LIBROS
Jaime Siles: «Cada vez que Europa ha renunciado a lo clásico se ha hundido en la barbarie»
El poeta y crítico literario profundiza en la figura poliédrica de T. S. Eliot en su ensayo «Un Eliot para españoles» (Athenaica). Una reflexión crítica, lingüística y moral que nos sirve para analizar algunas disfunciones de nuestra época
El poeta y crítico literario valenciano Jaime Siles, en su biblioteca
A un siglo de la publicación de The Waste Land , su autor, T. S. Eliot , todavía no ha dicho su última palabra. El indudable destino de los clásicos es ese: vivir en el lenguaje de todos , mantener una ininterrumpida conversación ... con la Historia.
Jaime Siles buscó la poesía de Eliot entre el 1 de abril y el 29 de julio de 2020 para iluminar un tiempo histórico excepcional. El tiempo de la enfermedad y del miedo a la enfermedad, de la existencia reducida a los metros cuadrados de una casa. Intentó averiguar si aquel hombre, muerto en 1965, arrastrado con frecuencia por depresiones y crisis nerviosas, que expresó y clarificó con su poesía las oscuridades que nos dejaron las dos guerras mundiales, todavía tenía algo que decirnos hoy. Cuando un gran poeta y crítico como Eliot se ve interpelado por otro gran poeta y crítico como Siles el resultado no podía ser otro que este ensayo riguroso, profundo, erudito y clarificador titulado Un Eliot para españoles (Athenaica, Sevilla, 2021).
Ajuste estético
En él nunca se desciende ni a la divulgación ni a la frivolización, Siles analiza el pensamiento poético de Eliot desde variados puntos de vista que se resumen en uno: ¿qué se hace cuándo se escribe un poema? La emoción que se encuentra en el texto poético y no en la biografía del poeta, la imposibilidad del verso libre, la naturaleza de ese conjunto de palabras que deben expresar a la vez, en el espacio de una oración gramatical, la belleza musical e imaginaria, la aventura de pensamiento y de sentido, se unen aquí a conceptos como dramatización, impersonalidad o meditación para, a partir de ellos, describir la aventura memorable de este poeta que ajustó el reloj de la poesía inglesa de su tiempo a lo que se esperaba de la poesía del siglo XX. Como no podía ser de otra manera este ajuste estético es un ajuste de cuentas con la tradición, con Poe, con Milton, con Shakespeare, con Samuel Johnson. La reflexión de Siles, sin embargo, va más allá de los tópicos recurrentes al hablar de Eliot, lúcidamente sitúa The Waste Land como el poema donde se expresa una crisis de civilización ocasionada por la revolución industrial. Las consecuencias de esa crisis afectan tanto a nuestra noción de naturaleza y de lenguaje como, sobre todo, a la aparición de lo que él llama «un hombre hipersensible» nacido en el Romanticismo.
Alegoría del mundo
Un hombre que vive en las ciudades, influido por ese ritmo vertiginoso de las imágenes artificiales, en medio de una acelerada actividad nerviosa, y que nuestro poeta vio muy pronto, desde su atalaya del Lloyds Bank, como ese ser sumido en una devaluación de su propia personalidad frente a los flujos económicos, comerciales y financieros. A partir de ahí Eliot crea una alegoría del mundo moderno de la misma naturaleza que la escrita por Dante en su Divina Comedia para con el mundo medieval.
Audaz, siempre muy lúcido a la hora de interpretar la historia, este ensayo de Siles en realidad habla de cómo Eliot nos puede ayudar a escribir el poema que le debemos a nuestra época.
Su libro se redactó en los primeros meses de la pandemia. ¿Buscó en Eliot respuestas para ese tiempo, para este tiempo? O dicho de otra forma, como Dante aceptó la guía de Virgilio, ¿intenta encontrar en Eliot la forma de salvar las diversas crisis del presente?
