REPORTAJE

Maradona, el santo pecador de la cultura popular

Quizás la mayor virtud de la estrella del fútbol fue no dejar indiferente a nadie. Icono también cultural, hay un Diego a la carta en cada persona que se sintió fascinada por su figura

Un hombre y su hijo junto a un mural de Maradona en el barrio de La Boca, Buenos Aires AFP

«Caminito que el tiempo ha borrado, que juntos un día nos viste pasar, he venido por última vez, he venido a contarte mi mal». El tango compuesto en 1926 por Gabino Coria Peñaloza (letra) y Juan de Dios Filiberto (música), convertido en implacable munición ... sentimental en las voces de Carlos Gardel e Ignacio Corsini , los dos gigantes de la música popular argentina, suena coherente en este «Viernes Santo en noviembre» en que se ha convertido la muerte de Diego Armando Maradona. «He venido a contarte mi mal… Desde que se fue, triste vivo yo...». La banda sonora del pueblo.

Hay una placa con la letra de «Caminito» en la calle del mismo nombre en el barrio de La Boca, en Buenos Aires . Un cocedero de forasteros que dejan (ellos) que les anuden un muslo en la cintura o (ellas) que les guíen en un giro con sacada, aguja y ocho cortado. Y en el balcón de una de las casas con paredes y tejados de cinc pintados de vivos colores se asoman -saludando al personal- los muñecos sonrientes de Gardel, Evita y Maradona , los tres ídolos metidos bajo la epidermis de los argentinos: símbolos de una cultura popular que va mucho más allá de la música, la política o el deporte. Tal vez el pueblo al que Gardel cantó tangos y milongas fuera el mismo que Eva Perón arengó desde el balcón de la Casa Rosada , la tropa de descamisados que la convirtió en una santa, aunque en este caso no exista la misma unanimidad que con el «zorzal criollo». ¿Existe coincidencia con el Diego a pesar de sus muchos pecados?

Siempre fue así

El taxista porteño es un filósofo que igual habla del aliño que se pone la Barbie (Cristina Fernández de Kirchner) cada mañana que de las rajadas del Gordo (Maradona) sobre la prensa canalla. «Qué querés, el pibe siempre fue así» . Imposible ocultar estos días un sentimiento de orfandad. En la Bombonera , la cancha del Boca, los anuncios de Coca Cola son negros, no rojos, ya que este color identifica al River Plate, el enemigo íntimo. En Argentina, cuando de fútbol se trata, no se hacen prisioneros. «Con perdón de las damas», como diría el Gordo.

Durante los últimos veinte años Maradona cultivó un aura de «representante de los pobres y los postergados» que le permitió llegar al corazón de jóvenes que solo lo vieron jugar en vídeos de YouTube. Amistad con Fidel Castro, Chávez, Evo Morales, Lula y, por supuesto, Néstor y Cristina Kirchner . Tatuajes de Fidel y del Che. Algunos fans, digamos, del ala política en cuestión le han despedido en Twitter con un «adiós comandante» . «Se rescatan frases, gestos o pequeñas obras que fue haciendo en su vida para ayudar a gente con necesidades como demostración de que ‘‘nunca olvidó sus orígenes’’ y que siempre ‘‘estuvo al lado del pueblo’’, lo que sirvió para revalorizarlo, disculparlo de todos sus males (o directamente olvidarlos) y reforzarlo en el altar», señala Rodolfo Chisleanschi , periodista y escritor deportivo. «En todo ese tiempo, Argentina se iba desangrando en crisis económicas, políticas y sociales que abrían grietas cada vez más profundas. Aquellas alegrías que dio Maradona, la ilusión de verle como el mago que siempre podía sacar un conejo de la galera y el demostrado amor a la camiseta fueron recordándose como los momentos de mayor comunión y festejo popular. Y el mito nunca dejó de crecer».

Para Chisleanschi «hubo muchos Maradonas . Su vida fue un plato compuesto por infinidad de ingredientes, y cada cual elige cómo tomarlo. Muchos lo devoran y disfrutan sin dejar ni las migas; otros ni lo prueban. Y después estamos los que nos quedamos solo con aquellos momentos que nos han emocionado».

Gardel, Evita y Maradona son tres ídolos metidos bajo la epidermis de los argentinos: símbolos que van más allá de la música, la política o el deporte

Diego está presente en libros, documentales, canciones... Y en el arte callejero de los muros de Nápoles y de muchas ciudades argentinas

Hay un Maradona a la carta en cada argentino; podríamos decir que casi en cada ciudadano del mundo. Quizás la mayor virtud del Pelusa fue no dejar indiferente a nadie. Tampoco a las gentes de la cultura. Escritores, artistas, músicos. Todos los futboleros de aquel lado del charco: Roberto Fontanarrosa («Qué me importa lo que hizo con su vida, me importa lo que hizo con la mía», dice una famosa frase apócrifa), Eduardo Galeano («Los dioses no se jubilan, por muy humanos que sean. Nunca pudo regresar a la anónima multitud de donde venía»), Mario Benedetti, Juan Villoro, Osvaldo Soriano, Eduardo Sacheri, Hernán Casciari... A este lado, Manuel Vázquez Montalbán , que lo citó en Quinteto de Buenos Aires , pero también Sabina y Serrat . Y entre ambos mundos, Andrés Calamaro y Andrés Neuman , cuya vocación infantil fue «ser delantero de Boca Juniors y poeta».

«Maradona fue una forma de soñar y otra de despertar bruscamente», escribe Neuman. Argentina lo eligió como alegoría , «más allá de la razón y de sus incontables bochornos, quizá porque ha encarnado como ningún otro personaje tres de los grandes roles nacionales: el mesianismo, el fatalismo histórico y el paraíso perdido». «¿Es una metáfora de la argentinidad?» , se pregunta Chisleanschi. «En cierto modo creo que sí. Diego tuvo una tendencia autodestructiva que le impidió desarrollar sus opciones al cien por cien (‘‘¿Sabés qué jugador hubiera sido yo si me hubiese cuidado?’’, se preguntaba). Lo mismo que la Argentina, donde la sociedad es muy proclive a dejarse seducir por los discursos demagógicos. Diego era carismático; pícaro y tramposo en un país donde la trampa y la picardía forman parte de la vida . Y se cayó y resucitó varias veces, igual que este país».

Zurda inmortal

«No me importa en qué lío se meta Maradona, es mi amigo y es una gran persona», canta Calamaro. «En un potrero forjó una zurda inmortal», recita Rodrigo en «La mano de Dios». Manu Chao se acuerda del ídolo en «La vida tómbola» y «Santa Maradona». Y la banda de rock Las Pastillas del Abuelo asegura en «¿Qué es Dios?» que Diego «convertía a los rivales en estatuas de cemento». Le dedicaron documentales Emir Kusturica ( Maradona by Kusturica ), Asif Kapadia ( Diego Maradona ) y Javier Vázquez ( Amando a Maradona ), entre otros. Amazon anuncia para 2021 la serie Maradona, sueño bendito, dos temporadas de diez capítulos cada una. Las referencias culturales tienden al infinito. Incluyendo ese «arte del pueblo» que son los murales que decoran las calles de Nápoles y de cualquier ciudad de Argentina con el rostro de su santo pecador.

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