LIBROS
‘Historia de los abuelos que no tuve’, de Ivan Jablonka: vidas y rostros del genocidio
Esta obra del escritor francés está dotada, desde la primera página, de un meticuloso espíritu indagador que va mucho más allá de una simple biografía familiar
Mercedes Monmany
«Partí como historiador, tras las huellas de los abuelos que no tuve. No son famosos. Se los llevaron las tragedias del siglo XX: el estalinismo, la Segunda Guerra Mundial, la destrucción del judaísmo europeo» . Este es el comienzo -esos ‘incipit’ de los ... que hablaba el israelí Amos Oz , que abrían la puerta a mundos desconocidos en unas cuantas líneas- de un libro inolvidable, de los que perduran. En él, un historiador profesional encara de frente, duramente, lo más sobrecogedor de su carrera: la búsqueda de los suyos a través del genocidio, muchas veces sin rostro, de seis millones de seres humanos durante el Holocausto.
Este maravilloso, a la vez que implacable y perturbador, tenaz y obstinado libro de género mixto, mitad indagación en torno a épocas tenebrosas de la historia europea y mitad fantástica y poliédrica reconstrucción literaria , ‘Historia de los abuelos que no tuve’, de Ivan Jablonka (París, 1973) está dotado, desde la primera página, de un apasionado y meticuloso espíritu indagador que va mucho más allá de una simple biografía familiar.
Cruel crimen
Su búsqueda, la búsqueda que emprende un nieto décadas después tras los pasos de sus abuelos paternos desaparecidos durante el Holocausto sin apenas dejar rastro tras de sí, tras una corta vida, es la terca búsqueda simbólica emprendida -como una especie de género autónomo y fantasmal- por otros conocidos escritores, descendientes de judíos masacrado s. Por Daniel Mendelsohn en ‘Los hundidos (en busca de seis millones)’, por Georges Perec en W o el recuerdo de la infancia, por el americano Jonathan Safran Foer en ‘Todo está iluminado’ o, últimamente, por el británico Philippe Sands, siguiendo los pasos de su abuelo judío de Leópolis, en la magnífica Calle ‘Este-Oeste’.
Autor de otra excelente indagación sobre un célebre y cruel crimen de la Francia contemporánea ( ’Laëtitia o el fin de los hombres’ , Anagrama) y de un no menos impactante ensayo sobre el traslado de 1600 niños de la isla de La Réunion a la metrópoli entre los años 60 y 80 (’Enfants en exil’) Jablonka, profesor e historiador, nacido y crecido con una memoria siempre presente de la violencia extrema de otros tiempos, tuvo cuatro abuelos judíos.
Sin embargo, serían los más desprotegidos de ellos, los que no estaban integrados y carecían de raíces, los sin papeles llegados de Polonia a Francia en la época más furiosamente xenófoba y ultranacionalista, más despiadada contra los «recién llegados» a la patria, los dos abuelos que acabarían sucumbiendo, devorados por la máquina exterminadora nazi. Antes de ser deportados de vuelta a Polonia, a Auschwitz, lograrían con mucho esfuerzo, ayudados por personas valerosas y solidarias con la terrible suerte corrida por los judíos en aquellos días, poner a salvo a sus dos hijos pequeños. Entre ellos, el padre de Ivan Jablonka , entonces de dos años.
Mezcla recuerdos, relatos de emigrantes, cuentos, poemas, documentos...
Sus abuelos maternos, igualmente judíos, sobrevivirían a la guerra, en el París ocupado. Según Jablonka, este destino tan diferente para unos y otros quizá fue debido a la emigración reciente de los dos jóvenes polacos comunistas, Mates e Idesa, nacidos ambos en la pequeña localidad de Parczew, que se convertirá en una de las visitas más emocionantes que llevará a cabo Jablonka a lo largo de todo su tortuoso y doloroso recorrido en busca de huellas, por pequeñas que fueran. Un viaje que lo llevaría a una, para él desconocida, Europa del Este, «en los confines de Polonia, Ucrania y Bielorrusia». Lugares en los que, para algunos, la guerra parecerá no haber acabado y los descendientes de los justos que ayudaron a los judíos aún serán «mal vistos en la ciudad». Deportados Mates e Idesa desde el tétrico campo de detención de Drancy, en las afueras de París, embarcarían en un convoy que partió el 2 de marzo de 1943 hacia Auschwitz, donde serían asesinados.
«Más que el final trágico -afirmará en su libro o laberíntica indagación Jablonka- lo que me interesa es el recorrido. Nuestro inconsolable dolor no tendrá otra expresión que la voluntad de saber ». Devolviéndolos de nuevo a la vida, restituyéndoles un rostro y una dignidad, Ivan, el nieto, reconstruye la breve vida de sus abuelos. Nacidos en un pequeño ‘shtetl’ (localidades de la Europa oriental con un alto número de población judía) en dos familias pobres, con padres judíos ortodoxos, Mates e Idesa, apenas salidos de la adolescencia se integraron en una organización del Partido Comunista polaco, entonces prohibido. Tras pasar por prisión, emigrarían en 1937 a la Francia del Frente Popular , llevando una vida precaria, de inmigrantes clandestinos. Pero llegarían en el peor momento: con la disolución del Frente y con un brutal antisemitismo, cada vez más extendido, que gangrenaba por doquier los cimientos de la III República francesa, antaño patria de la Ilustración, soñada por muchos judíos europeos.
Entrevistas
Trabajando en innumerables archivos, entrevistando a multitud de personas, viajando por América, Polonia e Israel, los lugares donde se había dispersado parte de la familia; persiguiendo intensamente las huellas tanto humanas como las del siglo más cruel y asesino; dividido entre el historiador, el cronista, el literato y el minucioso artesano que vuelve a dar forma a vidas perdidas y restituidas a un futuro que por fin les corresponde, Jablonka crea desde los cimientos un espléndido y brillante género mixto que recuerda al Yizker Bukh. Es decir, aquel género literario judío y autónomo acuñado tras la II Guerra Mundial. Un fascinante contenedor que parece hecho a la medida de Jablonka, y que mezclaba recuerdos, relatos de emigrantes, cuentos, poemas, documentos de archivos, iconografía individual y colectiva, así como historias tristemente interminables de víctimas de los nazis.
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