Me encargaron un prólogo para una nueva versión de The Waste Land y me puse a ello, pero el espíritu y el cuerpo me pedían más y lo que iban a ser unas páginas sobre un solo libro acabaron convirtiéndose en un libro sobre toda la escritura poética, ensayística y teatral de Eliot. Más que un estudio académico, es una reflexión crítica, lingüística y moral. Eliot -como más tarde Lorca- tematizó la crisis espiritual sufrida por la cultura occidental en la época de entreguerras y, en este sentido, me ha servido de máscara y espejo para focalizar algunas cuestiones y disfunciones que me preocupan en la nuestra. Y sí: ha sido mi Dante y mi Virgilio también.
[Inmediatamente pone el dedo en la herida de nuestros días y reflexiona]:
«La necesidad de huir de todo posible contagio nos ha hecho seres aislados, asociales. Y esto me parece políticamente muy grave porque nos despoja de nuestra condición de conciudadanos, que es lo que como ciues romanos, en una democracia, deberíamos ser.»
Señala que vivimos en medio de encrucijadas, en concreto todo lo que tiene que ver con el olvido y el menosprecio del mundo clásico. ¿Qué camino nos indica la obra de Eliot?
Eliot comprendió el verdadero valor de la tradición y con él la función del mundo clásico como conformador del espíritu y la cultura europeas, y defendió la enseñanza de las lenguas clásicas en los planes de estudio y la investigación en Humanidades porque creía que es en la herencia de la literatura griega y latina, en el cristianismo y en las antiguas civilizaciones de Grecia, Roma e Israel donde el mundo occidental y Europa encuentran su unidad.
«La necesidad de huir del contagio nos ha hecho seres aislados, asociales. Esto nos despoja de nuestra condición de ciudadanos»
¿Hasta qué punto una de las funciones de la crítica literaria es ajustar cuentas con el estado de la civilización en el que esa obra se creó y en el que se lee?
La crítica literaria nos ayuda a entender nuestro presente a partir de nuestro pasado y en constante y fecundo diálogo con él: hace un juego de espejos entre ambos que nos permite atisbar el futuro hacia el que, lo sepamos o no, nos dirigimos, ya que toda lectura de un objeto supone una comprensión y a la vez una ampliación de él, al aplicar a un producto de un tiempo anterior una perspectiva nueva. Cada vez que Europa ha renunciado a lo griego y lo romano que late en el fondo de ella se ha olvidado de sí misma, ha renunciado a la misión encomendada a Eneas y se ha hundido en la barbarie más total.
Crisis del yo, de la identidad. Eliot dramatiza el poema, Pessoa además dramatiza el yo del poeta. ¿Cómo ve todo este proceso?
El drama en gente como Pessoa difiere mucho del proceso seguido por Eliot. Pessoa en sus heterónimos da voz a tres estilos, para cada uno de los cuales inventa o crea una persona poemática que es su personaje. Eliot -en su ensayo sobre las tres voces de la poesía- va mucho más allá, comprende las limitaciones del monólogo dramático de Browning y de Pound y los corrige mediante una dramaticidad poemáticamente de mayor y más profunda eficiencia, al practicar una coloratura de la lengua que poetiza los ritmos y posibilidades de la lengua coloquial. Eso es algo que aprende en y del teatro y, gracias a ello, consigue que convivan, en vez de estados sentimentales, lo que llama «distintas emociones del espíritu»
Otra de las cuestiones es la de la sensibilidad unificada, el pensamiento y el sentimiento forman parte de un mismo impulso. Es lo que se conoce como poesía de la meditación.
Eliot fue uno de los primeros en reseñar la antología de los poetas metafísicos hecha por Grierson, en la que volvió a leer a Donne y a ver en la poesía un modo de autoconocimiento que puede relacionarse con lo que el libro de Louis L. Marz, The Poetry of Meditation , publicado en Yale en 1955, hizo descubrir a algunos poetas del 50: «una aprehensión sensorial directa del pensamiento o una recreación del pensamiento en sentimientos», «una particular mezcla de pasión y pensamiento» y, sobre todo, lo que, en el caso de Donne, advierte Eliot: que para éste un pensamiento era «una experiencia» que «modificaba su sensibilidad».
