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LIBROS

El humor de Sedaris se aburguesa

En su nueva colección de ensayos, «Calypso», el autor estadounidense despliega un tono más melancólico para hablar de su familia

Jaime G. Mora

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Como a tantos otros escritores que se mueven en el terreno de la no ficción, a David Sedaris (Nueva York, 1956) le han cuestionado que sus libros –recopilaciones de ensayos y diarios– encajen en este género. Siendo un autor que cultiva la escritura humorística, es inevitable que sus exageraciones y tergiversaciones a veces trasgredan esos sagrados mandamientos que llevan a gala las revistas en las que escribe, con «The New Yorker» a la cabeza. De hecho, en la radio pública estadounidense etiquetaron sus colaboraciones como historias ficticias.

Sea cual sea el lado de la estantería en el que deba ubicarse a Sedaris, lo cierto es que su fórmula funciona: acostumbra a colocar sus libros en las listas de más vendidos y suele reunir a cientos de seguidores en las lecturas que hace cada año por teatros y salas de Estados Unidos.

Criado en una familia grecoamericana con cuatro hijas y dos hijos, con una madre alcohólica, un padre que en las últimas elecciones votó a Trump y una hermana con problemas mentales que acabó suicidándose, y él mismo también enganchado al alcohol en una fase de su vida, durante años debió conformarse con encadenar contratos basura.

Fue precisamente relatando en la radio su experiencia como elfo navideño en un centro comercial cuando el público descubrió a Sedaris. La suya era una voz divertida, ocurrente y tenía un punto de transgresión. «Cíclopes», «Mi vida en rose», «Oh, blanca Navidad» o «Un vestido de domingo» son los títulos de los libros que empezaron a recopilar los ensayos en los que sacaba punta al lado absurdo de la América profunda o a su condición de homosexual.

Por su agudeza hubo quien lo comparó con Woody Allen , pero también hay críticas que han dicho que las memorias del director de «Annie Hall» se pueden usar como papel higiénico, así que conviene no tomarse demasiado en serio a los reseñistas.

«Calypso» (Blackie Books, 2020) es el primer título de Sedaris que llega a España fuera del sello Random House. Aquí ya no escribe desde el París en el que se refugió del éxito, sino desde su casa de ensueño en el sur de Inglaterra o desde su apartamento playero en Carolina del Norte en el que reúne a su familia.

Sedaris ya ha superado la barrera de los 60 años y ahora se obsesiona con la pulsera que le cuenta sus miles de pasos diarios, admite que disfruta cuando se pega un empacho de compras con sus hermanas o piensa que tienen interés sus peripecias para darle de comer a una tortuga el tumor que le han extirpado.

En «Calypso» hay algún fogonazo de humor, que generalmente vienen de la mano de la relación con su marido, Hugh, pero el tono general del libro rezuma ternura. Como falta su madre, el «nexo» que les unía a todos, trata de acercarse a su padre nonagenario aunque sigan sin saber hablar entre ellos o busca en sus hermanas la complicidad que le faltó con Tiffany, que se suicidó sin que nadie la comprendiera. «Mi familia siempre me hace sentir que no soy horrible del todo –escribe–. Por eso me gusta tanto estar con ellos».

Este Sedaris es menos descarado y más melancólico, más aburguesado.

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