ARTE
López-Aparicio agita nuestra conciencia
Isidro López-Aparicio propone arqueologías de lo cotidiano para activar y revisar nuestra memoria
Una de las piezas de «La memoria de los objetos»
Praxis , en Artium, se torna especialmente generoso en esta ocasión , en la que el artista invitado a formar parte de este programa paralelo a las exposiciones del centro es Isidro López Aparicio (Jaén, 1967). El artista llega a utilizar casi por ... completo la Sala Norte, traspasando el espacio habitual que se destina a laboratorio de procesos, utilizándolo para remover nuestra conciencia de un modo tan apabullante como las piezas que allí se muestran.
López Aparicio parece, a priori, intentar mostrar(nos) la fiebre consumista en la que nos vemos sumergidos, pero, en realidad, su reflexión va más allá: nos hace cuestionarnos si poseemos la valentía necesaria para enfrentarnos a los objetos acumulados , a su historia y, por extensión, a nuestra propia memoria. Estas cuestiones se van entrelazando, llegando en ocasiones a relacionarse de forma inquietante y generando nuevas memorias totalmente insospechadas y subjetivas sobre la realidad y el tránsito de la existencia, las vivencias, y, por extensión, las memorias del propio individuo y de la sociedad.
A merced de nuestra mente
El peso o responsabilidad del saber, el poder mediático, los impactos visuales, las normas, las jerarquías y hasta las migraciones de nuestra Historia parecen entrelazarse de forma confusa, sin que sepamos dónde empieza un objeto –o memoria– u otro, dónde está el principio o dónde el final de una pieza; o de la historia que recorren esos objetos ensamblados y casi infinitos.
Las obras del andaluz nos dejan totalmente descolocados, a merced de nuestra mente, que jugará con las instalaciones del mismo modo que lo hace con las experiencias que atesora, generando percepciones dispares muy lejanas al objeto que tenemos delante . Una reflexión totalmente lacaniana es lo que parece subyacer en la imponente muestra, pues el cuestionamiento entre significante y significado está presente en todo el recorrido. Y es que no es casual que lo que no está físicamente sea realmente lo que hay contenido en la sala y, por tanto, sea donde se produce la tensión cognitiva –lo que no se cuenta y lo que no se ve– donde realmente resida el valor de los objetos.
Las obras de López-Aparicio nos dejan totalmente descolocados, a merced de nuestra mente
¿Acaso este Diógenes objetual es reflejo del poder que otorgamos a las cosas ? ¿De cómo generamos nuestros tótems y relicarios? Las propuestas son irónicas, concienzudas y realmente políticas , y enfrentarse a ellas es como hacerlo al espejo y recorrer las arrugas y cicatrices que el todo deja en la materia.
Ubicarse ante las piezas, ante los objetos o las vivencias, exige un grado elevado de atención porque, en ocasiones, adentrarse en esa revisión o mirada hacia atrás hace que debamos tener cuidado en cómo abordamos la situación , ya que podría incluso venirse sobre uno, tal y como lo hacen las obras que dibujan en el espacio, con milimétrica locura, esculturas imposibles que pueden llegar a arrollar al espectador si deambula sin atención. Y es que, caminar por la sala, por el arte y por la vida, exige de los cinco sentidos .
Ver comentarios