta de ‘Ultra’ de Madrid; una segunda de formato más convencional y ambición más ecuménica; un tabloide absolutamente espectacular y de título nacionalista, ‘Martín Fierro’ ; y, por último, una longeva revista de título geográfico, ‘Sur’ , equivalente de lo que eran la ‘Revista de Occidente’ en Madrid, ‘Contemporáneos’ en México, o la ‘Nouvelle Revue Française’ o ‘Commerce’ en París.

Los hermanos Jorge Luis y Leonor Fanny Borges (a quien el escritor llamaba Norah)

Antes de este periodo porteño, el ultraísmo, en el que casi desde el principio militaron los Borges, y del que Jorge Luis terminaría renegando estrepitosamente, fue una creación madrileña. Su profeta, Rafael Cansinos Assens , sevillano afincado en Madrid, y más en concreto en la Morería, junto al Viaducto cantado por el argentino, era un escritor de la generación modernista, próximo desde comienzos de siglo a Juan Ramón Jiménez , a Villaespesa y a Ramón Gómez de la Serna . La estancia madrileña del chileno Vicente Huidobro , acaecida en 1918, vino a ser la semilla de un movimiento alentado por Cansinos, y que iba a tener a su principal articulador en el primer discípulo local de Huidobro, Guillermo de Torre, nacido en la plaza del Cordón.

Buena nueva

Los Borges trataron a los ultraístas en Sevilla y en Madrid . En ‘Grecia’, en la citada ‘Ultra’ y en otras revistas del movimiento, los hermanos dejaron muestras de su naciente talento. Los linóleos de la argentina venían a ser una versión femenina y suavemente melancólica de los grabados expresionistas alemanes y de los del flamenco Frans Masereel, con los que ella se había familiarizado en Ginebra, a la par que su hermano se empapaba de la poesía expresionista. Los Borges, por lo demás, llevarían la buena nueva ultraísta a Mallorca . Estrecha fue por aquel entonces la amistad de Borges con Cansinos, pero también con Guillermo de Torre, cuyo ‘Manifiesto vertical’ de 1920, ilustrado por Norah y por Barradas, reseñaría en ‘Reflector’ . En 1923 vio la luz el único poemario del madrileño, ‘Hélices’ . Dos años más tarde, su indispensable repaso a las ‘Literaturas europeas de vanguardia’, de enorme influencia tanto en España como en Latinoamérica.

‘Hélices’ cuenta desde hace unos meses con una edición crítica aparecida en la canónica colección ‘Letras Hispánicas’ de Cátedra. El autor de su extenso y enjundioso prólogo es Domingo Ródenas. ‘Hélices’ es el libro más sistemáticamente vanguardista de cuantos se publicaron por aquel entonces en España. Ródenas analiza ejemplarmente lo construido por «el poeta más joven» (como lo llamará Cansinos en ‘El Movimiento VP’ : esa caricatura le sentó muy mal al aludido, que siempre sería injusto con su maestro) con materiales de diversa procedencia, de las «parole in libertà» a Dadá, pasando por los caligramas a lo Apollinaire, y por el haiku , sin olvidar su peculiar exceso de esdrújulas, con el cual el primero en ser severo sería… él mismo en su madurez.

Materialmente, el libro es un bellísimo artefacto, con su cubierta bicolor de Barradas, su frontispicio con el retrato del autor por Vázquez Díaz , y su exlibris por Norah Borges, la «fémina porvenirista», de la que el madrileño ya estaba enamorado, y con la que se casaría en el Buenos Aires de 1928. Lo primero que tuvo que hacerse perdonar allá fue su editorial de ‘La Gaceta Literaria’ sobre el ‘Meridiano de Madrid’ , violentamente contestado desde ‘Martín Fierro’, de la que sin embargo era colaborador. Que pese a esos antecedentes su integración en la escena porteña fue rápida, y exitosa, lo prueba su presencia, en 1930, en la fotografía fundacional de ‘Sur’.

