«Giselle», más allá del Romanticismo

El propio Joaquín de Luz va a ser el encargado de coreografiar esta versión de «Giselle». La mayor novedad es su traslado al Romanticismo español -la acción se sitúa en una aldea cercana al Moncayo , en Aragón - y su inspiración en la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer -que en 1863 se retiró al Monasterio de Veruela , en la Sierra del Moncayo-; para ello ha contado con el trabajo del dramaturgo Borja Ortiz de Gondra . Los dos firman estas palabras: «Sin abandonar los elementos que han hecho de esta obra una de las cumbres del ballet clásico, en nuestra «Giselle» aparecerán también la escuela bolera y las tradiciones españolas, y en el bosque nocturno donde habitan las wilis, esos espíritus de muchachas muertas antes de casarse, las voces del viento susurrarán versos de Bécquer». Como otras versiones «ortodoxas» , el segundo acto -el acto blanco- mantiene una mayor fidelidad a la coreografía original , y es en el primer acto , y especialmente por la acartonada pantomima, donde más se nota la mano del coreógrafo (Joaquín de Luz prefiere definirse a sí mismo como «curador», traducción literal del inglés «curator», más parecido a conservador en el mundo artístico).

«Giselle» es originalmente un ballet en dos actos que se estrenó en la Académie Royale de Musique de París el 28 de junio de 1841, con la legendaria Carlotta Grisi en el papel titular y Lucien Petipa como Albrecht. Sobre la obra «De l'Allemagne» , de Heinrich Heine , Jules Henry Vernoy y Theóphile Gautier crearon el libreto, que coreografiaron Jean Coralli y Jules Perrot . La música la compuso Adolphe Adam . Tras su estreno, el ballet viajó a Rusia y desapareció del repertorio parisino, hasta su recuperacion en 1910. Desde entonces, es uno de los títulos fundamentales en la historia del Ballet de la Ópera de París.

El ballet cuenta la historia de una joven campesina, Giselle , que está enamorada de un joven, Albrecht , sin saber que es en realidad un príncipe. Al descubrirlo, se vuelve loca y muere. Se reúne entonces con las Willis , que son los espíritus de jóvenes que mueren antes de casarse y se aparecen a media noche llorando su pena y buscando venganza; la cumplen haciendo que los hombres con los que se encuentran bailen hasta morir extenuados.

Amor, sacrificio, locura, redención, personajes fantasmales, engaño, celos, lucha de clases ... Son ingredientes suficientes para convertirla historia de «Giselle» en univers al , y explica que haya resistido el paso del tie mpo y se siga poniendo en pie tanto en su versión clásica como con su historia recontada. Más allá del cuento, son muchas las capas que uno puede encontrar bajo la sencillez de la leyenda romántica.

Giselle es inocencia infantil, pureza, alegría. El trágico engaño del que es víctima conmueve al público, pero mucho más ese amor que va más allá de la muerte y que ella traduce en un acto de redención hacia Albrecht; also similar al que tiene Doña Inés con Don Juan Tenorio en la obra de Zorrilla .

El papel de Giselle es uno de los grandes caballos de batalla para una primera bailarina, y entre las grandes intérpretes históricas de este personajes figuran Anna Pavlova, Galina Ulánova, Alicia Markova, Margot Fonteyn, Carla Fracci, Natalia Makárova, Alessandra Ferri y la cubana Alicia Alonso , que lo convirtió en su bandera durante décadas. A ellas pueden sumarse las españolas Arantxa Argüelles, Trinidad Sevillano o Tamara Rojo.

De las versiones «heterodoxas» del ballet destaca especialmente la que firmó en 1982 el coreógrafo sueco Mats Ek , creada para su mujer, la extraordinaria a zaragozana Ana Laguna , y el Cullberg Ballet ; con su particular lenguaje contemporáneo, hizo una lectura actual y expresionista del clásico. Convirtió a Giselle en la tonta del pueblo, a la que engaña un donjuan venido de la ciudad, y decidido a pasar con ella un buen rato. Transformó además el bosque romántico del segundo acto en un manicomio al que llega la protagonista tras perder la razón, y convirtió a las willis en enfermeras de bata blanca.

En 2016, el English National Ballet estrenó, impulsada por su directora, Tamara Rojo , una fascinantes versión de «Giselle» creada por el coreógrafo inglés de ascendencia bangladesí Akram Khan (y para la que utiliza una música original que conserva sólo lejanos ecos de la partitura de Adam). En ella Giselle abandona su inocencia para convertirse en una líder dentro de su comunidad y una mujer llena de firmeza y seguridad; aunque comparte con la protagonista de la versión clásica su amor infinito y una generosidad que va más allá de la muerte. Son, las de Ek y Khan, dos acercamientos a nuestra época de un clásico que perdurará eternamente.