Eternos The Clash, mítico «London Calling»

Aquí en España, sin The Clash no habría habido Omega de Enrique Morente , no tendríamos a personajes como Manu Chao y Mano Negra , 091 sería una entelequia, y a Loquillo , en fin, habría que buscarlo en el paraíso de los justos. Lo mismo ahí fuera, si pensamos en hitos del rock como The Smiths , Nirvana o Rage Against The Machine , por poner ejemplos fuertes y a la vez diversos. Todos maman de la rabia y la furia, el costumbrismo de las calles y la visión alucinada, entre naturalista y bizarra, de Joe Strummer, Mick Jones, Topper Headon y Paul Simonon.

La portada, recuerden, mostraba a este último destrozando su bajo eléctrico Fender Precision en el escenario del Palladium de Nueva York el 21 de septiembre de 1979, jugando con los colores y el diseño de una vieja portada de Elvis Presley . A lo largo de su historia, el rock ha encontrado fenómenos que han vuelto a avivar la llama de la juventud con su indomable capacidad de arrastre. Las celebraciones del aniversario de este doble álbum no terminan aquí. Sony ha lanzado un libro de 120 páginas que acompaña a la reedición con textos escritos de puño y letra y multitud de fotos de sus incendiarias giras.

La vigencia del London Calling hoy en día es total, lo cual no sabemos si es bueno o es malo, según se mire. Compuesto con mirada lúcida a las cuestiones acuciantes de su tiempo, hoy se nos muestran igualmente reveladoras. Mucho más que un artefacto nacido de las cenizas del punk, The Clash brillaron como una gema salida de las cloacas de una ciudad en plena desregulación. El carácter festivo, catártico de las canciones , la entrega absoluta de los músicos, lanzados en barrena como una noche sin freno a base de anfetamina, siguen siendo, más que un referente, objeto de culto y devoción, algo raro en un grupo con presencia comercial tan acusada. Pocas veces público y crítica se han puesto más de acuerdo en un fenómeno musical . Aunque suene a tópico, si no hubieran existido, habría que inventarlos.