Laura Revuelta - CINCO MINUTOS DE GLORIA
El mago Magritte
John Banville tumba la mítica del artista de un golpe de mano
Hace unos días, en las páginas de este periódico y en su web se publicó una sustanciosa conversación entre el escritor irlandés John Banville y la periodista Inés Martín Rodrigo . Ambos recorrían, a solas, la exposición de Magritte en el Thyssen ... , sin público que perturbara esa magia que tienen las salas de los museos cuando están despobladas, donde apenas se percibe la sutil penumbra de los focos que iluminan las obras; esos discretos haces de luz entre cuyas líneas maestras se distinguen las motas de polvo que flotan en el aire. En este caso, hubo un testigo de excepción de la charla, el fotógrafo Ignacio Gil , que captó la soledad, casi ‘hopperiana’, del escritor frente a los cuadros del artista belga. Apreciamos cómo Banville escudriña bien cada detalle de los montajes pictóricos que a Magritte le han dado la gloria y la popularidad eterna.
Según el escritor, Magritte abusa de trucos que han perdido su capacidad hipnótica
Pero Banville, que es un avezado observador del arte -no sé si tanto o más que su colega el británico Julian Barnes -, tira al suelo de un certero golpe de mano el castillo de naipes sobre el que durante casi un siglo se ha sostenido la mítica ‘magrittiana’. Afirma que al admirado e imitado creador belga, que hizo que llovieran hombres con gabardina, sombrero y paraguas en uno de los lienzos más famosos de la Historia del Arte del siglo XX , se le ve el plumero. Es decir, abusa de unos trucos que en su época levantaron las ampollas del surrealismo pero que con el tiempo han perdido buena parte de su capacidad hipnótica.
Se queda rondando la idea en mi cabeza porque me parece sugerente. Días después, me llega un ejemplar de la reedición que Anagrama ha hecho del ensayo que Foucault escribió en 1973 bajo el título de ‘Esto no es una pipa’ , que parafrasea el de otra famosa obra del belga. El pensador francés que también habita el paraíso de los nombres intocables de la pasada centuria no me sirve para reconciliarme con Magritte. ¿Quizá tenga razón Banville y Magritte sea solo un habilidoso y efímero mago?
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