ARTE
Estos lodos, de esos barros
¿Quiénes son los padres de los gerentes más jóvenes de los museos actuales? Agentes que aún no se fueron
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Iniciar sesiónAunque cueste creerlo, había ‘vida inteligente’ antes del llamado «efecto Guggenheim» y también sentaban ‘sus reales’ políticos deseosos de abrazar una farola . Décadas después de la furia pantanosa del franquismo, comenzó el festival de los museos, y cualquier autonomía o ayuntamiento que se ... preciara «necesitaba» el correspondiente «edificio emblemático». Después de los años de la Movida en los que «la vanguardia era el mercado» , aparecieron en España los directores de museo que tuvieron que afrontar tareas verdaderamente fundacionales.
Una batalla cruenta
En el retrovisor podía verse una gran cantidad de materiales críticos que expusieron, como el canónico libro de Simón Marchán , cómo surgió el Conceptual en un suelo nada propicio, y como se eclipsó en la Transición para que impusiera su ecléctica ‘ley’ el Posmodernismo. La batalla crítica en el tardofranquismo había sido cruenta y la Universidad se convirtió en el lugar en el que sobrevivir en los «años del entusiasmo», tal y como los calificara José Luis Brea.
Con ánimo ‘patafísico’, me interesa recordar que en los noventa, «All my Loving», de los Manolos , llegó a ser canción del verano, intoxicando el ambiente con un buen-rollismo rumbero que tiene algo de banda sonora de los fastos olímpicos y expo-sevillanos.
El orgullo celebratorio también exigía museos , centros de arte y todo tipo de exposiciones, tal vez con el secreto afán de camuflar la crisis que se avecinaba. Hace cuatro décadas se inauguraban instituciones como el MNCARS , el CGAC o el MEIAC y, sin que hubiera mucha ‘teoría’ por medio, o gracias a esa falta de retórica del «proyecto», comenzaron a realizarse exposiciones con lo que en algunos casos llamaban «colecciones» y que en realidad era un desorden completo o algo casi insignificante.
En estos cuarenta años de ‘normalización museística’, han llegado a la compleja responsabilidad de la dirección personas de procedencia académica y profesional extremadamente heterogénea ; a vuelapluma, podemos advertir que han alcanzado ese cargo críticos de arte, historiadores, agentes de la gestión cultural o vinculados con el mercado; políticos profesionales o algún artista como Martín Chirino que impulsó el CAAM . Tengo la impresión de que lo único que tenían en común es que habían sido nombrados a dedo y que su trabajo estaba sometido a las ‘fluctuaciones’ de la política. Tuvieron literalmente que inventarse las instituciones que dirigían y, además, lo hicieron sin tener en muchos casos competencia para esa ‘misión fundacional’.
Perfiles tan heterogéneos de la generación anterior tuvieron en común haber sido nombrados a dedo y que su trabajo estaba sometido a las ‘fluctuaciones’ de la política. Ellos se inventaron literalmente las instituciones que dirigieron
Esos directores que pusieron en marcha ‘la cosa’ tuvieron diferente fortuna. Algunos, como el Antonio Franco del MEIAC , estuvieron toda su vida intentando que la nave no se hundiera, sufriendo la agónica travesía con presupuestos menguantes o incluso sin un euro. Otros fueron sorteando los terremotos partidistas y pudieron dirigir sucesivamente varios museos, por ejemplo, Juan Manuel Bonet , al frente del IVAM y del MNCARS, o Manuel Borja-Villel, que desde la Fundación Tàpies fue al MACBA y que hace ya años ganó el concurso del Reina Sofía. Todolí llegó incluso a estar al frente de una institución tan prestigiosa como la Tate Modern después de pasar por Serralves. Lo que da la impresión es que, una vez que estos agentes culturales se convirtieron en directores de museo, se habían montado en un carrusel del que no se bajarían nunca, como si fuera más que una profesión, un hábito religioso .
Casi nadie se ha jubilado
Puede dar la impresión de que se ha producido un cambio generacional, aunque mi impresión es la de que casi nadie se ha jubilado y la inercialidad determina la física museística . Es cierto que los nuevos directores han sido seleccionados por concurso, si bien una revisión cuidadosa de las «buenas prácticas» revelaría que también han proliferado ‘malas artes’ . Tampoco están, lamentablemente, al margen de las ingerencias políticas los nuevos (basta pensar la exposición de Gabarrón que se realizó en el Patio Herreriano ), ni dejan de estar atrapados en organigramas que no favorecen «el vuelo» con el que sueña Elvira Dyangani en el MACBA. Las diferencias con la vieja guardia me parece que no son tantas.
También los ‘fundadores’ había viajado mucho y tenían bastantes ‘contactos internacionales’. Todos habían tenido que asumir el ‘síndrome de ARCO’ y surfear en las aguas de las políticas culturales o, lo peor, remar cuando no había viento. Da la impresión de que, más que una nueva generación, tenemos apóstoles del credo archivístico que Borja lleva años predicando. Ya no tienen que fundar iglesias, pero tampoco han modificado la liturgia.
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