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CINE

El destierro de Unamuno en Fuerteventura, una aventura quijotesca

La película «La isla del viento» recupera un episodio poco conocido en la biografía del escritor: su exilio en Canarias, donde encontró motivos de redención

Imagen de «La isla del viento» ILLIA TORRALBA

MIGUEL ÁNGEL BARROSO

El guijarro, lavado y centrifugado por el océano, rebota varias veces antes de hundirse. Un individuo de gesto adusto, gafas redondas, barba y cabello blancos y traje negro juega a las cabrillas con una pequeña majorera. Parecen dos personajes difíciles de casar. La solución al ... acertijo sobre quién no debería estar en ese decorado de arena y espumas es sencilla. La niña le pregunta sobre el capítulo que viene después de la muerte. «Quizás somos un poco como esas piedras», reflexiona él mientras arroja los cantos desde la orilla de la playa. «Pasamos un momento por la superficie del agua, las gotas saltan y brillan, un instante, un momento, y luego nos perdemos, nos hundimos para siempre en el fondo, solos» . La chiquilla se enfada, no entiende los presagios de ese viejo loco que llegó a la isla como un náufrago de tantas cosas: de su familia y amigos, de sus corresponsales a ambos lados del Atlántico, de sus alumnos de la Universidad de Salamanca, de la España cainita y refractaria a la inteligencia… La escena forma parte de La isla del viento , película del director malagueño Manuel Menchón (1977), estrenada el pasado viernes. Relata el destierro de Miguel de Unamuno en Fuerteventura durante cuatro meses de 1924, castigado por el régimen de Primo de Rivera, de quien fue látigo impenitente. Un episodio poco conocido en la vida del escritor , que pensó que iba a morir en «esa miserable isla» cuyo paisaje desolado era un reflejo de sí mismo, y donde, contra todo pronóstico, encontró motivos de redención.

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