LIBROS
Leonardo Padura: «En Cuba tiene que haber un cambio profundo de mentalidad entre el poder»
A Padura se le conoce como el gran cronista de la sociedad cubana, la que nació, creció y se fue al traste con la revolución castrista. Su última novela, «Como polvo en el viento», retrata además el drama del exilio
El escritor en su despacho de La Habana
En pleno mes de julio, cuando cerramos la cita para esta conversación, Leonardo Padura (La Habana, 1955) no perdía la ilusión de poder venir a España a presentar su última novela (Como polvo en el viento). Todo dependía de la pandemia y de si podría ... salir de Cuba y entrar en España, claro. La esperanza es lo último que se pierde. Pero, finalmente, se perdió y quedamos en que hablaríamos por teléfono móvil. Pese a la incomodidad de charlar sin mirarnos a los ojos, él y yo ya somos «viejos» conocidos: le he entrevistado en otra ocasión -esta vez, sí, en Madrid- y hemos coincidido durante dos ediciones como miembros del jurado del premio Princesa de Asturias de las Letras (galardón, por cierto, que ganó en 2015), en cuyas discusiones se brega sin bajar la intensidad en ningún momento. Con lo que no contábamos ninguno de los dos era con un huracán de nombre Laura (para mayor inri) que iba a azotar el Caribe y, por ende, las comunicaciones se iban a ir al traste. Después de mucho intentarlo, de llamadas y rellamadas, de juntar unos minutos de conversación con otros, de hacer de su paciencia (y la mía) una virtud, conseguimos charlar una vez más sobre Cuba y, especialmente, sobre la vida de los cubanos, siempre pendientes del hilo de su historia revolucionaria.
No puedo ser original en mi primera pregunta: ¿Cómo se está viviendo y sufriendo la pandemia en Cuba?
Estamos viviendo un tiempo muy complicado para todo el mundo, muy difícil en términos de salud y que está siendo muy complicado también a nivel universal en términos económicos, porque ya tiene efectos y va a tener muchos más en un futuro...
Me habla en general, pero me refería a cómo la ha pasado usted... y los cubanos.
En mi caso particular, ha sido un periodo muy intenso de trabajo de mesa. Como sabes, una parte del trabajo del escritor contemporáneo está en la promoción, en la asistencia a conferencias, a festivales, a universidades, y todo eso ha tenido que ser pospuesto, o incluso, en algunos casos, tenía que haber estado en el mes de mayo en el jurado del Princesa de Asturias de este año, y no pude ir. Ahora mismo tenía que haber estado en España haciendo esta entrevista, tú y yo con un café por medio, y estamos haciéndola con dos teléfonos por medio y en la distancia.
Sí, hubiera sido más agradable y menos complicado...
En la parte creativa, ha sido muy buena. Tuve el tiempo necesario para hacer la versión final de la novela, la terminé, la envié a mis editores, hicimos las revisiones finales... He estado muy activo.
«Espero que liberen las fuerzas productivas y con ello empiecen a cambiar algunas cosas y tengamos un poquito más de claridad»
«Como polvo en el viento» es el título de esta última novela que casi suena a una canción de Bob Dylan y que habla de la frustración del exilio.
Responde a una de mis obsesiones más enconadas. Los escritores funcionamos, fundamentalmente, los novelistas sobre todo, con obsesiones. El tema del exilio ha estado presente en mi literatura. Tengo incluso una novela que es la historia del primer exiliado cubano, el que inauguró la nostalgia por Cuba, que fue el poeta José María Heredia, que sale en exilio en la década de 1820. Es un tema que me es muy cercano, no solo por la literatura, sino por mis experiencias vitales, aunque no me he exiliado. Toda mi literatura habla de los traumas de mi generación.
Usted pertenece a la generación que vive de pleno el triunfo del castrismo y, luego, sufre en sus propias carnes el desencanto del fracaso. ¿Siente que son una generación perdida?
