María Casares, «andar en la punta de un solo pie»

La recuperación de ‘Residente privilegiada’ -título que alude a lo que constaba en el documento expedido por la prefectura de la policía parisina-, en espléndida edición, con profusión de notas, de María Lopo , escritora y comisaria de los actos en recuerdo de la gran actriz, contribuirá al homenaje.

En la obra, María Casares lleva a cabo un detallado recorrido, en el que combina narración y reflexión, de las distintas etapas de su vida, desde que vino al mundo en 1922 en La Coruña. Sus primeros compases se refieren a sus bisabuelos; a sus abuelos; a sus padres, Gloria Pérez Corrales y Santiago Casares Quiroga, presidente del gobierno de la II República entre mayo y julio de 1936; a su niñez en su Galicia natal, y al establecimiento, siendo adolescente - «la pubertad reinventaba nuevas ceremonias de iniciación»-, de su familia en Madrid, en el que descubrió una realidad bien distinta a la vivida hasta ese momento. Luego, aunque en su relato a veces vuelve la vista atrás, se interna en el corte radical que supuso el exilio en Francia -llegó a París el 20 de noviembre de 1936-, donde transcurrió el resto de su existencia hasta su muerte en 1996 en Alloue, con alguna visita esporádica a España, como cuando en 1976 vino a representar ‘El adefesio’ , de Rafael Alberti .

En Francia, el matrimonio amigo de sus padres formado por los actores Pierre Alcover y su esposa Colonna, la oyó recitar y exclamaron: «¡Tiene que dedicarse al teatro!». A partir de ahí: «Fue la señal, el toque de silbato o el gong antes de la carrera», afirma María Casares, su lema será «mi patria es el teatro» . Así precisamente se titula una oportuna recopilación de artículos sobre la actriz, escritos en diferentes fechas, desde 1980 hasta 2015, que Trifolium acaba de publicar, y en la que participan Antonio de Senillosa, César Antonio Molina, Eduardo Haro Tecglen, Manuel Rivas, Miguel Anxo Fernán Vello y Ramón Chao.

María Casares combina su brillante trayectoria profesional en la escena francesa - la Comédie Française , el Teatro Nacional Popular... -, con alguna incursión en el cine -por ejemplo, en ‘Orphée’, de Cocteau-, con sus avatares personales. En estos es un episodio central su relación con Albert Camus -a quien conoció en 1944, la llama «guerra y paz», y representó alguna de sus piezas-, surcada de encuentros y desencuentros , pues el autor de ‘El extranjero’ estaba casado. Desde la sinceridad, sus memorias nos muestran a una mujer de gran fuerza de voluntad , que siempre empleó -como en su aprendizaje del francés-, marcada por una mezcla de timidez y orgullo, que lucha por domeñar el sufrimiento. Significativamente, en el exilio ve la oportunidad de «aprender a andar en la punta de un solo pie». María Casares siempre seguía adelante, llevada por su pasión por la vida.