'Hipócrates': Análisis clínico a la ficción médica

Es una serie que se ocupa del cuerpo, pero que destaca porque tiene alma. En la lucha diaria entre la vida y la muerte, en el rompeolas incesante de un hospital, se antepone la autenticidad al espectáculo. Hay más títulos interesantes con bata blanca, como 'New Amsterdam' , presente casi en cualquier plataforma y en el canal Fox, pero hoy toca analizar esta producción francesa creada por Thomas Lilti , que fue médico antes que cineasta.

Las películas de Lilti , como 'Mentes brillantes' y 'Un doctor en la campiña' , suelen asomarse al mundo que mejor conoce. 'Hipócrates' también tiene una doble vida, ya que fue película antes de convertirse en serie. Si no le flaquean las fuerzas, tiene cuerda para rato, como las eternas 'Urgencias' y 'Anatomía de Grey' . De la primera sabe adaptar los mejores elementos, la tensión arterial, los cambios de respiración y el corazón de los personajes, pero lo mejor es que lo hace sin parecer nunca una copia.

En otras series médicas, alguna muy cercana, las tramas a veces son imitaciones descaradas de las americanas. En grandes éxitos como 'House' , realmente brillante en muchos aspectos, el problema era el autoplagio, que podía rayar en la parodia: se abusaba de los mismos recursos e incluso de las mismas enfermedades raras.

'Hipócrates' no cuenta nada extraordinario: narra las vidas de varios jóvenes médicos residentes en su durísima inmersión en un gran hospital en París. En la primera temporada, se veían obligados a tomar las riendas del centro por una cuarentena que dejó a la plantilla en cuadro. El segundo curso, aún mejor que el primero, enlaza en el último episodio con los comienzos de la pandemia actual , tiempos de incertidumbre que anticipan lo que podría ser la tercera temporada.

La serie puede alcanzar un ritmo taquicárdico, pero antes de sufrir un colapso sabe alternarlo con momentos de introspección personal. Sus personajes son tan de carne y hueso que los males que sufren duelen de verdad. Su piel es nuestra piel, solo que la suya está sometida a una presión mayor, casi insoportable. Este año cobran relevancia Igor ( Théo Navarro-Mussy ) y, sobre todo, el veterano Olivier Brun ( Bouli Lanners ), cuyo personaje arrastra toneladas de humanidad. Es el jefe que todo trabajador debería conseguir. Es un héroe castigado, como Sísifo , que no se queja y siempre da la cara.

En segundo plano, claro, hay crítica social y política . No solo en España faltan medios para mantener un servicio público tan esencial, pero la serie nunca subraya esos apuntes ni desvía su atención de lo esencial. El drama es otro, puede que igual de universal, pero más interesante que la incompetencia de los gobiernos.

Es posible que lo mejor de 'Hipócrates' sea su constante impredecibilidad , mientras el enjambre de tramas nos lleva de forma inexorable hacia el final por todos conocido. Esa batalla universal, perdida de antemano pero esencial, le da sentido a todo sin necesidad de buscar más allá.