LIBROS

Jonathan Coe, banda sonora original

El autor británico se acerca al mundo del cine de Wilder en una historia protagonizada por una compositora de ‘soundtrack’

De Jonathan Coe (Birmingham, 1961) destacan sus sátiras políticas sobre la Inglaterra de 1980 Pep Dalmau

A esta altura cabe suponer que en esas casas de apuestas británicas hay sitio y tiempo para arriesgar unas libras en cuanto a de qué tratará la próxima novela de Jonathan Coe (Birmingham, 1961). Y, por supuesto, salir perdiendo. Y es que resulta imposible prevenirlo ... aunque, premio consuelo, se vuelve a entrar ganando y sin riesgo alguno a otra de sus ficciones. Porque a Coe ( al igual que su compatriota William Boyd o el más recién llegado norteamericano Amor Towle s) sólo parece importarle, sin límites argumentales, tener una buena historia para contarla con gracia, elegancia y firme pulso narrativo.

Así, Coe ya gratificó, entre otras, con la feroz sátira de bajísima clase alta (el díptico compuesto por ‘¡Menudo reparto!’ y ‘El número 11’), la melancolía Made in the UK (’La lluvia antes de caer’), el ‘psycho-thriller’ alucinado (’La casa del sueño), la trilogía generacional yendo del rock sinfónico a los desafines del Brexit (’’El club de los canallas’, ‘El círculo cerrado’ y ‘El corazón de Inglaterra’ ), el ‘grahamgreenesco’ y ‘evelynwaughiano’ divertimento con espía accidental (Expo 59), o la saga doméstica de antihéroe desorientado (’La espantosa intimidad de Maxwell Sim’). Ahora, por fin -luego de haber evocado en todo lo anterior numerosas guiños cinematográficos; por lo que, si se lo piensa, esta era la apuesta más segura- se estrena «una de Coe» en el mundo del séptimo arte.

‘El señor Wilder y yo’. Jonathan Coe. Anagrama, 2022. 271 páginas. 19,90 euros

Un Hollywood ocre

La protagonista es la ahora madura y en horas bajas compositora de ‘soundtracks’ Calista Frangopoulou. Pero el héroe es el septuagenario director Billy Wilder. Un genio inmerso, en 1977, en el rodaje griego de su ‘Fedora’ ; viniendo de fracasar con muy personal aproximación a Sherlock Holmes y soñando con remontarse en el crepúsculo no sólo de su carrera sino de todo un Hollywood más ocre que dorado (entran y salen de escena el co-guionista I. A. L. Diamond, Peter Lorre, Miklós Rósza y Al Pacino ) ya devorado por las fauces de tiburones y con el corazón atravesado por sables guerreros y galácticos.

A Coe sólo parece importarle, sin límites, tener una buena historia para contarla con gracia

Lo que no implica que ‘El señor Wilder y yo’ sea apenas un melancólico ejercicio de adoración o que se prive (en la evocación de los horrores del Holocausto con formato de guión) de detalles experimentales-meta-posmodernos à la B. S. Jonhson: héroe de Coe y al que le dedicó una formidable y muy original biografía. Compaginada en ‘flashbacks’ que devuelven a 1976-77 y moviéndose a base de fundidos geográficos que la llevan a Los Ángeles y Múnich y París y Londres , ‘El señor Wilder y yo’ acaba proyectando lo mejor de ambos mundos: un elegante ‘vaudeville’ de iniciación a la vez que una madura y nostálgica evocación de un mundo perdido pero que, si se le busca, aún se puede encontrar.

Se sabe que ‘Fedora’ (suerte de coda-espejo de ‘Sunset Boulevard’, variación sobre ‘El retrato de Dorian Gray’, anteúltimo film de Wilder) fue un fracaso económico y considerada como una bien intencionada pero innecesaria antigüedad por buena parte de la crítica. ‘El señor Wilder y yo’, seguro, sería una buena película pero -como suele ocurrir- la novela ya es y será mucho mejor.

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