LIBROS
Mauricio Wiensenthal en estado de gracia
Los 44 trabajos de ‘El derecho a disentir’ están escritos con elegancia y contundencia de ideas. Los radicales no perdonan
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Iniciar sesión«A mi hermano Luis y a los tres amigos que nos traían pan en la pandemia». El último libro de Mauricio Wiesenthal, nacido en Barcelona en 1943, constituye más que unas memorias de una tradición europea, humanista y, muy importante, positiva. ¿ ... Nos mejoran los libros que leemos, la cultura que consumimos? Toda una pregunta, que aquí se responde de manera inapelable. Sí, por supuesto. ‘El derecho a disentir’ está escrito con tal elegancia de lenguaje y contundencia de ideas que ofrece al lector una experiencia de felicidad. Quien busque palabras malsonantes, anglicismos innecesarios, barroquismos ridículos, no los va a encontrar. Eso queda para los que no saben idiomas.
Hay muchas memorias que constituyen ajustes de cuentas. En esos casos, más allá del resentimiento del autor, que suponemos se habrá quedado a gusto al echar la culpa a otros, interesan poco, o nada. Aquí Wiesenthal, en cambio, después de contarnos cómo se configuró la imagen de España en ‘ La Hispanibundia’ y la fascinante historia del ‘Orient-Express’, pasea (todo libro suyo es un viaje) por la alta cultura europea. «Soy biznieto de un médico judío, nieto de un impresor alemán, hijo de un catedrático español y descendiente de generaciones de europeos que vieron reducidos a escombros el esfuerzo de sus vidas».
Exiliado de su tiempo
Las 44 pequeñas grandes historias que cuenta recogen consideraciones intempestivas, porque se siente un exiliado de su tiempo, que es también el nuestro: «Soy cristiano (católico español, para escándalo de algunos) y escribo en los términos de mi fe. Entre las descomunales soberbias de mi tiempo no entiendo por qué se considera hoy más inteligente y justa la solidaridad que procede de la razón». ¿Molesto?, señala, en referencia a su maestro y el de tantos otros, Stefan Zweig . Pues sí, y de ahí el título, que no va contra nadie: radicales y fanáticos no perdonan. Los que quieren controlarlo todo no van a leerse este libro, una obra maestra que habla ante todo de la gran cultura europea de los siglos XIX y XX y de España.
Los objetos de los ensayos son tan variados como asuntos tiene la vida cotidiana, la única que en verdad existe. Desde vinos nuevos, «indecisos e ingenuos», a manzanas, maletas, parques, peregrinaciones, «educación, maneras y estilo», el orden de los cubiertos o la importancia del protocolo que permite, garantiza, la conversación entre seres humanos . «Desde 1970 hasta 2020 tardé en escribir este libro 50 años», señala Wiesenthal.
Los objetos de los ensayos son tan variados como asuntos tiene la vida cotidiana
Las reflexiones que recoge sobre los idiomas como gozo humano constituyen una llamarada de lucidez y cosmopolitismo. «Como escritor creo que la lengua en la que siento, pienso y hablo es, esencialmente, mi patria. Escribo en español con tanto arrimo, devoción y reverencia que, a veces, se me entromete el verso en la prosa». Lejos de versiones casticistas o romanticismos fabricados, asoma en estas páginas una experiencia atenta al indicio, el pasado mayor que el presente , el camino insospechado, la vía ardua, con una retranca que nos es propia: «Vivir de pobre cuesta muy caro. El dinero de los ricos nunca se gasta, porque está en el banco». Este libro es una fiesta.
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