«Historia de la derecha en España», complejo conservador

Hoy, dicho concepto plantea infinidad de problemas interpretativos , no ya por la dificultad de fijar las fronteras entre derecha e izquierda en un marco global tan indefinido ideológicamente sino por la pluralidad de formas de expresión de lo que se denomina derecha (márgenes que se otorga a la libertad, énfasis mayor o menor al hecho religioso…). Curiosamente en España se asume con dificultad la autoatribución de derecha porque se arrastra el viejo estigma de su filiación con el franquismo . Está muy arraigada la falsa convención del presunto monopolio moral de la izquierda, lo que convierte el reconocimiento de la identificación de la derecha en una humillación.

Un maestro de historiadores como José Manuel Cuenca Toribio , con una muy larga producción de libros, ha asumido el reto de historiar la derecha en España en un ensayo breve. De entrada, tiene el mérito de abordar este relato histórico para poner en evidencia «el complejo de inferioridad al tiempo que también de culpabilidad arraigada en la conciencia y actuación de los miembros y dirigentes de las formaciones políticas conservadoras».

Cuenca Toribio arranca su periplo por la derecha española desde finales del siglo XVIII con la Constitución de 1812, como el jalón que marca la bipartición en España de la derecha y la izquierda. Como valores fundamentalmente esgrimidos por la derecha sitúa el orden social, la religión católica, el sentido patriótico más emocional que ideológico y el pretorianismo militar. La trayectoria de la derecha la divide en varios tiempos: los orígenes, donde se discute la significación conservadora de Jovellanos ; la formación que sitúa entre el canovismo y la República de Alcalá Zamora, con todos los proyectos reformistas que se desarrollaron y e l debate en torno a Primo de Rivera ; la madurez en la que recorre el pensamiento de Luis Lucia, Gil-Robles o Herrera Oria; el esplendor en el franquismo; la Transición , con el apoyo trascendental que tuvieron los conservadores en la misma (interesantes reflexiones sobre los Tácitos); el rol de la Alianza Popular de Fraga o Aznar, y lo que él llama «la Moncloa populista» del marianismo.

Especial atractivo tiene la parte dedicada a la historia reciente donde el autor refleja una gran tristeza ante el panorama político actual sobre todo en lo referido a la cuestión territorial catalana, con dos instituciones básicas para la derecha como la Iglesia y el Ejército en crisis de identidad. El dictamen final sobre la derecha de hoy es fatalista, referido a lo que a Cuenca Toribio más le interesa: el legado cultural . El único triste consuelo es que «en la ladera políticamente opuesta, no es dable contemplar otro paisaje».

El mensaje es que la política es un juego escénico donde los electores ejercen su voto por imperativos de cortoplacismo económico. Las ideologías han perdido su sustrato cultural y la cultura solo interesa como plataforma mediática. Una ironía sutil le otorga a Cuenca Toribio una capacidad de distanc iamiento que, con el inmenso conocimiento bibliográfico, constituye el gran valor de este libro. Sirva como ejemplo la cita corrosiva que se hace de una afirmación del catalán Salvador Pániker, en uno de sus libros, sobre Aznar: «Prodigioso personaje, Aznar. Lo curioso del caso es que, siendo tan rematadamente limitado encima sea chulo». La obra es un ejercicio de desinhibición que abunda poco en estos tiempos.