LIBROS
Miqui Otero, la luz que permanece
«Simón», el último título de Otero, es la crónica de una época y un lugar, de la Barcelona Olímpica hasta hoy
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Iniciar sesiónLas novelas de Miqui Otero (Barcelona, 1980) están llenas de luz. Y no es una frase que una diga por decir. Años después de haberlas terminado, algunas de ellas -pienso en Rayos o en Hilo musical - siguen conmigo. En ... Simón , la última de ellas, ocurre igual. Sospecho que así es la buena literatura, que permanece. Digno heredero de Marsé, Mendoza o Casavella, pero también de la música pop , Miqui Otero nos cuenta la historia de un personaje, Simón, pero también la de su familia, gallegos que se instalan en Barcelona y abren un bar, el Baraja, «un teatro a escala del mundo» y es a través de las historias costumbristas de un bar como se cuela en la narración, que se ensancha hasta convertirse en una suerte de novela total, la vida del barrio.
La novela, dividida en tres partes, a las que llama libros, cuenta, como decíamos, la historia de una vida corriente, pero es a la vez la crónica de una época y un lugar, la de la Barcelona Olímpica hasta llegar a la ciudad de hoy. Es en el Baraja donde Simón comparte los primeros ocho años de vida con su primo mayor, Rico, un ser increíblemente carismático, su héroe de infancia, que lo introduce en el mundo de los libros y le lee historias de aventuras. Pero un día Rico se va. Desaparece, como en un truco de magia. Así, a tan temprana de edad, Simón deberá empezar a entender que c recer es asumir que nada es lo que parece , aunque aún tardará mucho tiempo, también muchas páginas, en aceptar que las cosas son como son. Y Rico se marcha pero le deja, sin embargo, sus libros, subrayados, como si fueran esas palabras marcadas la «x» donde se encuentra el tesoro. De manera que Simón es también una oda de amor a los libros, un recordatorio de que quien lee vive muchas vidas.
Si la primera parte conforma la educación sentimental de Simón, las dos siguientes son una suerte de novela de formación, y acompañamos a ese niño que se convierte en chico, en hombre, y crece conforme crece su ciudad, y asciende socialmente -o lo intenta- y en ese ascenso debe escoger también sus propias renuncias, sin soltar jamás ese recuerdo que lo acompaña, Rico, cuyo destino se irá desvelando a lo largo de las páginas.
Ternura
Novela de novelas, Simón es un caleidoscopio de tramas que confluyen en este personaje protagonista del que es difícil no enamorarse. Las primeras líneas de la novela son ya premonitorias: «Cuando todo esto termine vas a llorar», y es algo que termina cumpliéndose, porque hay en Simón , más allá de esa voz tan propia de uno de nuestros mejores narradores, algo difícil de encontrar hoy: la tan denostada ternura, que no cursilería.
Volviendo a la luz, hay un episodio en Simón que cuenta aquella fantasía de la inauguración de la Barcelona olímpica , de esa flecha que, aunque pasó de largo, encendió el pebetero. Todo el tiempo, mientras leía la novela, pensaba en esa imagen, en la ilusión de que algo se ilumina. Ese es Rico, flecha que no acierta, pero ilumina el relato de Simón. Y repito, con las novelas de Miqui Otero me pasa eso: que la luz permanece.
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