David de las Heras: «Mi trabajo siempre se ha basado en entender las cosas que me crean conflicto»

Qué le interesa. Creo que mi trabajo cómo artista e ilustrador siempre se ha basado en entender las cosas que me crean conflicto. Trabajar en temas que uno no entiende, afrontarlos, es importante. Es como el biólogo que se encuentra con una especie animal y la estudia detenidamente, desde lejos, para entender su naturaleza. Los conflictos para mí son como ese animal, y el arte es el medio que he utilizado para observarlos y comprenderlos.

Uno de los «animales» con los que más trabajo es la violencia: cada día tiene lugar, es algo fundamental en el ser humano. Cuando hablo de violencia, a veces es particular, otras veces, más global. Puede ser a traves de Twitter, puede ser la relación de poder entre una persona u otra, o simplemente la que ejerce la naturaleza sobre nosotros. Me fascina esa violencia porque nos han negado poder hablar de ella abiertamente. Es un tabú enorme, a pesar de que es algo que convive con nosotros cada día. Nos han educado en rechazarla en vez de en entender por queéexiste. Esa falta de comprensión y conflicto que tengo hacía ese encuentro hace que la mayor parte de mi obra gire en relación a ella.

De dónde viene. Mi trabajo como artista plástico se ha expuesto en diferentes galerías de España en Bilbao, Madrid, Barcelona y Valencia. También he sido seleccionado en los Premios Ertibil hace unos años, con una exposición itinerante por el País Vasco.

Uno de los trabajos que destacaría en mi carrera artística sería Cazadores , una exposición que realicé en la galería Pepita Lumier , en Valencia. El tema principal giraba alrededor de la violencia interpersonal, sobre tod,o en las relaciones de pareja. En el momento de plantear la muestra, yo mismo salía de una relación de pareja bastante conflictiva, y siempre he pensado que es importante trabajar desde algo que nos inquieta y desde una experiencia personal.

Por esto mismo quería entender por qué lo que nos habían vendido de jóvenes sobre el amor romántico podía condicionarnos tanto y cómo, en mi opinión, era todo una patraña. Quería, a través del trabajo, deseducarme del amor romántico. Planteé una nueva lectura sobre el mito de Apolo y Dafne en relación con mi experiencia personal. Esa historia es un reflejo perfecto de la violencia que se ejerce en las relaciones de pareja actualmente: él representa, entre otras muchas cosas, al macho alfa, el cazador que se siente desdeñado por Dafne; y eso no lo soporta y la persigue para darle caza. Ella, por el contrario, es libre de desear a quien quiera, y en el momento que Apolo consigue alcanzarla, ella lo que desea y le pide a la madre tierra es que le convierta en un árbol de laurel. En la exposición presentaba ese conflicto entre el amor romántico y egoísta, y el amor propio y equilibrado.

Supo que se dedicaría al arte… No lo recuerdo bien, la verdad. Si me he dedicado a esto ha sido porque la vida me ha llevado por este camino. Siempre me he considerado una persona sensible, o, por lo menos, más dado a enseñar mi sensibilidad sin reparos. Otros niños de mi infancia quizás no se sentían tan libres con la idea de mostrar sus sentimientos o de preguntarse cosas más relacionadas con las emociones. En este sentido, siempre me he sentido muy libre, así que la curiosidad por el cómo y el porqué de las cosas abstractas me han ayudado a encaminarme a las artes. El medio del dibujo y la pintura han acabado siendo fundamentales en mi obra porque eran las herramientas que mejor he manejado toda mi vida para expresar mis inquietudes.

¿Qué es lo más extraño que ha tenido que hacer en el arte para «sobrevivir»? Por ahora, nada muy raro. He tenido suerte y siempre he podido sobrevivir con el arte, aunque haya tenido que trabajar paralelamente en otros trabajos no artísticos. Eso nunca ha sido algo que me haya quitado el sueño. Quizás lo más raro y con lo que no me siento muy contento es un trabajo que hice para una revista de comida canadiense. Estaba empezando en el mercado internacional de la ilustración y acepté ilustrar un artículo sobre diferentes maneras de preparar un pollo. El caso es que llevo casi diez años siendo vegetariano y no fue plato de buen gusto hacer esas ilustraciones. Pero, mira, tampoco es algo muy raro, la verdad. Así que ojalá sea eso lo más raro que tenga que hacer para sobrevivir.

Su yo «virtual». Siento un poco de reparo con mi yo virtual. Creo que es obvio que la manera de comunicarnos va cambiando, pero, en mi caso, cambia a una velocidad demasiado rápida como para poder gestionarlo adecuadamente. Pero sí que pienso que es necesario adaptarse en la medida que puedas a nuevos escenarios tanto para comunicarte como para exponer tu trabajo. El problema es que nos hemos acostumbrado a ser cortoplacistas, o sea, que necesitamos la información rápidamente y de consumo instantáneo. La gente, incluido yo mism,o no le dedicamos el tiempo necesario a las cosas, a leer un libro, a ver una película de más de dos horas... Incluso esta entrevista, para muchos, será demasiado larga para invertir tiempo en leerla.

