'EuroCámara'

Huelga decir que sin Javier Cámara el chiringuito tendría la mitad de gracia. Y no porque esté mal acompañado, pero ya es imposible imaginar al personaje sin su rostro. Él lo hace humano y nos obliga a mirarlo con ternura, a quererlo, por más réprobo que sea siempre su comportamiento dentro y fuera de la política. Si un día hiciera de asesino, todos querríamos ayudarle a rematar a la víctima .

En 'Venga Juan', la tercera temporada del invento liderado por Diego San José , la carrera de Juan Carrasco se precipita cuando parecía más seguro de sí mismo, dentro de sus posibilidades. Incluso está más delgado y tiene pelo, aunque puesto de cualquier manera. Pero como Al Pacino cuando hizo de Carlitos Brigante , el pasado del protagonista reaparece para agarrarlo por las solapas –¡Suéltame, pasado!– y poner su vida patas arriba, una vez más. Si no quiere acabar en la cárcel, debe borrar sus huellas como haría el Sr. Lobo . Otro reto inalcanzable para él.

A una parte del público le costará reírse de un político que, si bien no tiene adscripción política conocida, se ha ido perfilando de manera cada vez más clara. No es tanto un defecto de la serie, que quizás, como la incapacidad del ser humano común para burlarse de sí mismo. Los papales y el ordenador de B están ahí, como un ejemplo más de que es imposible superar la realidad en un folio. En otros países, la sátira política maduró hace décadas y la valoración del público no depende tanto de la ideología. Aquí seguimos sin superar ciertos traumas y a veces parece incluso que retrocedemos.

Lo cierto es que la serie se ha ido volviendo, en un proceso paralelo y puede que no del todo casual, más taciturna y menos tronchante. En realidad, en 'Venga Juan' l a política es lo de menos, es solo una excusa para hablar de nuestras miserias . Es posible también que por su estilo impresionista obligue a ver el cuadro con distancia. O puede que le falte un punto de transgresión, en parte porque los profesionales de la cosa pública son insuperables.

Una cosa reseñable, que ya ocurría en 'Vamos Juan', es que el mejor capítulo es el que ha dirigido el propio Javier Cámara. 'Estambul' era una joya y ahora el episodio en que pide asilo en la embajada argentina, un encuentro privado con Eduardo Blanco , se eleva por encima del resto con los aditivos justos. Además de todo, Cámara es un virtuoso al otro lado de su apellido. Lo veremos más por allí, sin duda.