Retrospectiva

En 2019, Renacimiento publicó un volumen de casi seiscientas páginas de prosas memorialísticas, algunas inéditas, de Guillermo de Torre, ‘Tan pronto ayer’, ordenado por Pablo Rojas , y cuya cubierta reproduce un bello retrato del líder del ultraísmo por su mujer. Rojas encontró entre los papeles del autor el plan de unas memorias que habrían llevado ese título. No llegó aquél a escribirlas, pero su antólogo ha logrado, a base de ‘coupages’, algo bastante parecido a lo que hubieran sido. Tiene razón en considerar que el conjunto constituye «un festín para el lector». Espléndidos los recuerdos sobre los Delaunay, Barradas, Jahl, Paszkiewicz, Juan Gris o Ángel Ferrant ; sobre su enamoramiento por la «impecablemente hermosa» Teresa Wilms ; sobre Huidobro y sobre las tremebundas trifulcas en que muy pronto se enzarzaron, pero también sobre su reconciliación de 1944; sobre Borges, siempre atrozmente injusto con él; sobre Güiraldes, Vallejo y Larrea ; sobre Giménez Caballero ; sobre Julio J. Casal ; sobre Juan Guerrero Ruiz ; sobre Quiroga Pla, Chabás y otros exiliados nuestros prematuramente desaparecidos; sobre cinco amigos suyos víctimas de la Segunda Guerra Mundial: Benjamin Fondane, Benjamin Crémieux, Max Jacob, Robert Desnos y el holandés Johan Brouwer...

De la parte tardía del volumen, me gustan especialmente las viñetas urbanas de un Nuevo Mundo que entendió como pocos. O el elogio de las revistas. O la evocación del Barnabooth varado cerca de la Sorbona que fue Valery Larbaud , cuyos tesoros, entre ellos ‘Hélices’ y ‘Fervor de Buenos Aires’, se conservan en la Mediateca de Vichy, que lleva su nombre. O el precioso testimonio sobre los años finales de Ramón.

‘La Anunciación’ (1945), de Norah Borges

El Buenos Aires que fue

Por lo que se refiere a Norah Borges, la portadista de ‘Fervor’ , y el objeto de uno de los mejores ensayos ramonianos sobre arte, el acontecimiento que la ha devuelto a la actualidad ha sido la magna retrospectiva que le dedicó el año pasado el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, comisariada por Sergio Baur , flamante embajador de su país en Helsinki. Baur lleva años coleccionando tenazmente la obra de su compatriota. Una colección que creció considerablemente cuando recibió en herencia lo que de la pintora había atesorado la llorada May Lorenzo Alcalá , autora de un gran libro sobre ella.

Los mapas policromados que fueron propiedad de May, pequeñas obras maestras de una vanguardia cosmopolita, deben ser colocados cerca de la producción coetánea de Tarsila y de Oswald de Andrade , de Pierre Roy , o del ecuatoriano Manuel Rendón ... Otra pintura memorable, en otra colección particular, es su visión de Montevideo, paralela a las que en literatura trazó su hermano, para el cual aquello era «el Buenos Aires que fue».

‘Montevideo’ (1929), de Norah Borges

Todo esto y mucho más ha podido disfrutarlo el público porteño. Ojalá algún día el nombre de la pintora vuelva a estar presente entre nosotros como vuelve a estarlo el de su amado Guillermo. En el catálogo, de más de 300 páginas, Baur reproduce la entrevista que, en 1990, fecha de mi primera visita a Buenos Aires, le hice para ‘Renacimiento’ a Norah Borges, ya viuda, en su apartamento del Barrio Norte. Me habló de Ginebra, Mallorca, Sevilla o la Córdoba de Romero de Torres .

Contestando a mi pregunta un tanto impertinente de si aparte de a Guillermo de Torre y a Adriano del Valle, había conocido a otros ultraístas (me recitaba versos de Garfias, me hablaba de Buendía o del propio Cansinos, pero añadiendo luego que no los había tratado), me replicó aquello, absolutamente memorable: «Tenga usted en cuenta que en aquella época las señoritas… no íbamos al café».

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