Hazte premium Hazte premium

ARTE

El cuerpo de Picasso en su colección

Nueva rotación en los fondos de la colección del Museo Picasso Málaga. Otra oportunidad de condensar su «genio» en 120 obras

«Susana y los ancianos», obra de 1955 pintada en Niza

Juan Francisco Rueda

Como suele ser norma en el Museo Picasso Málaga , coincidiendo con los periodos de tres años en los que vencen y llegan obras en préstamo que engrosan los fondos, esta institución renueva la presentación de su colección con un nuevo recorrido museográfico . Las nuevas incorporaciones permiten generar nuevos contextos en los que piezas esenciales e icónicas del museo se abren a nuevas lecturas y hacen de esta una institución dinámica para con la misión de proyectar distintas interpretaciones de Picasso.

Un relato diferente

De este modo, algunas se exponen por primera vez en las salas del renacentista Palacio de Buenavista , muchas permanecen y otras vuelven a ver la luz tras un periodo en el que no han sido mostradas, componiendo, a través de 120 obras, un relato diferente.

En cualquier caso, debemos señalar que, a pesar de los cambios, el Museo Picasso Málaga opta por mantener el concepto que viene caracterizando sus presentaciones anteriores. El montaje sigue instrumentalizándose como arma pedagógica facultada para intentar contar «todo Picasso». Prevalece la intención de generar, por muy difícil que sea en el caso del malagueño, una imagen de conjunto por encima de centrarse en algún periodo o aspecto concreto.

El montaje se sigue instrumentalizando como arma pedagógica para contar «todo Picasso»

La ordenación, que asume una secuencia cronológica que lleva de 1894 a 1972, enfatiza el carácter experimental, la versatilidad y nomadismo lingüístico (la capacidad para alternar e incluso mantener en paralelo lenguajes o estilos aparentemente antagónicos, como el Cubismo o el nuevo clasicismo entre 1917 y 1923 ), así como la multiplicidad de disciplinas y téc- nicas que aborda el artista en su trayectoria. Se configuran como vías para el conocimiento de «lo picassiano» las muy distintas actitudes y sensibilidades, contrarias en muchos casos, hacia ciertos aspectos de la creación, como la traducción de la realidad, de ahí que se enfrenten piezas con muy distinto grado de iconicidad y dispares formalmente respecto a un mismo referente.

Desde la multiplicidad

Esto lleva a quien experimenta el recorrido a enfrentarse a Picasso desde la multiplicidad, poniéndose en pie construcciones teóricas en torno a él como la de poseer un «estilo del no-estilo» o esconderse bajo innumerables máscaras. Piensen también cómo Picasso se representó continuamente bajo «otros yoes», como Minotauro.

«Copa de absenta», obra tridimensional de 1914

Este montaje, a diferencia de anteriores, se ha centrado en la representación humana, aunque muy puntualmente incorpora la naturaleza muerta como género y la presencia del animal, concentrada esta en los años de posguerra. Podríamos decir que el tratamiento del cuerpo es -nunca mejor dicho- la médula de la propuesta expositiva. Esta opción, además de que permite asistir a conceptos y categorías como la alteridad, lo grotesco o la abyección , facilita que se observe cómo un mismo motivo es sometido a cambios en su representación. Esto es, a una auténtica metamorfosis. No podemos olvidar cómo, en el periodo surrealista, las metamorfosis, inspiradas por el conocimiento y continuo trabajo «de» y «con» la mitología, fue una temática central en sus bañistas y retratos realizados en Cannes, Dinard y Boisgeloup, algunos de los cuales se muestran.

Quizás no habría sido gratuito, dado el eminente carácter pedagógico del recorrido (cada capítulo se encuentra acompañado en su inicio por un sucinto pero certero texto), señalar cómo Picasso, en aras de la metamorfosis, la alteridad y el ocultamiento, durante el Cubismo y el Surrealismo , hizo de algunas de sus naturalezas muertas metaforizaciones o reificaciones del cuerpo humano.

En primera persona

Tampoco lo habría sido avistar cómo la transformación en animal y la condición híbrida (Minotauro o fauno) es consustancial a la mitología, en la que se vuelca el artista malagueño en distintos y amplios periodos.

Otro de los vectores que acompaña a la secuencia cronológica -que va desgranando en capítulos estilísticos o en nuevos tratamientos del cuerpo y del retrato- es la asunción de la biografía del artista . Picasso intrincó su autobiografía en múltiples registros, que se condensan en numerosas obras. En muchos de los textos que acompañan al arranque de cada capítulo se introduce la llegada a la vida de Picasso de una nueva pareja y cómo no sólo pasó a ser retratada, sino incluso cómo modificó la representación.

Resulta un acierto vincular al primer Picasso, gracias a las obras que se muestran, con la tradición pictórica española , aspecto que debería haberse reafirmado en distintos momentos, especialmente en los años de la II Guerra Mundial y la posguerra. Los pocos bodegones expuestos de ese momento y muchos de los retratos así lo permiten. También es acertado, por cuanto necesario, manifestar, tal y como se hace, cómo buena parte de su obra de la segunda mitad del XX gana fortuna crítica -durante décadas se proyectó como estéril y roma frente al vigor e innovación de la del primer tercio-, va emergiendo como referencial para artistas insustituibles y avanza muchos comportamientos de la pintura posmoderna. En este punto, como vemos en las últimas salas, la colección sigue transmitiendo una capacidad arrolladora del último trayecto vital del artista.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación