José Luis Garci - TELEGRAMAS CINÉFILOS
Oración, despedida y cierre
Termino este último telegrama, el cincuenta, según el contrato que firmé con la Western Union
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Iniciar sesiónTermino este último telegrama, el cincuenta, según el contrato que firmé con la Western Union. Lo primero que hago, como despedida, es sacar el reclinatorio y confesar algunos de mis pecados, no sólo cinéfilos. Decir, a estas alturas del metraje, que el cine es ... una religión -además de una enfermedad incurable y contagiosa-, es más que obvio. Confieso, y ahí voy, que durante muchos años, en realidad a lo largo de casi toda mi existencia, he sido un buen feligrés, casi un devoto ejemplar que siempre ha creído lo que salía del proyector, aquella máquina del tiempo instalada dentro de una cabina, arriba, al final de la sala. Ahora admito que no sé de dónde rayos salen las imágenes digitales. Otra cosa. Sé que hay pecados veniales, mortales, también de omisión y de comisión, de escándalo y, uf, esos son tremendos, contra natura.
Diría que mis debilidades, mis culpas, son de las «habituales». De chavales, ya sabíamos aquello de pecado confesado, pecado medio perdonado, y, aún mejor, que pecado de mucho bulto no podía estar siempre oculto. Veamos, pues, bastantes de mis delitos, sin orden ni concierto, a la pata la llana, en puro estilo Carranque de Ríos. Prefiero los Billares a las Discotecas, las piscinas de los buenos hoteles a la playa, la cerveza Voll-damm a la Budweiser, y el Dry Martini al Daiquirí hemingwayano. Me decanto por las casas que salen en ‘¡Hola!’, a las casas rurales. (A pesar de que en las casas del ‘¡Hola! no ves nunca libros, salvo esos coffee-table books’ de arquitectura, arte moderno o de fotografías de Helmut Newton.)
Me inclino más por ‘El padrino. Parte II’ que por ‘El padrino’, y por ‘Río Bravo’ antes que ‘Centauros del desierto’; me gusta más Truffaut que Godard, Rossellini que Visconti, y ‘Lo que el viento se llevó’ que el ‘Potemkin’. Elijo el París de Lubitsch, o de la Paramount, es igual, que el París de los chalecos amarillos; y la Casablanca de la Warner a la Casablanca prefectura de Marruecos (en realidad, la Casablanca de Bogart era Tánger). Tengo debilidad por Jessica Chastain a pesar de que reconozco que es más guapa Jessica Biel, también por Noomi Rapace antes que Naomi Campbell; Rebecca Hall antes que Rebecca de Winter, y Scarlett O’Hara antes que Scarlett Johansson. Soy más de muslos que de pechugas. Seguimos. Primero Dalí, luego Picasso.
Lo primero que hago, como despedida, es sacar el reclinatorio y confesar algunos de mis pecados, no sólo cinéfilos
Primero ‘Las Meninas’, luego la ‘Ronda de Noche’ (que nunca he sabido si es de noche o de día); me seduce más ‘Vista de Delft’ que ‘Paisaje con edificios’, y prefiero el ‘Fusilamiento de Torrijos’ a los ‘Fusilamientos del 3 de mayo’. Edward Hopper mejor que Pollock. Antonio López mejor que Lucian Freud. ‘La isla de los muertos’ (Böcklin) me atrae más que ‘El Grito’ (Munch). En cuanto a ‘El jardín de las Delicias’ (el Bosco) y a ‘El triunfo de la muerte’, de Pieter Brueghel el Viejo, así, así. Prefiero un tac a una resonancia. El mus al tute. El dominó al ‘scrabble’. Epicuro a Tomás de Aquino. Proudhon a Carlos Marx. Camus a Sartre.
El jazz al rock (aunque escucho más veces a Sinatra en ‘In the Wee Small Hours’ que ‘Kind of Blue’). Aretha antes que Janis, y Barbra antes que Madonna. ‘Like a Rolling Stone’ me parece más definitiva que ‘(I Can’t Get No) Satisfaction’. Elvis antes que Bruce, los boleros antes que los tangos, Los Pekenikes por delante de Los Brincos; empate entre Nat King Cole y Antonio Machín; me gusta más Serrat que Leonard Cohen, y me parecen tan creativos Perales y Manuel Alejandro como Jerome Kern y Richard Rodgers. La ensaladilla rusa antes que los filetes rusos. El ‘steak-tartare’ por delante del ‘sushi’; los macarrones los antepongo a los espaguetis; las anchoas, al salmón; el espeto a la merluza; eso sí, el caviar y el jamón de Jabugo, también combate nulo, igual que la fabada y la paella. En cuanto al champán, el Krug (aunque lo he paladeado en muy pocas ocasiones) antes que el Dom Pérignon.
Estoy más inclinado hacia Dostoyevski que hacia Tolstoi, hacia Galdós que hacia Balzac (’La Familia humana’ más de verdad que ‘La Comedia humana’). Prefiero Baroja a Proust, Somerset Maugham a James Joyce; Juan Ramón antes, por muy poco, foto ‘finish’, que Federico; Luis Alberto de Cuenca antes que Valente, Manolo Alcántara antes que Rafael Alberti, y Borges antes que Neruda. Liebling antes que Talese, y Alfredo Relaño antes que George Plimpton. Me divierte más ‘Metal Hurlant’ que ‘Amazing Stories’, Philip K. Dick que William Gibson y Stephen King que Olaf Stapledon. Bradbury y Arthur Clarke, otra vez tablas. De lo que llevamos de siglo, he leído con más placer ‘La Fiesta del Chivo’ (Vargas Llosa) que ‘Dientes blancos’ (Zadie Smith), ‘2666’ (Bolaño) que ‘Austerlitz’ (Sebald), ‘Limónov’ (Carrère) que ‘Kafka en la orilla’ (Murakami). Me llega más Alejandro de la Sota que Alvar Aalto, y la Mezquita de Córdoba que la Alhambra de Granada, y El Escorial que la Torre de Londres, y la Ópera de Sídney que la Scala de Milán. Prefiero la ‘Carmen’ de Bizet al ‘Don Giovanni’ de Mozart y ‘My Fair Lady’ (película) a ‘La bohème’.
Desde luego que me quedo con el Oráculo de Delfos antes que con Google , y con la Coca-Cola antes que con la Pepsi, con las palomitas antes que el algodón de azúcar, el Cola Cao antes que el Nesquik, y el tren de la bruja antes que los coches de choque. Sigo optando por el ‘ABC’ antes que por ‘The New York Times’ (estuve suscrito veinte años), y por los perritos antes que las hamburguesas. En los pasatiempos, me agrada más descubrir Los 7 errores que volverme loco con el Sudoku. Mucho mejor la Doctora Cartwright (Anne Bancroft en ‘Siete mujeres’) que el Doctor Who. También estoy del lado del Doctor Mabuse antes que del Doctor Moreau, y del Doctor Zhivago antes que del Doctor Jekyll, y del Doctor Frankenstein antes que del Dr. No.
Estoy más inclinado hacia Dostoyevski que hacia Tolstoi,hacia Galdós que hacia Balzac. Prefiero Baroja a Proust
Ah, me olvidaba de la Doctora Beatriz Fontana (del tebeo ‘Diego Valor’), mucho más simpática que el Doctor Moto. Me quedo con el fútbol, y no con el fútbol americano; y con el ring antes que con el octógono. Elijo a Di Stéfano antes que a Messi, a Pelé antes que a Cristiano, a Maradona antes que a Zidane, a Cruyff antes que a Platini. Creo que la carrera de Joe Louis supera la de Mohammad Ali. Los Beatles mejor que los Beach Boys y ABBA que los Rollings. Soy más de ‘Plácido’ que de ‘El verdugo’ (Berlanga), de ‘Tristana’ que de ‘Viridiana’ (Buñuel) y de ‘El extraño viaje’ más todavía que de ‘El viaje a ninguna parte’ (Fernán Gómez); me fascina el expresionismo alemán, que trajo las sombras alargadas del ‘film noir’, más que el neorrealismo italiano. Ida Lupino por delante de Jane Campion, Ana Mariscal por delante de Lina Wertmüller , e igualmente Kathryn Bigelow superando a James Cameron.
Me olvidaba, Pedro Cuartango mejor, y más asequible, que Baudrillard. Lo dejo. Como habrán podido deducir, estoy más del lado del éxito en la taquilla que de las buenas críticas… [Aprovechando que esto se acaba, aquí van mis cinco finales favoritos del cine: 1, ‘Dejad paso al mañana’, de McCarey, 1939, imposible sujetar la emoción los últimos diez minutos; 2, ‘Con faldas y a lo loco’, Wilder, 1959, imposible no romper a reír en esa explosión de talento; 3, ‘El planeta de los simios’, Schaffner, 1968, el plano-idea que nos descubre la Estatua de la Libertad me dejó sobrecogido durante varios minutos; 4, ‘Los 400 golpes’, Truffaut, 1959, el congelado de la imagen sobre Antoine corriendo hacia el mar, es el retrato, el DNI, la ficha policial de toda mi generación; y 5, ‘El padrino. Parte II’, Coppola, 1974, Pacino, sentado en el salón de su casa de lago Tahoe, escucha los fogonazos del pasado, convertido ya en un fratricida, envuelto en una música inolvidable, digna de Wagner o Verdi.]
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