arte

Joana Vasconcelos, a lo María Antonieta en Versalles

Cual moderna Cenicienta, Joana Vasconcelos ha irrumpido en palacio con su helicóptero de plumas. Versalles realiza una reverencia ante la artista portuguesa que invade sus estancias con sus obras de tintes femeninos y «kitsch»

laura revuelta

Versalles, y María Antonieta campando por sus jardines y laberintos este verano tiene su álter ego o se siente revivida en la obra de la artista portuguesa Joana Vasconcelos que allí se expone. Vasconcelos no es pionera en estas lides ... versallescas. El primero en poner una pica en palacio fue Jeff Koons . Su langosta hinchable levantó, en medio de tapices, lámparas y demás parafernalia, toda una corte de críticas. ¡Qué fina la crítica! No se da cuenta de que a María Antonieta le habría puesto un montón tanta frivolidad creativa . Al cabo, esta ha sido siempre su casa, y allá donde fueres haz lo que vieres. Y el kitsch versallesco tiene buenos hijos legítimos en el arte contemporáneo, a las pruebas nos remitimos.

Muy femenino

Joana Vasconcelos es portuguesa, tiene su estudio en Lisboa, ciudad también que se caracteriza por su excelencia barroca en la decoración, de sus palacios a sus calles, de su vajillas a su mobiliario. Luego, no tiene que extrañarnos que haya aterrizado con su helicóptero de plumas y plumajes en el centro del comedor imperial. Una moderna carroza. Otro corazón, en este caso no de purpurina y brillo como el de Jeff Koons, sino de puro encaje rojo cuelga del techo de otra de las estancias.

A esta exposición, estrella del verano y que cierra el mapa del kitsch europeo, se la está vendiendo por el carácter femino de la misma. Artista mujer, la primera invitada a esta fiesta versallesca , con toda una profusión de detalles supuestamente femeninos, cuya lectura, en manos de la Vasconcelos, rezuman ironía . No olviden que entre sus piezas más «renombradas» se encuentra su lámpara fabricada con tampones . Aquí pisa con fuerza subida a unos zapatos de tacón king size , de los que quitan el hipo, diseñados con cacerolas de acero inoxidable. De vivir, quién sabe, si María Antonieta no sería una maruja de armas tomar y a tomar en cuenta.

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