TEATRO
Eduard Louis: «Para mí el teatro fue un espacio de salvación»
De la mano de LaJoven, La Abadía acoge ‘Para acabar con Eddy Bellegueule’, versión escénica de la novela de título homónimo del escritor francés
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Iniciar sesiónNacido en 1992, en Hallencourt, un pequeño pueblo francés, Édouard Louis revolucionó la literatura gala con su primera novela, publicada en España por Salamandra, en la que relata su infancia y adolescencia en una familia y un ambiente castigados por la violencia y la pobreza, ... y un inclemente y continuo acoso y burla a los homosexuales.
¿Qué aspectos destacaría del montaje?
Me ha gustado mucho, tiene una gran fuerza. Los dos actores, Julio Montañana Hidalgo y Raúl Pulido, despliegan una enorme energía, interpretando a los distintos personajes que aparecen en mi novela: mis padres, mis hermanos… y, sobre todo, yo mismo. La puesta en escena es muy dinámica, con la música, el baile, las proyecciones y los efectos visuales… La base es la adaptación realizada por Pamela Carter, dirigida aquí por José Luis Arellano García, y que se estrenó en Londres hace unos años. Ha sido muy emocionante para mí oír a mis personajes hablando en español, que es una lengua que aprecio y relacionó especialmente con Pedro Almodóvar y sus películas.
¿Le interesa este director?
Muchísimo. Sus filmes forman parte de mi educación. En mi familia y en mi pueblo me decían constantemente que yo no era ‘normal’, que era una nenaza, que hablaba y me movía como una chica. Eso que entristecía, me hacia sentir culpable, y me preguntaba ¿por qué soy así?, ¿qué hago mal?. Más tarde descubrí a Almodóvar, a Proust, a Koltès, a Thomas Bernhard, a Didier Eribon, al que dedico mi novela, porque su influencia fue vital en mi vida, sobre todo su libro 'Retour à Reims’, de carácter autobiográfico. Considero a Didier como mi mentor principal. A través de todos ellos comprobé que existía otra gente muy distinta a mis padres, que era posible ser diferente y luchar por ese derecho.
Precisamente su obra lo reivindica…
Me atrae la literatura y el teatro que nos ponen frente a situaciones que a menudo obviamos, cuando vemos a alguien que está durmiendo en la calle, o incluso se puede estar muriendo, giramos la cabeza. Apuesto por una creación, un arte, que no oculten las emociones, y donde la pobreza, las diferencias, no se vivan con vergüenza, como a mí me sucedía. Creo que la literatura más dura es también la más bella, como las novelas de Toni Morrinson. He querido denunciar el machismo, la homofobia, el convertir a los homosexuales en prácticamente delincuentes, no dejarles su sitio en la sociedad. Tras mucho dolor para encontrar el mío, tuve que escapar de ese entorno de dominación masculina, y hasta necesité cambiar de nombre, tenía que dejar atrás a Eddy Bellegueule, a esa persona a la que me habían destinado a ser, y reinventarme.
«Las películas de Almodóvar forman parte de mi educación. Me descubrió que existía un mundo y unas personas muy distintos a mi familia»
Imagino que sus padres leyeron su novela y que le comentarían algo al respecto...
Su reacción fue muy distinta. Cuando la publiqué, mi padre me llamó después de haber estado caso cinco años sin hablarnos, eramos muy distintos, un estudiante gay de izquierda y mi padre de ultra derecha, homófobo, era bastante complicada una mutua comprensión. Me dijo: «Tú eres un escritor ahora y estoy muy orgulloso de ti». Por primera vez pudimos hablar. Mi padre cambió. Sobre él escribí ‘Quién mató a mi padre’. Pienso que los jóvenes pueden cambiar a sus padres, más que al contrario. La reacción de mi madre fue opuesta, estaba muy enfadada y sobre todo me reprochó que hubiese contado que éramos pobres. Mi madre no quería aceptarlo. Para mí es una cuestión muy importante, por qué las personas que sufren no quieren manifestarlo. Con mis libros intento que las personas puedan decir: yo sufro, sin vergüenza, No presentarse como víctimas, nadie quiere serlo, pero sí que no escondan su sufrimiento.
¿Qué significó en su formación estudiar teatro?
Resultó decisivo. Desde niño, intenté ser aceptado por los otros y lo buscaba con ahínco de varias maneras. Cuando me apunté al grupo de teatro que constituyó un profesor, por primera vez en mi vida me sentí querido. Fue para mí un espacio maravilloso de libertad, de salvación. Y de pronto comprendí que desde siempre había sido ‘actor’ al verme obligado a representar el papel de la masculinidad. Después, en alguna ocasión, subí al escenario, aunque ya sin fingir ser otra persona. Por ejemplo, cuando el director de escena alemán Thomas Ostermeir montó en París la versión teatral de otro de mis libros, 'Quien mató a mi padre', donde hice de mí mismo
¿Pensó en adaptar usted 'Para acabar con Eddy Bellegueule'?
He colaborado en algunas de sus adaptaciones, precisamente con Thomas Ostermeir, que la dirigió en Berlín. Comparto con él su visión del teatro, que no ha de ser mero entretenimiento, y su compromiso social y político. Estoy muy contento de que mi novela haya llegado a las tablas en casi una veintena de países, pues yo no deseaba hablar solo de Francia. La nacionalidad no importa frente al género, la clase social… Un chico gay en Francia es más parecido a un chico gay en España o en cualquier país que a un heterosexual francés.
A pesar de la dureza, de las situaciones terribles que refleja, hay humor en su libro y esto le sirve para un cierto distanciamiento. Me parece muy significativo cuando al final un compañero le interpela:«¿Qué, Eddy, tan marica como siempre?» y su comentario es: «Los demás se ríen. Yo también».
No reniego del sentido del humor. Bromear sobre la violencia a veces también puede ser una manera de luchar contra ella. Esto se ve en las películas de Almódovar, donde tratar asuntos muy violentos no le impide las bromas.
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