LIBROS
Ken Liu, mandarines y «aliens»
Los escritores chinos arrasan en el género de la ciencia-ficción. Ken Liu, afincado en Estados Unidos desde los once años es la última revelación, además de abogado y programador
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Iniciar sesiónEl pasado noviembre, la editorial norteamericana Tor Books -decana y consagratoria en lo que respecta a la «sci-fi» y la «fantasy» desde 1980- lanzó la antología colectiva «Invisible Planets: Contemporary Chinese Science Fiction in Translation» . Tor certificaba así todo lo ... que ya era más que evidente e incontestable para cosmonautas especializados: había vida inteligente más allá de los extraterrestres avistados desde Occidente. Y que los «aliens» de ojos rasgados y piel más amarilla que verde eran muy, pero que muy inteligentes. Allí -dato importante: cuatro mujeres y tres hombres- se incluía a Hao Jinfang, Chen Qiufan, Xia Jia, Ma Boyong, Tang Fei, Cheng Jingbo , y la ya súper-estrella Liu Cixin («El problema de los Tres Cuerpos», Nova). Y todos habían sido traducidos al inglés por Ken Liu , nacido en Lanzhou en 1976, emigrado a Estados Unidos a los once años, abogado con diploma de Harvard, especializado en Derecho tecnológico y programador de computadoras. Ken Liu, además, aportaba un puñado de ensayos. Estudios cuya función era explicar cómos y por qués de un género antiguo como la humanidad pero que, en esta variedad, se las arreglaba para combinar a l o mejor de la línea dura y pura de Arthur C. Clarke con el lirismo epifánico -estival de Bradbury, las iluminaciones místico-lisérgicas de Philip K. Dick, las entropías climatológicas de J. G. Ballard o las visiones de «cromo-cyber» de William Gibson. Sin por eso dejar de lado un omnipresente y embriagador perfume exótico y ancestral aromatizando encandiladores colores locales de informáticas fibras ópticas. Así, robots que cuidaban a ancianos, estirpes milenarias, burócratas de la Revolución Cultural y deidades cansadas de tanta inmortalidad volviendo a casa para pasar sus últimos años con sus «hijos» terrícolas.
Mega-galardonado
Pero Ken Liu es mucho más que un evangelista divulgador e importador. Es un galardonado escritor, un indispensable por derecho propio de quien se acaban de publicar entre nosotros dos títulos representativos de sus dos caras opuestas pero complementarias. En « El muro de las tormentas» -segunda entrega de su «Trilogía del Diente de León», de la que ya conocimos «La gracia de los reyes», ganadora del prestigioso Locus a una primera novela, en 2016-, Ken Liu reincide en la modalidad «silkpunk»: combina mitos ancestrales con maquinarias formidables y divinidades a las que les gusta atormentar a los mortales. Lo que George R. R. Martin hace con tronos de acero, Ken Liu lo consigue con templos de jade y con las idas y vueltas por el fascinante Archipiélago de Dara (paisaje magistralmente reinventado para unos y para otros demasiado fiel a pergaminos del período Chu-Han de la Dinastía Qin) de dos personajes formidables, primero cómplices y luego rivales. El bandido Kuni Garu (ahora Emperador Ragin) y el noble desposeído Mata Zyndu (desaparecido en acción para transfigurarse en héroe de gesta).
A sus acciones y memoria se suman un puñado de secundarios de primera entre los que destacan féminas que van de la cortesana servicial a encarnaciones locales de Lady Macbeth . Lo que no quita -a pesar de su potencia imaginativa- el que la saga también se vea, no lastrada, pero sí condicionada por inevitables lugares comunes y obligatorios del mapa: invasiones, traiciones, batallas y criaturas monstruosas.
Muy diferente es el caso del volumen de quince «nouvelles» y relatos «El zoo de papel» -destilado autoantológico de los casi cien textos más o menos breves que Liu ha venido publicando hasta la fecha; el que le da nombre a la colección ha sido el primero en toda la Historia en obtener simultáneamente los canónicos premios Nébula, Hugo y World Fantasy-, donde este autor se mueve libre de las cadenas de cualquier género para apuntarse a todo lo que se le ponga a tiro. De este modo, Ken Liu consigue sumarse a grandes polimorfos como Borges, Vonnegut , Spencer Holst, Steven Millhauser, Jim Shepard, Haruki Murakami , China Mieville o a fabuladores de ancestros asiáticos como Charles Yu y Ted Chiang.
Hasta el infinito
Más allá de posibles linajes, alcanza y sobra con decir que «El zoo de papel» está a la altura de clásicos como «El hombre ilustrado», del ya mencionado Bradbury o de «La trama celeste» de Bioy Casares. Aquí -con una prosa tan clara como resplandeciente para argumentos muy diferentes- hay de todo y para todos. Animales de origami que cobran vida, muchachas con alma de cubo de hielo, detectives de cuerpo mecánico a la caza de asesinos en serie, la versión manchú del dios Marte apareciendo en Idaho en 1870, una enciclopedia de modos en que diferentes razas leen libros, las gozosas penurias de los adictos a una seductora compañía demasiado parecida a Google, cazadores de demonios, mujeres que se transforman en zorros, la historia alternativa de un túnel submarino que une Japón con Estados Unidos, el poder mágico de las palabras para superar malos trances, una criatura del folclore chino necesitada de adaptarse a un futuro «steampunk», recreaciones digitales de seres queridos o deseados, colonos en un planeta distante enterándose de que en la Tierra se ha descubierto la fórmula de la inmortalidad, crono-viajeros en reversa, y un último hombre sobreviviente al fin de nuestro mundo en busca de un nuevo hogar empujado por los vientos solares y las olas de su memoria.
Sí: Ken Liu parece no tener límites para su creatividad o ambición. Y -por si todo lo anterior no fuese suficiente- ya se ha anunciado que en su próximo libro, este octubre, Ken Liu plantará su estandarte en la cosmogonía de «Star Wars» con « The Legends of Luke Skywalker» . Lo de Ken Liu parece ser, como proclamaba triunfal el histórico, juguetón y plástico paladín interplanetario Buzz Lightyear en «Toy Story» aquello de: «Hasta el infinito y más allá».
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