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LIBROS

Leopoldo Calvo-Sotelo, la Transición exterior

Leopoldo Calvo-Sotelo dirigió el proceso de incorporación a las instituciones europeas. Un libro reúne sus reflexiones al respecto

Leopoldo Calvo-Sotelo (1926-2008) con Suárez, de cuyos gobiernos formó parte

IGNACIO SÁNCHEZ-CÁMARA

La Transición española a la democracia tuvo dos aspectos: el interior y el exterior. El primero consistió en el tránsito de un régimen autoritario a otro democrático. El segundo, vinculado y dependiente del anterior, tuvo como objeto la integración de España en las instituciones europea y en la Alianza Atlántica. Esta transición exterior encontró en Leopoldo Calvo-Sotelo , uno de los protagonistas de la época, a su actor más destacado. El autor de estas páginas, ingeniero de Caminos, trabajó durante 25 años como alto directivo de empresas. Fue ministro de Comercio en el primer gobierno de la Monarquía, y de Obras Públicas, ya bajo la presidencia de Adolfo Suárez. Formó parte de la creación de la Unión de Centro Democrático.

En febrero de 1978 fue designado ministro para las relaciones con las Comunidades Europeas. Después de una breve etapa como ministro de Economía y vicepresidente segundo del Gobierno, fue nombrado en febrero de 1981, como consecuencia de la dimisión de Suárez y después del intento de golpe de Estado, presidente del Gobierno, cargo que ejerció hasta las elecciones generales, que adelantó, de octubre de 1982. Quizá su decisión más importante fue la adhesión de España a la Alianza Atlántica . Dirigió el proceso de incorporación a las instituciones europeas, es decir, la transición exterior. Este libro, con un emotivo y acertado prólogo de su hijo Pedro Calvo-Sotelo Ibáñez-Martín, diplomático, y un estudio introductorio del historiador Jorge Lafuente del Cano, contiene una selección de conferencias y discursos.

Un hombre culto

Acaso sea ocioso, aunque no se trate de un juicio sobre su actuación política, recordar que Calvo-Sotelo ha sido el más culto presidente del Gobierno de la democracia española. La lectura de Ortega y Gasset le dejó huella profunda en su europeísmo y en otras cosas. Esa huella es patente en esta antología. El autor comenta cómo las grandes personalidades, como De Gaulle o Thatcher , han constituido un freno para el avance de la unidad europea.

La Transición es patrimonio de todos. No habría que ignorar esta idea en tiempos hostiles

La lentitud en la negociación convenía más a España que a la Comunidad Europea. Calvo-Sotelo reprocha al PSOE su antiatlantismo, al final superado, mal y tarde. Pero la Transición es, según él, patrimonio de todos. No habría que ignorar esta enseñanza en tiempos hostiles, al menos parcialmente, a la herencia de la concordia de la Transición. La idea de España conduce al europeísmo. Ni España es inteligible sin Europa, ni Europa sin España.

Europa padece dos problemas originarios: la dualidad congénita entre dos ideas -la unionista o federalista y la diplomática o intergubernamental-; y el déficit democrático. Calvo-Sotelo no tiene dudas. «La Unión Europea sólo es viable como Unión política de tipo federal». Permanecen, aún hoy, al menos dos problemas: la imprecisión geográfica de los límites de Europa; y, mucho más grave, la imprecisión fundacional en cuanto a la forma de tomar decisiones de la Unión. O caminamos hacia la unidad política o hacia el fracaso. Pero la unidad política requiere superar el desapego ciudadano derivado del déficit democrático .

Me permito añadir una reflexión que no creo que fuera desdeñada por el autor. A los problemas políticos de Europa subyace una grave crisis mora l. La supervivencia de Europa depende de la solución de esta grave anomalía. Lo demás, es importante pero secundario.

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