«La crítica literaria hace un juego de espejos entre pasado y presente para atisbar el futuro hacia el que nos dirigimos»
Su estudio de la lengua poética se detiene sobre todo en el diálogo entre poesía y lengua común, poesía y habla contemporánea. ¿Cuál es la propia y precisa naturaleza del lenguaje de Eliot?
Eliot tiene un sentido histórico del lenguaje y ve la lengua tanto en su sincronía como en su diacronía, tanto en su propio hacerse como en su propio funcionar. Es un poeta doctus en el mejor y más alto sentido del término y no duda en afirmar que «no existe verso libre», que «bajo la denominación de verso libre se ha escrito mucha mala prosa» y «sólo un mal poeta pudo recibir el verso libre como una liberación de la forma». Lo que busca es «una música latente en el habla común de su tiempo». Según Eliot, la poesía no puede perder el contacto con el carácter cambiante de la lengua coloquial y cada periodo histórico debe tener «un modelo de dicción poética» que no sea «ni idéntico al habla corriente ni demasiado alejado de ella».
Emoción, y métrica para expresar esa emoción.
Fue una de las preocupaciones formales y estructurales de Eliot tanto en ese libro como en toda su escritura poética anterior y posterior, y no puede desgajarse de sus innovaciones en lo relativo a la lengua coloquial. Le obsesionaban las transiciones entre pasajes de mayor y menor intensidad y su capacidad para crear lo que llama un ritmo de emoción fluctuante, que consigue mediante una técnica de contraste entre unos y otros, haciendo que los menos intensos sean más prosaicos que los otros.
Gran fumador, ser depresivo, acosado por la angustia y la duda, ¿no nace su poesía de todas estas grietas en su personalidad, no es su poesía, como él dijo, una queja contra la vida, un rítmico lamento?
Sí, sin duda alguna, pero también un deseo de ordenarse él, de ordenar sus pensamientos, sus sentimientos y sus emociones. En Eliot la religión y el sentimiento religioso, tan determinante como decisivo en él, nacen menos de un credo que de una necesidad, como vio muy bien Ernst Robert Curtius en su análisis de Four Quartets .
En «Four Quartets» busca un orden, incluso un consuelo, pero el malestar de «The Waste Land» continúa…
Así es porque Four Quartets lo desarrolla y completa, como sugieren sus abundantes referencias, alusiones, intertextos y guiños cómplices a determinados movimientos de The Waste Land y tanto el orden rítmico de sus secuencias como la rigurosa y simétrica arquitectura que lo rige son mucho más perfectos que los de The Waste Land . Sin embargo, su convencimiento no es tan firme como en aquel, en el que «la visión del apocalipsis» -como lo define Cohen- lo condujo a una necesidad de creer tanto en la tradición literaria como en la fe religiosa y la ascética negación del yo. En Four Quartets parece poner en duda la decisión entonces tomada. De ahí que se vea obligado a reforzarla y que tenga que suplir con técnica y perfección la angustia ante un vacío que no acaba del todo de poblarse.
¿Cuáles son los Eliot que han leído los españoles: Juan Ramón, Cernuda, Neruda, Ferraté, Gil de Biedma, Gimferrer?
Hay muchos Eliot en Eliot y uno distinto para cada poeta que lo lee. Juan Ramón fue justo con el poeta, pero injusto con el hombre, aunque aprendió no poco de la modernidad lírica en él. Cernuda se interesó por su tratamiento de la lengua, pero hizo una lectura errónea, que Jaime Gil de Biedma corrigió. Ferraté supo traducirlo e incorporarlo. Neruda se aprovechó de él casi plagiándolo y, aunque lo publicó en su revista, no dejó de atacarlo y denigrarlo cuanto pudo. Gimferrer supo verlo como poeta urbano, primero, y como poeta metafísico, después.