SERIES TV
¿Por qué matamos?
'El crimen de la Guardia Urbana', estrenado en Movistar+, resume un caso apasionante de un modo ejemplar y elude los errores habituales del género
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Iniciar sesiónCarles Porta publicó en marzo 'La farmacéutica', hija natural del podcast 'El segrest' (El secuestro), donde ya había analizado el infierno por el que pasó la boticaria de Olot con la profundidad que permiten 25 capítulos. Movistar+ acaba de estrenar ' ... El crimen de la Guardia Urbana' , miniserie documental de cuatro episodios que nace a su vez del espacio radiofónico 'Crims', de Catalunya Radio. Otro de los podcast más populares del periodista se titula 'Por qué matamos', pregunta que se sigue haciendo en todos sus trabajos y que responde con más poesía de la esperada: « Matamos por lo mismo que amamos , cada persona por razones distintas, con sus propias circunstancias, que influyen en decisiones tan drásticas como amar o matar», asegura Porta sin despeinarse.
La moda de las series documentales sobre crímenes también ha hecho mucho daño, como el amor mal entendido. El éxito siempre es peligroso y las plataformas encargan una cantidad desmesurada de horas a las productoras, que se agarran a un buen asesinato con exagerado entusiasmo. En general, es preferible la contención del guionista profesional, que se ciñen a ciertas reglas, al contrario que los asesinos, que no respetan nada.
Quizá podamos mirar con algo de perspectiva, por ejemplo, el agotamiento que causaban los 20 episodios de 'Making a murderer' , pese al entusiasmo crítico. Era un perfecto ejemplo de un caso fabuloso narrado sin contención.
En 'El crimen de la Guardia Urbana' predomina justo lo contrario. El caso es rico: un asesinato entre policías casi imposible de resolver, por la concienzuda destrucción de pruebas, varios amantes con un móvil para matar y una sospechosa principal a la que se puede acusar y defender a la vez por su agitada vida sentimental. 'Femme fatale' para los medios y víctima del machismo para la abogada. Los personajes son auténticos y los 'actores' están ante el papel de sus vidas. Entre los 'secundarios', brilla el fiscal, con su uso reiterado de la palabra 'señor': la señora Rosa, el señor Pedro... Quizá luego le pierde un poco alguna figura literaria barata, pero el tipo hace su trabajo a conciencia.
Buenas materias primas
El acceso a las fuentes es irreprochable. Solo nos falta, como conseguía Jean-Xavier de Lestrade en 'El caso de la escalera', un modelo sin superar, colarnos en la cocina de la defensa: las conversaciones más íntimas entre el profesional y el supuesto criminal, en aquel caso el novelista Michael Peterson .
A la serie de Movistar, sin embargo, no le sobran minutos, pese a que recurre a una estructura 'a lo Rashomon', tan delicada. Como en la película de Kurosawa , tantas veces imitada, a veces incluso con éxito, los mismos hechos son narrados desde puntos de vista diferentes, irreconciliables. Pese a todo, se hace un ejercicio de depuración de estilo tan profundo que se logra que la historia no resulte reiterativa ni dé demasiadas vueltas sobre sí misma.
Cabe achacar a la plataforma que no ofrezca la serie en versión original subtitulada. Se recurre al típico solapamiento de voces, que lleva al subconsciente a algún producto americano. Eso podría parecer bueno, pero aquí es lo único que le resta autenticidad al conjunto.
Carles Porta publicó en marzo 'La farmacéutica', hija natural del podcast 'El segrest' (El secuestro), donde ya había analizado el infierno por el que pasó la boticaria de Olot con la profundidad que permiten 25 capítulos. Movistar+ acaba de estrenar 'El crimen de la Guardia Urbana', miniserie documental de cuatro episodios que nace a su vez del espacio radiofónico 'Crims', de Catalunya Radio. Otro de los podcast más populares del periodista se titula 'Por qué matamos', pregunta que se sigue haciendo en todos sus trabajos y que responde con más poesía de la esperada: «Matamos por lo mismo que amamos, cada persona por razones distintas, con sus propias circunstancias, que influyen en decisiones tan drásticas como amar o matar», asegura Porta sin despeinarse.
Como el amor mal entendido, la moda de las series documentales sobre crímenes ha hecho mucho daño. El éxito siempre es peligroso y las plataformas encargan una cantidad desmesurada de horas a las productoras, que se agarran a un buen asesinato con exagerado entusiasmo. En general, es preferible la contención del guionista profesional, que se ciñe a unas reglas, al contrario que los asesinos, que no respetan nada.
Quizá podamos mirar con algo de perspectiva, por ejemplo, el agotamiento que causaban los 20 episodios de 'Making a murderer', pese al entusiasmo crítico. Era un perfecto ejemplo de un caso fabuloso narrado sin moderación.
En 'El crimen de la Guardia Urbana' predomina justo lo contrario. El caso es rico: un asesinato entre policías casi imposible de resolver, por la concienzuda destrucción de pruebas, varios amantes con un móvil por el que matar y una sospechosa principal a la que se puede acusar y defender a la vez por su agitada vida sentimental. 'Femme fatale' para los medios y víctima del machismo para la abogada. Los personajes son auténticos y los 'actores' están ante el papel de sus vidas. Entre los 'secundarios', brilla el fiscal, con su uso reiterado de la palabra 'señor': la señora Rosa, el señor Pedro... Quizá luego le pierde un poco alguna figura literaria barata, pero el tipo hace su trabajo a conciencia.
El acceso a las fuentes es irreprochable. Solo nos falta, como conseguía Jean-Xavier de Lestrade en 'El caso de la escalera', un modelo sin superar, colarnos en la cocina de la defensa: las conversaciones más íntimas entre el profesional y el supuesto criminal, en aquel caso el novelista Michael Peterson.
A la serie de Movistar no le sobran minutos, pese a que recurre a una estructura 'a lo Rashomon', tan delicada. Como en la película de Kurosawa, tantas veces imitada, a veces incluso con éxito, los mismos hechos son narrados desde puntos de vista irreconciliables. Pese a todo, se hace un ejercicio de depuración de estilo tan profundo que se logra que la historia no resulte reiterativa.
Cabe criticar que no se pueda ver la serie en versión original subtitulada. El típico solapamiento de voces lleva al subconsciente a algún suburbio americano. Podría parecer bueno, pero aquí es lo único que le resta autenticidad al conjunto.
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