Sí, es cierto. Hay ese sentimiento. Es una generación muy peculiar porque, como bien dice, es una generación que se educa en los años posteriores al triunfo de la revolución. Yo nací en el año 55. Estoy haciendo mi kindergarten, que es como se llamaba entonces, en el año 59, y te podrás imaginar que toda mi educación y el desarrollo de mi vida consciente, mi niñez, mi juventud y mi madurez ...
BALSEROS. Muchos cubanos tratan de escapar de la isla
-¿Fueron privilegiados y luego vino la debacle?
-Es una generación que, por ejemplo, es la primera que, de manera masiva, accede a las universidades en Cuba. En mi familia creo que somos un primo mío y yo los primeros que llegamos a la universidad, acá en Cuba. En Estados Unidos tenía un primo que estaba estudiando ingeniería, pero, acá en Cuba, somos los primeros que llegamos a la universidad, y como nosotros, muchísimas personas. Fuimos una generación que se preparó, que tuvo posibilidades, que tuvo un sueño y que, después, empezó a vivir determinadas y muy profundas frustraciones en esos años 90 en que falta todo en Cuba.
«Tenía muy claro que para escribir lo que pretendía necesitaba vivir en Cuba. Tal vez, fuera de Cuba habría tenido satisfacciones materiales mucho más notables»
Pasan de niños felices y jóvenes con sueños a la nada más absoluta.
Es el momento en que entramos en nuestra madurez y en el que chocamos con una realidad que provoca, entre otras cosas, que mucha gente haya ido al exilio. Otros hemos decidido permanecer, y ha habido razones de todo tipo para salir o para permanecer, desde razones políticas muy evidentes hasta razones personales muy personales. Y eso es lo que intento reflejar en esta novela, sobre todo tratando de que el discurso político no esté en un primer plano. Traté de que en esta novela se viera el drama que significa irse o permanecer desde una perspectiva más humana.
Dice que no hay un planteamiento político o una lectura política en esta novela ni en su obra, pero, obviamente, hay motivos políticos que rigen los destinos de los protagonistas de esta novela, que son tan de carne y hueso como usted...
La política no solamente marca la vida de los protagonistas de la novela, sino de todas las personas, porque en la sociedad moderna la política es parte cotidiana de la vida de la gente. Vivimos en sociedades políticas en todo el mundo. Y, por supuesto, afecta a las decisiones de las personas. En el caso de una decisión tan importante como irse al exilio en un ejemplo tan específico como Cuba, por supuesto que pasa por esas condiciones políticas.
¿Por qué Leonardo Padura no se exilia y sigue viviendo en Cuba aún hoy?
En la novela está formulado de una manera muy precisa por el personaje de Clara, donde ella dice: «Todas las razones para irse son tan respetables como todas las razones para quedarse». Hay que partir de ese principio. Tenemos que respetar las decisiones de las personas para que respeten también las nuestras. En mi caso particular, ha influido toda una serie de condiciones, de necesidades, de deseos, que han hecho que yo permanezca en Cuba. En el año 92 fui por primera vez a Estados Unidos. Estuve en Miami con mi familia. Era una época muy jodida y todo el mundo en Cuba me preguntaba si me iba a quedar, y le dije que no, que iba regresar y regresé.
Fidel Castro en Sierra Maestra
De hecho, Miami no sale muy bien parado en las descripciones de la novela... Pero el mundo es muy grande y usted ha podido salir de la isla y viajar.
Después, en el 94 gané un pequeño premio en México, y me fui con mi mujer, Lucía, a México. Estuvimos allí mientras nos duró el dinero del premio. Cuando se nos acabó, cogimos el avión y regresamos. Tenía muy claro que para escribir lo que pretendía, necesitaba vivir en Cuba. Tal vez fuera de Cuba hubiera tenido recompensa, satisfacciones materiales mucho más notables. Imagínate, por ejemplo: soy de los afortunados que tiene un automóvil en Cuba. Pero mi automóvil es del año 97. Ya cumplió sus 23 años de servicio, y lo cuido más que a Lucía, porque no sé cuándo voy a poder comprar otro. Imagínate que un automóvil de kilómetro cero en Cuba puede costar un cuarto de millón de dólares
Entonces, ¿cuál es la razón de verdad para quedarse en la isla si no prima ni el lado material ni el político?
