LIBROS
Enzensberger,recuerdo en primera persona de los niños de la guerra
A sus noventa y dos años, el escritor alemán publica ‘Un puñado de anécdotas’, una suerte de memoria fragmentaria
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Iniciar sesiónLa pregunta que se hace en tercera persona, nombrándose con una M, uno de los más grandes autores alemanes de la segunda mitad del pasado siglo y del actual, Hans Magnus Enzensberger , en su magnífico libro, lo más parecido a unas memorias fragmentarias y ... no convencionales, ‘Un puñado de anécdotas. Opus incertum’, es la que muchos de los compatriotas de su generación, y generaciones limítrofes, se hicieron: «¿Cómo es posible que la mayoría de us conciudadanos se empeñaran en asegurar que no sabían nada al respecto?»
Habiendo nacido en un año simbólicamente lleno de sombríos presagios, 1929, la niñez feliz y despreocupada, a pesar de todo, de niños como él, crecidos en pleno nazismo, transcurriría, aún ignorándolo, en medio de un territorio de hecatombe moral sin precedentes, que la historia jamás había conocido. Como él mismo dirá, ya desde pequeños, a los niños alemanes los amenazaban con: «¡Cuidado, querido, o acabarás en Dachau!».
Humor e ingenio
Pespunteadas sin cesar de humor e ingenio, como si realmente estuviera aún inmerso en ese pulmón de acero protector que es la infancia y los primeros años de adolescencia, la picaresca y fantásticas dotes de observación del pequeño M se extienden gozosamente por doquier, a cada estampa o personaje familiar rememorado. Nacido en el seno de una familia tolerante y nada autoritaria para lo que era la época, con un padre ingeniero que nunca tomó muy en serio sus innumerables talentos, y que trataba de «criminales» a los nazis en familia, ante el horror de su atemorizada esposa , desde muy pronto M, el narrador, fue alguien fuera de toda norma, que no se conformaba con ser el primero de la clase y con el fantasma, aceptado por la mayoría, del aburrimiento.
Alguien que se sabe todas las artimañas cercanas a lo ilegal, que ha aprendido de los rapazuelos de los peores barrios de Núremberg la lucha cuerpo a cuerpo entre bandas y que al mismo tiempo, de forma fanática, es un lector curioso y empedernido desde los cinco años. Los niños de la guerra, recordará el narrador, se acostumbrarían rápidamente a todo tipo de atrocidades y devastación.
Siendo ya un avispado adolescente se transforma en eficaz estraperlista
Ante los primeros cadáveres que M verá tirados por las calles reaccionará «con una notable indiferencia». Lo siguiente, es sabido: los portadores de «hermosos uniformes de las SS» escondiéndose como ratas en los refugios antiaéreos y una Alemania en ruinas, en la que ya no es obligatorio ir a la escuela, entre otras ventajas.
Tras capítulos pintorescos de sus recuerdos de posguerra, con la llegada de los americanos y las tropas británicas, capítulos en los que el avispado adolescente, imprescindible para todo tipo de chapuzas, se transforma en eficaz estraperlista, facilitando un floreciente tráfico de relojes de cuco, muy ansiados como ‘souvenirs’ entre los oficiales y suboficiales de la RAF, el libro finaliza con los años de «nomadismo universitario» por facultades alemanas. Tras su ambición frustrada de hacerse filósofo, sus estupendas memorias finalizan con la llegada al París del existencialismo de Sartre.
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