MÚSICA CLÁSICA
Giuseppe Verdi, las alas doradas de la libertad
La Italia moderna es inseparable de la música del gran compositor romántico. Lo fascinante es comprobar que el poder para entusiasmar y conmover a públicos de todo el mundo no ha disminuido 120 años después de la muerte de Verdi
«LA TRAVIATA». Su ópera más popular. Espectacular montaje de 2010 en el Palau de Les Arts de Valencia
Todo comenzó, quizá, cuando el joven Verdi se encontró con el libreto de una ópera titulada Nabucodonosor . Al leer las palabras del coro de esclavos judíos, «Va’ pensiero sull ali dorate», sintió que su imaginación se encendía. Nabucco , tercera ... ópera de Verdi, se convirtió en su primer gran éxito. Se ha dicho que esta es la primera ópera en que Verdi es realmente Verdi. Su coro de esclavos sigue siendo, quizá, el pasaje más famoso de su autor . Ya en el momento de su estreno en 1842 creó un verdadero revuelo, ya que el público lo identificó al instante con la situación del pueblo italiano oprimido por los poderes extranjeros. Desde entonces, a menudo recibe tales aplausos que hay que repetirlo. Es algo así como un segundo himno nacional.
Potencial patriótico
Es posible que Verdi descubriera en Nabucco que su música tenía un potencial político y patriótico y que podía enfervorizar a las masas. Italia estaba en el momento clave de su formación como estado, y la música de Verdi se convirtió en la música del Risorgimento . «Verdi comenzó, yo diría que de forma instintiva, a instigar a la acción política a través de su música» , escribió su biógrafo Folchetto ya en 1881. En el estreno de La battaglia di Legnano , en 1848, el público romano, electrizado por la huida del papa y la reciente creación de la República Romana, se identificó hasta tal punto con la acción de la ópera que, en el momento en que Arrigo se lanza de un balcón para seguir a los soldados contra Barbarroja, un soldado del público se lanzó desde un palco y acabó en el escenario. En Ernani , el «horrible abrazo» de un guardia, del que Elvira intenta librarse, fue relacionado con el dominio austríaco. En Attila , las líneas «Puedes quedarte el universo, con tal de que me dejes Italia» levantaron un enorme entusiasmo, a pesar de ser pronunciadas por un italiano traidor.
El coro de I Lombardi «O Signore, dal tetto natio», tuvo el efecto, según el poeta Giusti , de «sacudir y embriagar a innumerables corazones». Este coro, junto con el de Nabucco , fueron, según Folchetto, «las primeras demostraciones políticas que señalaron el despertar de la Lombardía y del Véneto». Es como si la Italia moderna fuera inseparable de la música de Verdi.
Años de galeras
Lo fascinante es comprobar que este poder para entusiasmar y conmover no ha disminuido con el paso de los años ni se limita tampoco al ámbito italiano. En los momentos más oscuros de la era Berlusconi, por ejemplo, Riccardo Muti dirigió Nabucco en la Scala y al final se volvió al público para decir que le parecía vergonzoso lo que estaba sucediendo en Italia y que no reconocía a su país, tras lo cual volvieron a interpretar el «Va’ pensiero».
Pero el fenómeno no se limita a Italia. Por poner un ejemplo bien alejado, recordemos que la ceremonia que simbolizó el fin de la URSS , la última bajada y retirada de la bandera soviética, fue acompañada musicalmente por otro coro verdiano no menos impresionante, el de los exiliados de Macbeth , que comienza con las palabras «Patria oppressa» . Es de suponer que el mensaje subyacente era que la patria había estado oprimida hasta entonces, aunque sé que muchos nostálgicos del comunismo lo interpretan exactamente al contrario.
Tras el éxito de Nabucco , comienzan los llamados «años de galeras», en los que el joven compositor compuso un enorme número de óperas en pocos años . Algunas se representan poco hoy en día ( Giovanna d’Arco , Attila , Alzira , I due Foscari , Il corsaro , Luisa Miller , Stiffelio ), pero hay en esta época al menos dos obras maestras, Ernani , que es ya una muestra perfecta del arte de Verdi para describir musicalmente a sus personajes y moverlos dentro de una acción que es tan trepidante como musicalmente variada y coherente, y Macbeth , que debemos considera una de sus creaciones más originales.
