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«Poder, política y cultura»: conversaciones con Edward Said
El activismo político, la literatura, la música: nada le fue ajeno a Edward Said, como demuestran las veintiuna entrevistas recopiladas en «Poder, política y cultura» (Papel de Liar)
mercedes monmany
La política y el colonialismo, la literatura, la música, el microcosmos universitario («existe un completo divorcio entre la universidad y el mundo»), el fanatismo religioso , la «profesionalización e industrialización de los discursos» dentro de la crítica actual o los «estúpidos» clichés ... utilizados para clasificar, desde fuera, tanto al Islam como a Occidente: nada le fue ajeno a Edward Said (Jerusalén, 1935-Nueva York, 2003).
Sumamente incisivo y «subversivo» a la hora de acatar, conforme venían, las modas académicas y las correcciones políticas , en las estimulantes conversaciones de Poder, política y cultura el autor –calificado por Juan Goytisolo como «el único intelectual totalmente libre del mundo árabe»– se dedica, como era de esperar en alguien de su trayectoria, a derribar una tras otra las múltiples ideas recibidas en todos los campos imaginables.
Lecciones magistrales
Se trata de unos diálogos de extraordinaria variedad y densidad temática, auténticas lecciones magistrales. Por ejemplo, sobre la tradición clásica y el famoso canon . «Una de las grandes falacias», asegura este gran teórico de la literatura , es sugerir que el canon es «una conspiración, una especie de intriga blanca y masculina» de gente que de repente decide que Hawthorne sea «una de las grandes figuras de culto de la literatura americana», en detrimento de escritores populares de la época, autores regionales u otros injustamente olvidados. «Eso –añade Said– es simplemente sustituir un canon por otro.»
«El único intelectual libre del mundo árabe», según Juan Goytisolo
Si bien en la obra que le dio fama mundial y que fundó la crítica cultural poscolonial, Orientalismo (1978), Said analizó la elaboración eurocéntrica «de un estilo occidental de dominación , reestructuración e imposición de la autoridad sobre Oriente» (tema que completaría en Cultura e imperialismo , de 1993), como intelectual nunca dejó de ser igualmente crítico con la mirada exigua y deformada, marcada férreamente por el estereotipo, que se producía en la otra orilla, la árabe-islámica . Un estado de cosas que, por otro lado, como argumentaba en su obra, se mantuvo durante siglos gracias en parte a unas élites árabes que colaboraron en el apuntalamiento de las ideas románticas y «orientalistas» de los imperios.
Fuera de lugar
Personaje difícil de condensar, Said, uno de los más importantes e influyentes intelectuales de nuestra época , nacido en Jerusalén durante el mandato británico, en el seno de una familia árabe cristiana-protestante (es decir, «minoría dentro de la minoría» , como aseguró en sus memorias, Fuera de lugar , de 1999), y educado en El Cairo, en una escuela británica a la que también asistía Omar Sharif , transitó indistinta y simultáneamente por un gran número de campos: el activismo político, como palestino comprometido con la liberación de su pueblo; el medio académico, como reputado comparatista, profesor de la Universidad de Columbia; el periodismo, como articulista de un gran número de publicaciones europeas, asiáticas o estadounidenses, y como crítico musical de la revista The Nation .
Se implicó en la lucha pro-palestina y en la coexistencia con los israelíes
Una pasión, la música, reflejada en algunas de estas conversaciones –algunas de ellas compartidas con intelectuales y amigos de la talla de Bernard Lewis, Leon Wieseltier y Christopher Hitchens – y en las que salta de Glenn Gould (alguien fundamental para él), Philip Glass , Schoenberg o Toscanini a Jessye Norman o Pavarotti . « La cultura musical vive hoy totalmente aislada de lo que se denomina cultura literaria. Si antes a la gente de letras se le suponían unos tremendos conocimientos musicales, esto ahora ya no existe… –se lamenta–. Lo que hago les parece una especie de actividad para pasar el rato.»
Todo cambió
Moviéndose desde su infancia entre dos mundos, con la elasticidad de quien ha convertido el exilio en un creciente compromiso, la guerra de 1967, «con Palestina desaparecida y los ejércitos árabes destruidos» –señala en una de estas veintiuna conversaciones–, lo cambió todo para él. Si hasta entonces había sido un profesor de Columbia, que iba y venía de Oriente Medio, donde vivía su familia, aquello le hizo comprender la importancia de «los comienzos » (en 1975 publicó Beginnings ), de los puntos de partida de cada cual.
Desde 1977 hasta 1991, como miembro independiente del Consejo Nacional Palestino, se implicó en la lucha en pro de un Estado palestino, en la coexistencia con los israelíes (en 1999 fundó con su amigo Daniel Barenboim , ambos premios Príncipe de Asturias de 2002, la Orquesta Diván Este-Oeste ), y también en dar a conocer a los estadounidenses la realidad de su tierra y «lo que era la desposesión y el extrañamiento».
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