A pesar de todo eso, Cuba me da algo que necesito, que es la cercanía a estos personajes, a estos conflictos, a una manera de entender la vida, a una manera de expresar, y cuando digo expresar, digo «expresar verbalmente», a nivel de lenguaje, las preocupaciones de la vida. Es la sustancia de la que me nutro para hacer mi trabajo. Puestas en una balanza todas esas cosas, decidí optar por la permanencia. Y ahí también influyeron muchas otras condiciones de carácter familiar, en fin... Pero la fundamental tuvo que ver con esta decisión y esta necesidad de hacer mi obra desde la cercanía.
«Fuimos una generación que se preparó, que tuvo un sueño y que vivió frustraciones. En esos años 90 en que falta todo en Cuba»
Ha vivido en primera persona la situación de Cuba a lo largo de las últimas décadas. Conoce el pasado y el presente de la isla, pero me gustaría preguntarle por el futuro. ¿Cómo lo ve?
El futuro en general es una nebulosa. Cuba está afectada, igual que el resto del mundo, por una pandemia que aquí no ha sido, en lo sanitario, tan grave. Donde más grave está siendo es en lo económico, y lo económico inmediatamente pesa en lo social. La cantidad de suministros que Cuba necesita para que la gente viva con una cierta holgura ha disminuido, y por eso hay colas constantes en todos los comercios y mercados de Cuba. El Gobierno está tratando de establecer una serie de medidas para captar divisas, se habla de la inminente unificación monetaria del país, donde ahora existen dos monedas con dos tipos de cambio diferentes, algo que deforma cualquier tipo de actividad, cualquier tipo de percepción económica. Están tratando de alentar nuevas formas de producción. Constantemente, se habla de que es necesario liberar las fuerzas productivas. Espero que se liberen las fuerzas productivas y que con esa liberación -la palabra liberación me suena a su antónimo, que es opresión, encarcelamiento, encierro, si hay que liberarlas es que están encerradas- empiecen a cambiar algunas cosas y tengamos un poquitito más de claridad.
¿Cree que es viable esa liberación de la que habla contraria, como bien dice, a opresión, encarcelamiento...?
Viable es. Hace falta que haya voluntad política para que se produzca y, sobre todo, tiene que haber un cambio profundo en las mentalidades de determinadas personas -es importante que diga esto- que tienen poder de decisión en Cuba. Tiene que haber un cambio grande de mentalidad para que esto sea posible.
¿En algún momento ha tenido algún problema para escribir o para reflejar lo que sucede en Cuba?
Más que problemas para reflejarlo, he tenido problemas para difundirlo en Cuba. Tengo la suerte de que desde hace 25 años tengo una editorial importante en España, Tusquets, y esto me garantiza la publicación de mis libros. Sé que escribo, y si la obra que escribo tiene la calidad literaria suficiente, va a ser publicada por mi editorial; es decir, no dependo de consideraciones políticas para publicar mis libros. Por tanto, hablo de lo que creo que es necesario, llego en los asuntos hasta donde creo que es necesario para la novela, y la escribo y la envío a mi editorial. De todas maneras, el problema está en cómo se difunde eso acá, en Cuba. Tengo, ahora lo estoy mirando aquí, el diploma del premio Nacional de Literatura de Cuba de 2012. Es el premio más importante que puede ganar un escritor cubano. Tengo ese diploma, es lo único que tengo, y pronto ni siquiera lo voy a tener porque se está borrando, es decir está palideciendo.
«Para escribir hay que tomar distancia histórica con respecto a determinados acontecimientos, y no la tengo en el caso de Fidel»
Toda una metáfora, ¿no?