Dónde está cuando no hace arte. Es algo en lo que he pensado mucho: llevo más de 15 años trabajando en un mismo discurso gráfico, una metodología que no varía mucho. A veces pienso en cambiar, en explorar nuevas formas de expresión, pero la verdad es que nunca me he involucrado en cambiar esto. No me parece mal, tampoco. A mí personalmente, en el fondo, no me importa mucho no tener una actividad más diversa y polifacética, pero entiendo que es guay y que quizás te abre nuevas vías de pensamiento empezar cosas nuevas. Algo que sí hice fue dar clases de Técnicas de ilustración en el IED de Madrid durante un par de años. Esa experiencia sí que me gustó mucho. Me parecía bonito y necesario mostrar mis conocimientos a personas que estaban dispuestas a aprender, y, al final, aprendí mucho yo también con ellos.

Le gustará si conoce a... Pensando en una respuesta sobre mis referentes, me he dado cuenta que es maravilloso tenerlos; que en un momento de tu vida haya habido alguien que te haya mostrado el mundo bajo su perspectiva y que su mirada te haya aportado algo nuevo ,y al mismo tiempo, haya sido cercano, me parece una experiencia muy bella. En particular, las personas que me han ido llenando la cabeza de imágenes recurrentes durante mi vida han sido muchas: en la pintura están, obviamente, Magritte, Hopper, Velazquez...

Pero yo creo que lo que más me ha influido siempre ha sido el cine. Los personajes que se inventaba Fellini, ese costumbrismo que al mismo tiempo era muy mágico. El niño Antoine de los 400 golpes cuando llega a la playa... Esa imagen dirigida por François Truffaut me marcó mucho. Y, por último, a nivel narrativo, temático y fotográfico, el que más me marcó fue Michael Haneke . Me planteó que las historias pueden contarse de muchas maneras y que los finales no tienen que ser como uno espera ni desea.

De mi generación... ¡destacaría a muchísimos! Con el tiempo me he dado cuenta de que en España tenemos una calidad enorme respecto a artistas gráficos. Diría que mis favoritos son Manuel Marsol, Cristina Spano , Sonia Pulido, Mar Hernandez, Riki Blanco, Pablo Amargo, Cristina Daura y muchos más.

Qué se trae ahora entre manos. Últimamente, el cien por cien de mi tiempo lo invierto en mi trabajo como ilustrador, sobre todo para encargos de portadas de libros. Las últimas que he realizado son para el nuevo libro de Haruki Murakami, y otra portada de un volumen de Pierre Lematre. Por otro lado, algo en lo que estoy trabajando ahora, que me interesa mucho, son los carteles de cine. En este momento estoy trabajando en uno para la película Los europeos, dirigida por Víctor García León y basada en la novela original de Rafael Azcona. Este formato me encanta porque me apasiona el cine, y hacer los carteles de las películas que después estarán en as salas es un sueño de infancia.

Proyecto favorito hasta el momento. A día de hoy, y porque disfrute como un niño, sobre todo porque me dejaron mucho tiempo para hacerlo, es la nueva edición que Folio Society ha sacado de la novela El Planeta de los Simios . Me encantó la historia. No sabía que existía un libro, solo tenía en la cabeza la película de Charlton Heston. Desde la editorial me pidieron que lo ilustrase alejándome lo más posible de la película, y esa confianza que depositaron en mi trabajo y las facilidades técnicas y de tiempo que me dieron hicieron que disfrutase mucho y que pudiera trabajar a fondo en cómo me imaginaba yo esa historia.

¿Por qué tenemos que confiar en él? No quiero que confiéis en mí, ¡qué responsabilidad! No creo que aporte nada nuevo al ámbito artístico. Simplemente, me encanta hacer lo que hago, y si lo que hago conecta con alguien y le hace emocionarse o le ayuda a preguntarse algo, para mí, eso es ya la hostia.

¿Dónde se ve de aquí a un año? Pues espero que sano y salvo, a pesar del coronavirus. Y que, aunque estemos en una situación bastante excepcional, siga saliendo trabajo. Si no, conseguir reinventarme para poder disfrutar de mi trabajo y continuar sobreviviendo.

¿A quién cedería el testigo de esta entrevista? Pues se lo cedería a mi tío Alberto de las Heras. En parte creo que mi camino se vio influido por los recuerdos que tengo de él pintando en casa de mi abuela.

Defínase en un trazo.