EXISTO LUEGO PIENSO
Dios ha muerto
Nietzsche proclamó el advenimiento del superhombre, exaltó un nihilismo que repudiaba la moral cristiana y negó las verdades absolutas
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Iniciar sesiónA diferencia de Kant y Hegel , Friedrich Nietzsche no fue un pensador sistemático. No estaba preocupado por su coherencia ni por su prestigio académico. Por el contrario, fue un creador de lenguaje con un gran dominio de la lengua alemana. No ... en vano era profesor de filología clásica en Basilea a los 24 años. Aunque muchos han interpretado su filosofía como una provocación , sería más justo afirmar que fue un seductor que nos atrapa con sus aforismos y la cadencia de sus frases . Por encima de todo, Así habló Zaratustra es un libro magníficamente escrito.
«Yo no soy un hombre, soy dinamita» , declara en su Ecce Homo , su último texto, en el que reitera que todos los valores de la cultura están basados en la mentira. Nietzsche arremete contra Marx, al que considera vulgar y plebeyo, y repudia a Kierkegaard por demasiado cristiano. Unas semanas después de acabar este libro, en enero de 1889, sufrió un colapso mental que le duró hasta el final de sus días. Por ello, Ecce homo es su retrato más personal y también su testamento. El primer libro que contiene las claves de su pensamiento es El nacimiento de la tragedia , escrito bajo la influencia de Richard Wagner , al que había visitado en su casa de Tribschen, situada en un promontorio junto al lago de Lucerna. Y aquí cabe una confesión personal: yo pasé muchas tardes leyendo en ese lugar en los veranos en los que trabajé en la ciudad suiza.
Lo dionisiaco y lo apolíneo
El pensador alemán, que entonces tenía 26 años, afirma que hay dos elementos en la tragedia que expresan la naturaleza humana: lo dionisiaco y lo apolíneo. Lo dionisiaco es el sentido de ebriedad de la vida , el placer que produce saciar nuestros instintos. En contraposición a este concepto, está lo apolíneo, que es la perfección estética , el gusto por lo bello y lo racional.
A partir de esta dicotomía, Nietzsche concluye que la moral cristiana es una mistificación, una mentira que mata la vida y reprime lo dionisiaco. Dirá que la existencia humana no es afán de virtud, ni compasión, ni tiene como objetivo la felicidad. Todos ellos son valores falsos porque la vida es voluntad de dominio.
«Lo bueno es lo que eleva el sentimiento de poder. Los débiles y los fracasados deben perecer», señala. Nietzsche propugna una moral de los señores, que se expresa en la voluntad de poder, frente a la moral cristiana, que es una sublimación de la debilidad y del resentimiento. El cristianismo y la ética de la burguesía obedecen a los intereses de los esclavos e impiden el nacimiento de un nuevo hombre que se guía por sus instintos y sus principios aristocráticos. El filósofo alemán proclama su aseveración más conocida: la muerte de Dios : «Nada es verdad, todo está permitido, Dios ha muerto». En su lugar, hay que amar el destino, aceptar lo ineludible, la libertad es pura necesidad. El superhombre que ha de nacer acepta ese destino y guía sus acciones por la voluntad de poder.
A juzgar por estas palabras, podría pensarse que Nietzsche cae en el biologismo, en una especie de exaltación de la fuerza bruta . Pero no es así porque hay muchos escritos en los que se desmarca de esta concepción e incluso condena la brutalidad que observa en los pueblos germánicos. Tampoco, como han defendido algunos estudiosos, se puede encontrar en Nietzsche una justificación intelectual del nacionalsocialismo porque era un individualista que abominaba de los ideales colectivos y del sentimiento nacional. Arremete en más de una ocasión contra los símbolos de la cultura alemana entre los que cita a Bach , a Goethe , a Kant y a Hegel , cuyas obras considera vulgares y mitificadoras.
Contradictorio y poliédrico
Tras reivindicar un nihilismo que consiste en la negación de todos los valores y denostar todo lo que la burguesía considera bello y sublime, Nietzsche llega a la conclusión de que el hombre forma parte de un mundo en un permanente devenir. La historia se crea y se recrea, vuelve al mismo punto y se repite en un eterno retorno en el que somos arrastrados por las fuerzas del destino. «Mi fórmula de la grandeza del hombre se cifra en el amor fati , no codiciar otra cosa. No contentarse con sobrellevar lo inevitable, sino en amarlo. Todo idealismo es un tapujo embustero de lo ineludible», subraya. Reinterpretando la filosofía de Nietzsche, Heidegger sostuvo que su obra era una impugnación de la metafísica occidental, desmontando la tradición del pensamiento que nace en Platón . Karl Jaspers subrayó, en cambio, que su obra es pura negatividad, una afirmación hasta la caricatura de la individualidad. Gustav Jung vio en sus trabajos la expresión de una personalidad neurótica. Y, por último, K. Löwith señaló que sus textos obedecen a la mentalidad de un aficionado a la filosofía que enlaza no con la tradición del pensamiento griego sino con la poesía de Hölderlin y el romanticismo. Nietzsche fue un ser contradictorio y poliédrico , por lo que todos esos puntos de vista reflejan la complejidad de un personaje que creía, en su rechazo de las evidencias biempensantes, que nada es como parece.
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