-Lo mismo pasa con la difusión de mi obra en Cuba: apenas me entrevistan, no salgo nunca en la televisión, alguna vez me llaman de algún programa de radio, las ediciones de mis libros son pequeñas, a veces bastante demoradas, a veces circulan poco y mal, e incluso a veces son retenidas y después aparecen y se difunden. Eso no me afecta en un sentido literario, pero sí afecta a mi relación con mi público natural, que son los lectores cubanos.
Y, a pesar de esto que me está contando y de lo que narra en sus novelas, insisto: ¿nunca ha tenido la tentación de marcharse?
No. Lo que a veces pienso, y te soy totalmente sincero en esto, es que sería bueno para mí tomar una cierta distancia para ver si las perspectivas de determinadas cosas tienen otro carácter. Y siempre me iría dejando mis puertas abiertas. Me encantaría vivir un año en España, en Italia, en uno de estos países, que me gustan mucho. El Mediterráneo es para mí, después del Caribe, el mejor lugar del mundo. Me encantaría. Pero siempre pienso si sería capaz de escribir realmente o lo utilizaría como una experiencia de vida. Ahí está la disyuntiva.
Fotograma de «Vientos de La Habana», película basada en una novela de Padura
¿La comunidad cultural en Cuba es activa, tiene una presencia pública para poder influir en la política o el pensamiento crítico?
Hay muchos artistas cubanos que tienen una visión crítica de su realidad, escritores, dramaturgos, pintores, músicos, cineastas. Por ejemplo, si ves el cine cubano de los últimos años, verás que siempre interroga a la realidad. Si lees la literatura cubana de los últimos años, vas a encontrar ese mismo carácter. Y todo eso crea un espacio de reflexión que es importante. Si eso tiene un peso político específico o no, realmente tengo mis dudas. Pero los escritores, los artistas en sentido general, tienen que preocuparse primero por complacer las necesidades de su obra, y si esas necesidades son unas necesidades críticas, pues expresarlas; y, a partir de ahí, los resultados, la influencia que puedan tener en una sociedad dependen de muchos factores que están mucho más allá de la voluntad del artista.
¿Le gustaría ser recordado como el cronista de la vida cubana contemporánea?
Ha sido mi proposición, mi necesidad de buscar esa vida cotidiana y tratar de hacer una crónica. Siempre digo, y esto lo he repetido varias veces, que no pretendo que mis novelas sean la verdad sobre la vida cubana. La verdad es relativa y se puede dibujar desde perspectivas diferentes. En mis novelas pienso que no vas a encontrar ninguna mentira sobre la vida y la realidad cubana.
Antes decía que, afortunadamente, se le puede leer fuera de Cuba, pero que en Cuba es difícil encontrar sus obras. ¿Cómo llega allí lo que se escribe en España, en Estados Unidos, en Europa...?
Está llegando desde hace años por vías alternativas. En Cuba existió hasta los años 80 un sistema editorial y, por ejemplo, de programación cinematográfica, también muy abarcador. No se ponía todo, ni se leía todo, pero se ponía mucho y se leía mucho. Se editaban libros de autores de distintas partes del mundo, se veían películas de cineastas de muchas partes del mundo, y todo eso se ha reducido ahora a estas vías alternativas.
¿Y los libros?
Y con la literatura es un poco más complicado, porque hay mucha gente que lee libros en sus teléfonos móviles, en las pantallas de las computadoras, porque no tiene el instrumento ideal para leerlos, que es el e-reader... Pero así es como mucha gente se pone al día de lo que se está publicando en el mundo. Es la manera en que se informa la gente. Siento que a nivel de público general la desinformación crece en Cuba. Hace unos años, publiqué un artículo que se titulaba Yo quisiera ser Paul Auster, y me ocurrió que muchas personas, que son buenas lectoras, me preguntaban: «¿Quién es Paul Auster?». Eso me dio una pena tremenda.
En «El hombre que amaba a los perros» traza el discurrir de Trotski, su asesinato... ¿No ha pensado en centrar una novela en Fidel Castro?
No. Hay que tomar una distancia histórica con respecto a determinados acontecimientos, y no la tengo en el caso de Fidel.