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LIBROS

Dolor y soledad en el corredor de la muerte

La original trama que nos sirve Marina Perezagua en «Seis formas de morir en Texas», en una cuidada escritura, queda desaprovechada por su ingenuidad literaria

Marina Perezagua (Sevilla, 1978) vive actualmente en Nueva York

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Buena parte de los momentos posteriores al cierre de esta novela se pasan reflexionando acerca de por qué un tema tan bueno, y una escritura de notable calidad puedan haber sido desaprovechados de manera tan literariamente ingenua. La ingenuidad proviene de haber pensado que una trama de tremenda originalidad bastaría sin tener en cuenta que un buen tema no es suficiente , y muchas veces, como es el caso, puede incluso atenazar el desarrollo estético, si no se ha tenido en cuenta la regla de la verosimilitud interna. El argumento que Perezagua presenta tiene dos fuentes de poderosa realidad: la primera, el comercio con órganos humanos que ha amparado la corrupción de cuerpos policiales chinos durante décadas como resultado comercial de las purgas a un grupo religioso disidente, al que llevó no solo a su exterminio en salas de tortura sino al aprovechamiento de sus riñones o corazón, que eran extraídos estando las víctimas con vida. Ha hecho bien Marina Perezagua en documentarse y ofrecer las fuentes primarias o ensayos académicos que le han servido de base .

Dos novelas en una

El otro soporte que le arranca las mejores páginas, es la historia que narra en primera persona Robyn, una joven que ha sido condenada a muerte en el Estado de Texas por asesinar a su madre cuando tenía dieciséis años. Por medio de algunos «flash back», por la correspondencia que mantiene con su padre, y sobre todo por declaraciones de ella misma, sabemos la historia que la ha llevado al corredor de la muerte. Pero lo importante no está en esa historia anterior, sino en las muy agudas reflexiones sobre la vida, la condición humana, el dolor, la soledad , y la denuncia de las muchas situaciones de tortura que la condenada ha sufrido sin que la novela ahorre testimonios documentados de formas de vida y ejecución. No solo es que el sistema penitenciario sea el horror, sino que la novela logra trasladar muy bien, con un dictum entre lírico y onírico, la hipocresía social que sostiene la pena capital.

Se denuncian muchas situaciones de tortura y la hipocresia de la pena capital

Este personaje y el desarrollo de la situación ha sido un acierto de Perezagua, con varios momentos álgidos como la experiencia narrada sobre la caja de castigo sin sonido alguno, que hace que el condenado solamente tenga acceso a los latidos de su corazón . Habrá imaginado el lector de esta crítica donde radica el problema: en haber querido casar ambas historias de manera que el asunto de los trasplantes se traslada al pacto que Robyn establece con su padre, quien a su vez le habrá prestado a cambio sus ojos, pues durante dieciséis años no había podido ver.

Tanto la deriva paternofilial de la trama como el enlace con su amado Zhao, es nieto de uno de los chinos torturados, y cuyo corazón, o su «chen», es el de Robyn, consigue que estos dos buenos pivotes hayan sido llevados a desenlaces inverosímiles e ingenuos, que dejan lastrada la credibilidad de una novela que ha estado a punto de ser muy buena. Bastaría que no hubiera querido meter dos novelas en una, o que la literatura fuera más allá de la vida posible. Puede hacerlo, claro, pero el lector queda entonces fuera, lamentando que dos poderosas tramas y una cuidada escritura personal se hayan desperdiciado de tal modo.

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