Hazte premium Hazte premium

MEJOR LIBRO EN ESPAÑOL DE 2020

Irene Vallejo: «Cuando compartimos nuestras historias con otros dejamos de ser extraños»

«El infinito en un junco», de Irene Vallejo, es el mejor libro en español de 2020 según los críticos de ABC Cultural. Hemos hablado con la autora de un ensayo que combina erudición y emoción en un viaje en el tiempo que es, también, un regreso al hogar

Irene Vallejo fotografiada en Madrid GUILLERMO NAVARRO
Miguel Ángel Barroso

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Amor a los libros y al mundo clásico que los alumbró , bañado por el mar de Ulises. Y homenaje a los lectores, copistas, libreros y demás letraheridos que actuaron como porteadores, durante centurias, para salvar esos artefactos culturales del fuego, los bichos, los odiadores y otros avatares del tiempo. Ese sería el zumo de El infinito en un junco (Siruela), el ensayo de Irene Vallejo (Zaragoza, 1979) que lleva despachados más de 150.000 ejemplares en 26 ediciones y ha sido traducido a una treintena de idiomas. Un libro que habla de los libros es la mejor aportación literaria en español de 2020 según una encuesta realizada a los críticos de ABC Cultural.

Existe una imagen tópica de los libros como criaturas que acaban por vivir su vida al margen de sus creadores. ¿Esperaba que su ensayo progresara tan adecuadamente?

Ha sido una criatura sorprendente. Cuando la gestaba creí que era mi obra menos comercial por ser un ensayo y no tenía la menor esperanza de llegar a este punto. Y en cada una de las fases pensaba que había tocado techo. No he estado sola en el mundo, sino muy acompañada por la editorial, por los libreros, por el boca a boca... Ha tenido una tribu acunándola.

Lo infinito, lo inabarcable… Los libros son una de las pocas creaciones humanas que soportan esa calificación. Y, al mismo tiempo, están sujetos a soportes modestos, como las tablillas de arcilla o el junco de papiro. ¿Quería jugar con esa dicotomía desde el título?

Los títulos son muy importantes porque son la primera frase con la que se encuentra el lector. Muchos libros se despliegan ante nosotros, pero solo a algunos vamos a concederles la oportunidad de voltear la cubierta para empezar a leer. En origen los títulos eran bastante prosaicos, con la aparición de la prensa escrita tienen que hacerse seductores. Este ensayo está lleno de paradojas y quería que la contradicción estuviera presente en el titular, que también es un homenaje a Chesterton, que jugaba con estas expresiones. Lo más asombroso de los libros es que nuestras historias, nuestros pensamientos, nuestros versos... caben en algo tan sencillo como un junco. Una pulpa vegetal que alberga algo infinito.

El libro es algo orgánico (como lo es el junco). Se puede tocar, se puede oler, envejece y adquiere valor. ¿Es esa una de sus grandes bazas de seducción?

Sí, reivindico la parte sensual y sensorial del libro porque involucra a todos los sentidos. Ese carácter hace que el contenido se fije mejor en la memoria, nos deje más huella. Un libro impreso tiene sus propias coordenadas: esa frase que nos gustó estaba arriba, o a pie de página... Es un objeto cambiante. Aclaro que abogo por una convivencia entre el libro físico y el electrónico, salimos ganando si existen diversas posibilidades de lectura. El futuro es ambidiestro.

«La "Odisea" refleja ambas dimensiones del ser humano: vivir aventuras y, por otro lado, regresar a un lugar seguro»

¿Qué es leer?

Lo primero, para mí, fue escuchar los cuentos que me leía mi madre por las noches. Creo que leer es el ingrediente principal del oficio de escritor, de hecho paso más tiempo leyendo que escribiendo. Ahí se nutren las ideas y se abren los horizontes. Con este hábito nos hemos convertido en la única especie que se comunica con los muertos, es una forma de desafiar a la propia muerte. Los relatos tienen la posibilidad de unirnos, de formar parte de una comunidad que comparte sus historias. Y cuando lo hacemos dejamos de ser extraños.