Giuseppe Verdi
Apuesta radical
En Macbeth se atrevió a crear un drama cuya pareja protagonista está unida no tanto por el amor como por la complicidad delictiva, y en el que la habitual supremacía masculina se ve sustituida por la impresionante lady Macbeth, una de sus grandes creaciones vocales . Verdi rechazó a la Tadolini para que la cantara aduciendo que tenía una voz demasiado hermosa y que él buscaba un canto «oscuro, sofocado, dañino». No volveremos a encontrar una apuesta tan radical, seguramente, hasta la aparición de la Electra de Strauss.
Abigaille, la protagonista de Nabucco es un papel tan difícil que muchas sopranos nunca se han atrevido a cantarlo. Lo estrenó la gran soprano Giuseppina Strepponi , temprana protectora de Verdi, cuya carrera se vio truncada antes de tiempo quizá a consecuencia del formidable esfuerzo vocal que le supuso. Cuando Verdi se fue a París para preparar el estreno de su ópera Jérusalem , la versión francesa de I Lombardi , se la volvió a encontrar allí dirigiendo una academia de canto. Verdi era viudo desde hacía años. Surgió el amor, comenzaron a vivir juntos y cuando él regresó a Italia, ella se fue con él.
Obras maestras
Esto produjo un cierto escándalo entre los ciudadanos de Sant’ Agata y suscitó incluso comentarios desagradables del suegro de Verdi, que respondió a este Germont de carne y hueso que él creía en la libertad individual y que no aceptaba que nadie le dijera cómo debía conducir su vida. No cabe duda que esta situación personal influyó en la composición de La Traviata , quizá su ópera más famosa , crítica feroz de los convencionalismos hipócritas y defensa luminosa de la condición femenina . Forma, junto con Il trovatore y Rigoletto, la trilogía central de su obra, a la que luego se añadirán otras grandes obras maestras: La forza del destino , Un ballo in maschera , Don Carlo , Aida , Otello y la más grande de todas, Falstaff .
Verdi no fue un revolucionario como Wagner , un músico al que admiraba (la admiración, por cierto, era mutua) y cuyos escritos teóricos leyó con interés. Las ideas de ambos sobre la relación entre la música y el drama tienen sorprendentes parecidos, ya que los dos ponen la teatralidad por encima de todo, aunque lo hagan cada uno a su estilo, Wagner con su «drama musical» , Verdi con lo que él llamaba parola scenica . Su genialidad se desarrolló en un campo más misterioso que el de la forma o la armonía y que parece siempre inasequible al análisis: el de la melodía. No se trata solo de la belleza de sus melodías, de su amplitud envolvente y arrebatadora, así como del carácter único que parecen tener cada una de ellas, sino también de la forma en que Giuseppe Verdi, usando sobre todo su talento melódico , es capaz de construir extensos arcos musicales (un acto de una ópera de Verdi suele durar una media hora) dotados de esa lógica rigurosa que solemos relacionar más bien con la construcción sinfónica o con la música alemana.
Libertad, dignidad
Es en el brillo y la incandescencia de las ideas que surgen, una tras otra, totalmente individuales, ahora líricas, ahora amenazantes, ahora con un ritmo marcial, ahora en un remanso, preparando un clímax, alcanzándolo, llevándolo al paroxismo, donde Verdi y el arte de la ópera alcanzan su cima . Pero ¿cómo describir, analizar, reducir a pruebas susceptibles de ser presentadas ante un jurado, la melodía verdiana? Pensemos en «Non mi lasciar, soccorrimi» de La forza del destino , o en las frases finales de Aida . Hay algo profundamente femenino en estas melodías. Sentimos que provienen de algún lugar de nuestra memoria.
Todas ellas nos traen la sensación de haberlas oído en algún lugar, hace mucho tiempo, o quizá, como el perfume de aquella rosa de plata de El caballero de la rosa , antes de nacer. Nos recuerdan lo que significa estar vivo, y lo triste que es también, y cómo todo es un deslumbramiento y un adiós. Nos dicen que el corazón del hombre es libre , que nuestro pensamiento vuela con alas doradas, nos hablan de la dignidad esencial de la aventura humana. Cómo logran tal cosa, eso nadie puede explicarlo.