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ARTE

Javier Peñafiel, de puño y letra

La faceta literaria, y también la «performantica», de Javier Peñafiel quedan bien sintetizadas en la muestra «Agencia del porvenir», último artista que ocupa el Espacio Residencia de Arts Santa Mónica, en Barcelona

JULIA RAMÍREZ-BLANCO

El Espacio Residencia de Arts Santa Mónica acoge la muestra «Agencia en porvenir», del artista Javier Peñafiel (Zaragoza, 1964). Dispuesta en dos espacios diferenciados, y a partir de muy pocos elementos, desarrolla distintas dimensiones del trabajo de este creador. Su faceta literaria aparece en las frases breves escritas en papeles precarios dispuestas en la pared, mientras que su cara más performativa, teatral y cinematográfica se manifiesta en cinco vídeo-proyecciones. El gusto recurrente de Peñafiel por la elaboración de cuadernos y libros de artista se materializa, finalmente, en la edición de un catálogo repartido gratuitamente durante la muestra, y que es concebido como «un material más de la exposición».

El porvenir que nos ocupa

Las frases escuetas y misteriosas son un elemento recurrente en el trabajo de Peñafiel. Aquí, los organizadores de la muestra nos dicen que a través de ellas «la exposición reflexiona acerca del porvenir que nos ocupa». Y, sin embargo, siempre hay un fuerte componente de enigma o de enunciación indirecta que deja el significado final flotando en una cierta bruma. Ciertas enunciaciones reaparecen a menudo y forman parte del universo personal del artista. Su naturaleza es claramente literaria, pero resulta difícil de clasificar: en su concisión se vinculan por parentesco con géneros cortos como son el epigrama, el aforismo o el haiku . Peñafiel las traza a mano empleando una caligrafía personal que entiende la escritura como dibujo .

Siempre hay un fuerte componente de enigma o de enunciación indirecta que deja el significado final de las propuestas flotando en cierta bruma

Para el artista, la dimensión corporal de las palabras resulta un elemento fundamental. En ese sentido, podría apelarse a la Grecia antigua, donde la poesía era un arte escénico, en gran medida formado por composiciones breves interpretadas por solistas o coros con un acompañamiento musical. En Peñafiel la «performativización» del texto que se hace físico e invade el espacio es un elemento indisociable de su práctica como escribiente. En sus cinco vídeos de «concegramas» presentes en la muestra, el creador une palabra y cuerpo. Viéndose en la pantalla, se refiere a su propia imagen como «el muñeco».

Concebido de manera coral, el trabajo de comisariado de esta muestra parte de un proceso muy particular. El equipo curatorial fue seleccionado entre los participantes de la cuarta edición del curso de comisariado de la plataforma On Mediation , del grupo Art Globalization Interculturality de la Universidad de Barcelona. Así, en «Agencia en porvenir», bajo la dirección de Martí Perán y la coordinación de Olga Sureda y Christian M. Alonso , los comisarios Reynaldo Costacurta, Clàudia Elies, Montse Pijoan, Rita Rakosnik, Lourdes Soriano y Raquel Soto entretejen sus voces bajo el influjo del universo de Peñafiel.

Intervenciones personales

Algunos de ellos han llevado a cabo intervenciones personales presentes en la propia exposición. Lourdes Soriano Samper ha realizado una instalación sonora titulada «El enigma: Polifonía Binaural», en la que una composición del balbuceo y los sonidos infantiles trabaja con la enorme riqueza vocal que en los bebés precede a la fase del lenguaje. Sumándose a las «performances» de los vídeos, el día de la inauguración tuvo lugar el evento «Nunca más un público ausente. Ternura y acumulación», con la intervención de Rita Rakosnik interpretando su texto «Madre nube».

El trabajo del resto de curadores se recoge en el catálogo, planteado como un libro de artista, y que ha diseñado Reynaldo Costacurta . En él, Clàudia Elies reflexiona sobre las posibilidades de un mundo post-capitalista; Montse Pijoan responde al texto-homenaje que Peñafiel dedica a su amigo, el desaparecido Manel Clot; y Raquel Soto hace un ejercicio de desdramatización del trabajo del artista. Adoptando las frases de Peñafiel, las voces de los curadores se suman a la del creador en una indiferenciación dramática donde a veces no se sabe quién comisaría a quién .

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