Hay un pasaje en el que concede a la lectura un aura mágica. Nos trasladamos a una habitación interior, es un acto íntimo y libre, un diálogo entre el escritor y el lector…

La forma de leer cambió cuando empezamos a hacerlo en silencio. Ahora nos parece evidente, pero esa costumbre tardó mucho en llegar. San Agustín se queda asombrado cuando observa a san Ambrosio leyendo en voz baja un libro. No es una lectura hacia los demás. Se da cuenta de que, a pesar de estar a su lado, se encuentra en un mundo distinto, inaccesible, no sabe en qué está embebida su mente. Se ha fugado del momento.

Alejandro no se desprendía de su ejemplar de la «Ilíada», que guardaba incluso en un cofre por encima de cualquier otra riqueza. ¿De qué libro no se desprende Irene Vallejo?

Ceñirse a uno es muy difícil, pero probablemente sería la Odisea . Recuerdo a mi padre contándome esa historia cuando era niña. Me quedé deslumbrada, despertó en mí algo distinto, y a partir de ahí todo el mundo me regalaba libros de mitología clásica. La Odisea ha tenido mucha importancia en la literatura occidental: Joyce convirtió a Ulises en el símbolo del hombre contemporáneo. Refleja las dos dimensiones de nuestra vida: queremos vivir aventuras como el protagonista y, por otro lado, regresar a un lugar seguro. Mezcla encuentros extraordinarios, lugares exóticos, incluso peligros... y el deseo por regresar a casa.

El libro como viaje. ¿Cuáles son sus lugares favoritos a través de las lecturas?

Siempre que viajo intento leer sobre los destinos a los que voy, tienen más densidad si se asocian a un libro. Y me gusta buscar lugares donde han estado escritores, como cuando visité la casa de Horacio Quiroga en la provincia de Misiones, en el norte de Argentina. Quería añadir imágenes a sus cuentos de amor, locura y muerte. Ambas experiencias se superponen. Cuando fui con mis padres al Meditarráneo por vez primera, en Barcelona, creía que iba a ver un cíclope o una sirena.

«No escribo libros para sobrevivir a la muerte, sino para ensanchar mi vida y poder dialogar con otras mentes»

La humanidad publica un libro cada medio minuto. ¿Esa pulsión se explica por una necesidad de posteridad?

Los antiguos lo decían. Horacio creía que, con sus poemas, había levantado un monumento más permanente que el bronce. En la frase final de Las metamorfosis , Ovidio afirma: «Viviré por todos los siglos». Es posible que sí. En mi caso, más que sobrevivir a la muerte, es la sensación de ensanchar la vida, de hablar con otras mentes. Nunca sabes cómo va a ser recordado un libro, el filtro del tiempo es imprevisible.

Hoy confundimos conocimiento con la habilidad para acceder a contenedores de información. ¿Qué pensarían del «Big Data» aquellos sabios que memorizaban libros en Alejandría?

Es un debate parecido al que plantea Platón con respecto a la escritura: cuando tenemos a nuestra disposición el conocimiento de los libros dejamos de poseer auténtica sabiduría. Formamos parte del cerebro más grande que ha existido nunca; tener acceso a toda la información es otra forma de inteligencia. Yo lo veo como un enorme avance. Una persona en el mundo clásico o en la Edad Media podía ver anestesiada su curiosidad si no hallaba respuestas. Ahora no ocurre eso. Sócrates decía que los libros nos hacían degenerar, pero sin ellos no habríamos tenido acceso a sus ideas.

En este año celebramos el centenario de Ray Bradbuy. ¿Debería ser un delito quemar libros al estilo de su novela «Fahrenheit 451»?

En esta época quemar un libro es un acto más simbólico que destructivo: no acabas con todos los ejemplares, pero sí atacas a personas o creencias. Los libros pueden salir a la luz por muchísimos cauces y no creo que haya que sacralizarlos. En el mundo de Bradbury se aniquilaban las obras, no solo sus soportes. Hoy las editoriales destruyen libros porque es más caro almacenarlos.

¿Piensa en los libros desaparecidos, tal vez un puñado de obras maestras que nos hubieran hecho mejores, que habrían cambiado el mundo?

Desde luego. Pero demos la vuelta al razonamiento y pensemos en los que se han salvado, porque a priori todos estaban condenados a la desaparición, sobre todo antes de la imprenta. Es maravilloso que con el esfuerzo de generaciones de personas viajando, guardando, copiando, creando bibliotecas… esos libros hayan sobrevivido. Ha sido una absoluta hazaña.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación